Al pensar en la creación literaria, en el debate que implica la escritura y el compromiso que supone sostener la cultura, el fuego me abrasa la garganta. Es en esta pasión que nos une, donde casi siempre hay que mantener un combate cuerpo a cuerpo, con aspectos ajenos al arte, del que nadie sale indemne. Por la propia naturaleza, por ese ardor que empuja al artista al abismo creativo, existen grupos, colectivos, individuos audaces que sienten la necesidad de configurar su ideario, sus inquietudes, y dejar huella de todo lo que les conmueve en este terreno tan árido.
Desde esta emoción, allá por la década de los 80 del siglo XX, un grupo de jóvenes entusiastas, impulsados por el diálogo y la pasión por las vanguardias históricas, por el cine, la música, la naturaleza… gestó un proyecto conjunto. Así nació en 1985 la revista Empireuma, una publicación que resistió de manera regular 33 números y que, a día de hoy, todavía resuena en la vida cultural oriolana a través de números extraordinarios, presentaciones y otras actividades.
El próximo 19 de mayo, a las 19h, en la Biblioteca Pública María Moliner de Orihuela, gracias a la financiación y el esfuerzo de la Fundación Miguel Hernández y su director Aitor L. Larrabide, se presentará la digitalización de la totalidad de números de la revista Empireuma.
Como homenaje y reconocimiento, hemos querido cruzar El Puente de los Espejos con ellos.
José Luis Zerón Huguet:
¿Qué significa Empireuma? ¿Por qué ese nombre?
Surgió durante una reunión en la que estábamos preparando el primer número de la revista. Nos faltaba el nombre y buscábamos uno que fuera original, impactara y resumiera, en cierto modo, nuestro ideario. Estábamos en un callejón sin salida. Se me ocurrió proponer la palabra Empireuma, pues José María Piñeiro y yo nos habíamos sentido cautivados por este vocablo sonoro y de endiablada pronunciación (tanto que aún hoy día a muchos se les hace imposible escribirla o pronunciarla bien y no son pocas las veces que el nombre aparece distorsionado con las metátesis Empiurema o empiruema) cuando lo descubrimos años antes rastreando diccionarios. Significa olor y sabor particulares que toman las substancias sometidas a fuego violento. Pero también tiene otra acepción: brasa escondida bajo la ceniza. Y esta es realmente la que nos interesó, pues representa una hermosa metáfora de la experiencia creativa. De hecho, la salamandra, el animal mítico que vive en el fuego, es el logotipo de Empireuma, creado por el pintor Pepe Aledo, autor de las portadas de la revista y un puntal para el equipo empireumático.
¿Cómo fue el salto de revista literaria a editorial?
Llegó un momento en que no podíamos conseguir subvenciones y otros beneficios solo con el depósito legal de la revista. Por otra parte, teníamos la intención de editar libros y separatas, así que decidimos dar el salto. La idea realmente partió de nuestro amigo y colaborador José Antonio Muñoz Grau, escritor, pintor y activista cultural. Fue él quien nos brindó una gran ayuda para crear la editorial y formó parte de la misma. Al crear la editorial, la revista tuvo una mayor cobertura legal.
¿Qué dificultades habéis tenido para mantener esta iniciativa cultural?
Dificultades, muchas. Patrocinadores…, ninguno fijo. Editar una revista literaria en papel y con una tirada amplia costaba mucho dinero. La concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela solo patrocinó nuestra revista en los inicios, durante algo más de un año. Fue en la etapa socialista de Vicente Escudero como alcalde. Cuando Luis Fernando Cartagena (PP) fue nombrado alcalde en 1987, nos negaron la subvención. Solo en los últimos años de la revista, la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela colaboró comprando ejemplares o con subvenciones exiguas. También conseguimos subvenciones, no muy elevadas, del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, de entidades de ahorro y otras instituciones, sobre todo culturales. El caso es que la revista, que empezó siendo trimestral, tuvo una periodicidad irregular hasta que decidimos echar el cierre en 2006. Nuestro presupuesto era irrisorio comparado con el de otras revistas prestigiosas independientes, ya no hablo de las institucionales. Pese a todo logramos mantenerla durante veintiún años con austeridad y decoro.
Ada Soriano:
Una revista de las características de Empireuma conlleva muchísimo trabajo. ¿Cómo fue el proceso de composición de la revista?
