“Entre el cielo y el mar, solo una raya. // Una lanza que clava luz de espuma / entre los intestinos de la noche, / -profunda y misteriosa en su mudez- / para licuar las perlas de la cúpula, / como llora el laúd gotas de sangre / replegado en su amnesia temporal. // Entre el cielo y el mar, solo una raya”.

Julio Pavanetti (Montevideo, Uruguay, 1954). Actualmente reside en Villajoyosa. Fundador y presidente del Liceo Poético de Benidorm. Director del Festival Internacional de Poesía FIPBECO (España). Director de la colección de poesía Azul, de la editorial Enkuadres (España). Cónsul del Movimiento Poetas del Mundo. Académico y miembro Honorario de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna (USA). Miembro fundador de la Academia Estudiantil de Arte Contemporáneo, Río de Janeiro (Brasil). Miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles y de la Asociación Colegial de Escritores de España. Galardonado con diversos premios y distinciones por su obra poética y su labor cultural. Ha sido traducido a diversos idiomas e incluido en más de cincuenta antologías nacionales e internacionales. Además, ha publicado trece libros, de ellos en solitario: La espiral del tiempo (2012, edición bilingüe castellano-rumano), ¡Atención! Puede contaminar (2012), La última curva del dragón (2015), Palabra escondida (2017, edición bilingüe castellano-inglés), Tiempo de cristales rotos (2017, primer accésit en el Certamen “Lámpara en la tierra”) y Al roce de la piel callada (2018, Primer Premio del XVI Certamen de Poesía del Ayuntamiento de Aspe 2015; edición bilingüe castellano-inglés).

Julio Pavanetti comenzó a escribir letras de canciones y música pero, con los años y por diversos motivos, el rock y el blues fueron dando paso a la poesía propiamente dicha. En 1977, debido a la dictadura militar, tuvo que salir de su Montevideo natal y se instaló en Benidorm. Quizá por eso, su obra, influenciada por el exilio y la experiencia personal, tiene un trasfondo de compromiso social y de crítica hacia el mundo que le rodea. La globalización, la pobreza, las injusticias, la mentira y todos esos monstruos que nos acechan han dado forma a una poética llena de denuncia y reivindicación.

En Al roce de la piel callada, el poeta mantiene su voz característica, pero aborda el amor como temática central. El deseo, el erotismo sutil y un sentimiento de fragilidad frente al milagroso enamoramiento se traducen en unos versos llenos de dulzura y carnalidad.

“Qué frágil la belleza de esta noche, / suspendida entre cándidos resquicios / trenzados con la fibra del verano / que convierte tu cuerpo en un océano. // La luna, desprendida de las sombras, / se desplaza entre hormigas blanquecinas / y se tiende a soñar, junto a nosotros, / con el arrullo suave de las olas”.

Su interés por el cuidado del lenguaje y la riqueza del idioma lo llevan a una manera de escribir llena de matices y composiciones estróficas clásicas, que le permiten jugar con la rima y la métrica, para potenciar el ritmo y la musicalidad de los poemas. De esta manera, Julio Pavanetti recrea un clima íntimo en el que disfrutar y dejarse llevar a través de la lectura.

“En la esquina de besos acolchados / se silenció esa gran furia solar, / desintegrada, oh Sílfide del mar, / en átomos profundos y exaltados. // Contra el gris ventanal –pulverizados– / se disgregaron para explosionar, / abarcándonos hasta atravesar / nuestros trémulos cuerpos enganchados”.

La madurez y la decisión de vivir intensamente hacen transitar este poemario entre la propia ilusión y la fuerza de los cuerpos, entre el anhelo y esa realidad que se consume con el roce cálido de la piel. El poema se cobija en la naturaleza para dar forma al ser amado, al paisaje celebrativo que envuelve a la pareja. Todo se vuelve cómplice: la luna, el mar, los astros, las latitudes, los horizontes…

“Caer la tarde desde su infinito / por detrás del gran río / que hoy desciende callado. // Me ahogan en la cúspide tus ojos / y en la paz de sus embalses de sol. // Navegarlos a vela, / cansarme de contar las olas, / respirar en la comisura / de tus párpados y cerrar los míos / para hallarte en mis sueños”.

La brevedad y la conciencia del instante se expresan mediante Tankas y Senryus, dejando ver los gustos e influencias orientalistas de Pavanetti:

“Refleja el sol / en los líquenes verdes / caen las gotas / de sudor por tu rostro / Todo tu cuerpo brilla”.

La atmósfera privada y secreta se va creando a través de las páginas para llegar a convertir los versos en fuego, para describir el deleite y la identificación del otro en uno mismo. Los sentidos se alteran y cada impulso es un trance compartido, un deseo intenso, para culminar en el acto amoroso.

“Mi amor tomó la forma de su cuerpo / curvándose en las venas del placer. // Derretido en la cuna de sus pechos / y en el fuego salino de su piel, / reptó desde su vientre hasta el almendro / florecido –mi leve desespero– / y a su sombra ofrendó su desnudez / atándola al olor de su secreto”.

Los sueños, el tiempo y el viaje son conceptos fundamentales que, en Al roce de la piel callada, parten de la corporeidad para ir más allá, para crear un estado sublime en el que la unión de los amantes es la plenitud y el equilibrio. Desde aquí, el poeta no pierde la perspectiva y recupera la mirada crítica y el contacto con lo que le rodea. Todo es fugaz y nada permanece.

“Me arrullan los rumores de la brisa nocturna / como si fuera el coro de una tenaz quimera, / al tiempo que mi alma se queda, taciturna, / recordando el placer de aquella vez primera. // El sol va ensombreciendo su penúltimo haz. / Se desploma la luz mientras mi duda crece: / ¿Cómo podré esperar un capítulo más, / sin que me aten tus brazos y tu boca me bese?”.

Julio Pavanetti nos ofrece una versión bilingüe de una historia circular, acompañado por las obras de Isabel Marquina. Un ciclo natural que se desborda entre la ensoñación y la experiencia, que convierte lo real en una fantasía que se respira y se siente. Los años, la vida y el camino siempre son muestra de la historia y del presente. Desde este punto, la novedad de este canto amoroso en la trayectoria del autor no dista tanto de sus otros libros. Somos parte de todo lo que nos rodea y no se puede perder la perspectiva. Dice el autor que “afuera en las solitarias calles de la madrugada, / el mundo aún sigue siendo un diseño establecido, / una confusa madeja de energía y circunstancias: / un puzzle turbio que gira lentamente en sus bisagras / y cruza las transparencias que envuelven este espejismo”. La belleza nos persigue, a pesar de todo. Leamos.