“casi / sin límites / yace en sus manos // -una comunión / una alianza de // felicidad- // como si / esa urgencia / calmase el desorden / el islote mudo / de su carne dolorosa // como si / ésa // durante solo un intersticio / un acorde secreto que / gotee brecha de / qué // blancura”.

Carmen Crespo (Plasenzuela, Cáceres, 1962) desarrolla su actividad profesional en la Sanidad Pública. Es miembro activo y forma parte del consejo de redacción de la revista digital de poesía conVersos. Poemas suyos aparecen en las revistas Cuadernos del matemático, El coloquio de los perros, Revista de creación literaria Pangea, Tres en suma, Obituario, Fogal, 21veintiúnversos, Revista Liberoamericana, Dislexia y La Ignorancia. En colaboración con el artista gráfico Manuel Ayllón publicó la plaquette Puro hueco. Ha participado, entre otras, en las antologías Voces Nuevas, XXV edición, Poemáticas naturales, Voces del desierto y 20 miradas en página 72.

Ha publicado los libros Tal vez huésped (ganador de la II edición del premio de poesía Bal Hotel 2012, Devenir); Cuerpo o el corazón del mundo todavía (plaquette); De música y otras pieles (Polibea); Todo ardió luminoso (Amargord); Teselas (Denes; ganador de la XIII edición del premio internacional de poesía César Simón en 2016 y que fue traducido al inglés por la editorial Publisher Aquillrelle); pájaros, caballos (publicado por Gabriel Viñals, 2017); “lana” (Trea, 2019) y roma (colección Marte, Contrabando, 2021). Su poemario “en si ni un solo momento” ha sido ganador de la XXXI edición del Premio Nacional de Poesía José Hierro.

Desconectarse de todas las reglas y encontrar otro origen en las palabras es una tarea llena de misterio, una voluntad por ser parte del lenguaje desde la intimidad del pálpito y la elocuencia de las desestructuras. Desde esta perspectiva, roma es un sentir poético que se adentra en el origen de lo que se escribe, que traspasa las fronteras de la semántica y se adentra con asombro en el mundo de la poesía.

“conocer de qué sustancia lo que me encordela /// de qué brazo minúsculo o arrecife de carne rosa /// :y amar ese bambo /// ese lino que respira desde mis comisuras /// :aprender / :alimentarme del cuerpo conmovido que centellea / :que se inclina absorto ante el charco que mece y riza lágrima”.

La unión de lo imposible nos lleva de la mano para enlazar la ciudad con la poeta y viceversa, para trascender aquello que leemos y dar fe de un amor que no entiende de eternidades. La fuerza y la fugacidad de todo lo que se persigue es muestra del asombro en el que la autora está inmersa, un intercambio que nos atrapa en los versos y nos introduce en un mundo de aristas y complejidades.

“a veces te pienso en la mano asmática que boquea hasta prender :el dolor no fue la hoguera sino el humo /// sus crujidos imperceptibles como una tormenta sin maldad /// :me durarás todo este deambular // todo este vaciamiento ante los ojos que miran –revoltijo de adoquines”.

La luz que habita en la mirada se expande sobre el poema y busca caminos que parten desde la infancia y se dirigen hacia la muerte. La extensión de los sentimientos y la percepción de la realidad juegan en cada página. Carmen Crespo introduce silencios, huecos por los que escapar, por los que transitar más allá de los muros del entendimiento. Es en la asociación de ideas, en la sonoridad y la composición de los espacios, donde está el refugio.

“despiertan / al retumbo / como dioses o / enjambres / abriendo sus celdas a // la reina // algunos / yacen sobre guijarros que / repican a la altura del / corazón // algunos // otorgan aturdidos / el aire de sus bocas / o las últimas sílabas     –aleteantes // ciegas ya  // como si   ese / desdecir / concediese vida a // la vida”.

La emoción llama a la inspiración, la instiga y la descubre en el paisaje, en las piedras, en la memoria. Existe el desconcierto en los ojos y la melancolía abraza a la poeta. Quizá en los enigmas estén todas las respuestas, en la poesía que nos llena de dudas y nos cambia la percepción de lo real.  Roma es el origen, el sujeto poético una percepción distinta de las formas.

“en cada ojo   tallos // travesías / anunciadoras de / rumbos  lugares donde // regreso fragua evasión  -confines // por los que deambular // allí la piedad   -lo sutil irreversible / asterisco desbordado de   solo // ellos saben // ojo/poema ojo/brocal ojo/ martillo    aliados / llenos de mitades    nada // les sobrepasa”.

Carmen Crespo indaga en su interior y nos retrata una silueta sin contornos. Su poesía nos abre a la reflexión y nos muestra imágenes sugerentes que nos obligan a la profundidad y el detenimiento. Dice en el prólogo Nieves Pulido que “la lectura de roma sume a los lectores en el puro desconcierto: qué esa cosa extraña sobre el pecho // -ese sobresalto. Pero, aún desprovistos de toda guía –o precisamente debido a carecer de orientación– los lectores logramos, poco a poco, entrever o imaginar islotes de sentido”. Busquemos otro lenguaje, otra manera de nombrar. Sintamos el vértigo de la poesía. Leamos.