Razón no te falta, Esther. De por sí, elaborar una revista requiere un esfuerzo. Si se pretende que la revista sea digna de ser leída y respetada, los responsables de la misma han de reunirse para debatir, seleccionar…
Por otra parte, el proceso de composición de cada número se fue cociendo a fuego lento porque cada uno de ellos requería vigilancia, no solo en cuanto a correcciones (que no es poco, aunque algunas erratas se nos escaparon) sino a la hora de encajar bien las ilustraciones. Aun así, nunca nos faltó el entusiasmo porque el resultado merecía la pena. Todavía recuerdo, en los primeros años (éramos muy jóvenes), las noches de tertulia en un pub de Orihuela dedicando nuestro tiempo a Empireuma, los folios amontonados sobre la mesa, el olor del té y del café, el humo del tabaco, la música ochentera de fondo, las buenas conversaciones en las que no faltaba ni la risa ni la anécdota.
En la revista siempre ha habido un intercambio entre autores de sólido prestigio y autores recién llegados, ¿cómo se equilibran estos contenidos?
Eso es mucho más fácil de lo que parece. Se trata de dar oportunidades a los recién llegados, siempre que haya un mínimo de calidad. De hecho, fuimos un claro ejemplo de lo que digo, puesto que algunos de nosotros debutamos en nuestra propia revista. Por otro lado, ¿cómo no sentirnos igualmente orgullosos ante la posibilidad de haber contado con autores, como tú misma dices, de sólido prestigio? Hablamos de arte, hablamos de poesía. No de competir, que es bien distinto. De las buenas cualidades como la sabiduría, la nobleza, la comprensión, la complicidad…, nace el equilibrio.
José Manuel Ramón:
¿Cómo se fraguó la idea del colectivo? ¿Cuáles eran los pilares, los fundamentos de Empireuma? ¿Qué objetivos teníais en el momento de su fundación?
La idea surgió de un grupo de amigos con edades comprendidas entre los 17 y 21 años, aproximadamente. Compartíamos muchos libros, afinidades estéticas y musicales, y una incipiente necesidad por expresarnos mediante la escritura. Esa efervescencia artística y esa complicidad nos llevaron a la idea de sacar una revista. Corría el año 1984 cuando planteamos hacer algún recital de poesía para darnos a conocer, al que se fueron sumando nuevos nombres. En esos momentos fue clave el apoyo que nos brindaron dos amigos gallegos afincados en Orihuela por esos años: Lola Varela, profesora de Literatura y su pareja de entonces, el poeta Jorge Cuña. Nos presentamos como «Grupo de jóvenes poetas Empireuma». En enero de 1985 apareció el nº 0 de la revista con una portada sobria, sin artificio: «Esta es una buena forma de empezar», decíamos. Poco a poco, con periodicidad trimestral fuimos sorteando obstáculos de diversa índole y mejorando en diseño y contenidos: nuevas portadas, dibujantes y pintores, más poesía y traducciones, ensayos y algún monográfico.
¿Quizá podemos esperar un nuevo resurgimiento de Empireuma? ¿Nuevas iniciativas?
Por ahora no creo que sea posible. Eso sí, gracias a Empireuma pudimos seguir escribiendo y descubriendo (afinando) nuestras voces, que no es poco. Se han publicado ya unos cuantos libros, catálogos, reseñas, artículos, ensayos, y secundado actos y presentaciones diversas. En fin, a lo largo de estos años se han hecho muchísimas actividades anejas al devenir de la revista, que sin ella no hubiesen sido posibles. Hoy existe internet y avances digitales que permiten afrontar con gran solvencia otras iniciativas interesantes, que las hay (y debemos apoyar), en pos de una pluralidad que celebro de veras. Porque en cultura todo suma.
José María Piñeiro:
Ensayos, crítica literaria, traducciones, ilustraciones, poemas, narrativa… De todos estos aspectos, ¿hay alguno que sea determinante para definir la identidad de Empireuma?
La creación poética, sin duda. “Al principio de los principios”, antes, incluso, de proyectar la idea de una publicación, lo que nos vinculaba, además de la amistad, era el amor a la literatura, y de un modo específico, a la poesía. En la era adolescente de los entusiasmos, discutíamos sobre cuestiones estéticas, sobre qué tendencias estilísticas o autores nos eran más cercanos y podían inspirarnos. Las “poéticas” de los primeros números obedecían a la intención más o menos ingenua de crearnos un ideario poético, eran reflejo de los manifiestos de los grupos de vanguardia: simbolistas, modernistas, surrealistas, etc… No obstante, cuando la revista comenzó su andadura nos dimos cuenta de que la publicación no podía constar exclusivamente de poesía.
¿Cuál ha sido la evolución de Empireuma? ¿Distintas etapas en estos 36 años de vida?
Esta pregunta enlaza con la anterior, pues, como te digo, nuestra preocupación nada más salir los tres primeros números fue que la publicación integrase otros contenidos, además de los de la de poesía: cuentos, artículos sobre temas literarios, traducción de literatura extranjera… La suerte y el dinamismo de entonces hicieron que nos aseguráramos la colaboración de amigos, escritores, profesores y traductores. De ahí en adelante el trabajo que nos correspondía era el de mantener secciones fijas y que la revista fuera adquiriendo una riqueza de contenidos: presencia de ensayos y crítica literaria y, si nos era posible, publicación de inéditos. Creo que los últimos números alcanzaron satisfactoriamente esta meta.
Aitor L. Larrabide:
¿Es posible la creación literaria en Orihuela sin el peso de Miguel Hernández?
La figura de Miguel Hernández ha tenido (y tiene) una relevancia muy importante a nivel local. A veces, para quienes escribían, su paisano ha ejercido una huella no del todo beneficiosa. La sombra del autor de El rayo que no cesa ha podido ensombrecer o palidecer la obra de otros creadores. Hernández consigue aunar tradición y vanguardia, abre caminos para la poesía de posguerra y representa lo mejor de la Cultura desarrollada durante la Segunda República. Paralelamente, se convierte en un símbolo de resistencia y dignidad para muchas personas en una época especialmente sombría de nuestra Historia reciente. Por lo tanto, creo que la huella de Hernández es muy evidente en la poesía escrita a partir de su muerte física en 1942.
¿Existen vínculos directos con Empireuma o El Gallo Crisis?
Las revistas literarias afloraron durante los años previos a la Guerra Civil. Se convirtieron en la expresión de las ansias o esperanzas de los jóvenes. En el caso de El Gallo Crisis, con la estela de Gabriel Miró detrás, fue el reflejo de esos deseos de renovación social y cultural de un grupo de oriolanos que vivían tiempos convulsos (1934-1935), y que buscaban sus propias respuestas a tantas preguntas. Empireuma nació también en un tiempo en que los más jóvenes buscaban hallar la forma de difundir sus creaciones en un contexto social igualmente complicado. Ambas revistas se caracterizan por la pasión indomable hacia la Cultura de aquellos jóvenes, sin capillitas, a cuerpo limpio, sin red protectora que pueda salvarlos de una caída al vacío o a la indiferencia, que es casi peor. Pero nada más unía a ambas revistas, creo yo, salvo una misma pasión por la creación, en un contexto social nada favorable a veleidades diletantes.
¿Cómo surge la iniciativa de la Fundación Cultural Miguel Hernández para la digitalización de la revista?
Por mi parte, entendí que la revista (1985-2015), que fue un referente cultural indiscutible a nivel provincial y nacional, merecía ser difundida en su generalidad. Hasta la fecha, nadie se había interesado en su digitalización. Así que, como el chiste de los bilbaínos, alguien me preguntó si no me animaba a digitalizar la revista. Y eso para un bilbaíno es provocarle. Fuera de bromas, lo interpreté como un servicio a la Cultura desde nuestra Fundación. En 1993 empecé yo también a publicar en la revista. Así que en esta revista se condensa una buena parte de lo que hemos sido y de lo que somos. Y, aparte del rescate hemerográfico, tiene un componente de homenaje y reconocimiento a quienes crearon la revista y pusieron a Orihuela en el mapa de la poesía y de la creación.
¿Cómo ha sido el proceso? ¿Por qué ahora?
Conseguí, con mucha paciencia, todos los números, dando la lata a todo el mundo, principalmente a José María Piñeiro y a José Luis Zerón. Juan Carlos Sáez Roca me regaló el inencontrable número 0. Una empresa especializada en digitalización de documentos y revistas (DIGICOPY) se encargó durante un mes y medio de digitalizar los números de la revista en varios soportes.
Creo que este momento es el oportuno porque tras la publicación del último número de la revista en 2015 se echa mucho de menos la incontestable verdad creadora y honradez intelectual de quienes dirigían la revista. Quizás, como le pasó a El Gallo Crisis, en Orihuela tuvo un eco menor al esperado, pero fuera de los límites del municipio se recuerda páginas de hermosura intemporal, de crítica independiente y de descubrimientos de auténticos letraheridos que hoy en día son figuras relevantes de la poesía. Sólo por eso merece la pena haber realizado el gran esfuerzo de digitalizar la colección de la revista.
Al acabar esta entrevista, solo cabe una conclusión: ojalá la brasa que se esconde bajo la ceniza siga viva y ardiente, con los esfuerzos conjuntos, con nuevos proyectos y dedicación. De todos depende. Sumemos, multipliquemos. Leamos.
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