“Miro la blancura, la condición del blanco, el pensamiento de su nada en la luminosidad vacía. Oigo su lentitud, la benigna conjetura de su raíz en el lienzo remendado de chaparrones. Las muchachas le hacen peticiones, pan y agujas, hilo, cavilan, pan e hilo, agujas. Miran la blancura. Oyen la oscuridad de la blancura apoyadas en las peticiones”.
Los antecedentes penales del blanco (El sastre de Apollinaire, 2020) es una antología, realizada y prologada por Raquel Ramírez de Arellano, que reúne una selección de poemas de Juan Carlos Mestre sobre relevantes obras de artes plásticas. Max Ernst, Tàpies, Chagall, Picasso, Miró, Marcel Duchamp… aparecen ante la desfiguración de los significados para adentrarnos, atravesando los versos, en un universo que va más allá de lo visible. A través de la lectura, volamos hacia un infinito sin la posibilidad de asideros, con un mensaje que se agarra a la conciencia y permite un remanso en el que despertar, en el que viajar hacia lo sutil.
“Créanme si les digo que lo visible y lo perfecto no cruzan el mismo paso de cebra. Una cosa son las metáforas de la fugacidad pulverizadas sobre los rosales y otra muy diferente la repetición de su desvanecimiento, esa sensación de brigada antinarcóticos registrando el caballo de Troya en busca de la noche primaveral”.
Desde lo concreto, los símbolos intensifican la mirada hasta convertirse en filosofía personal, en reivindicación astuta que transforma lo verdadero en belleza. Así, la dualidad, la unión entre contrarios, las polaridades crean un conjunto en el que existir y moverse. El fondo social que se evidencia en el claroscuro hace posible que la voz crítica y reflexiva de Mestre nos abra el camino de la interpretación, entre dudas y desconciertos.
“los boxeadores regresan a los lugares donde nacieron / en el estómago de las vacas duermen erizos de pan duro / en los corrales sus antiguas novias se abrazan con otros / gimen como gatas o encienden volcanes con una cerilla // es lo que hay: se sientan a la mesa soplan el caldo / se tambalean como perros empachados de manzanas / los aspirantes a espantapájaros son molidos a guantazos / bailarines descacharrados en los maizales del pueblo”.
La niebla, la ceniza y la naturaleza se convierten en piedra angular de un hombre que, lejos de la comprensión y la certeza, vehicula su discurso a través del arte y todas sus aristas para dar forma a un cosmos al alcance de aquellos que dirigen sus ojos (individuales o colectivos) hacia los misterios de la vida. La hermosura, la felicidad, la búsqueda de lo originario, se trenzan con el tiempo y los desequilibrios del entendimiento.
“De pie, orinando contra las rocas de los océanos y / la incertidumbre / Al menos un individuo de cuantos han prestado su / imaginación a otros seres / Averigua algún pormenor de la destruida belleza que no / inventaron los griegos. // Es posible que nadie acuda a testificar sobre la hermosura / ni la felicidad / Que en las mortales estancias donde se cobijan las alimañas / del recuerdo / La voz del origen sea un silencio mediador entre las soledades / y el frío”.
La ironía, construida entre lo cotidiano y lo ilógico, abre la imaginación; impacta sobre la mente para abrirse desde el vacío del blanco y llegar al impresionismo del negro, de las formas que desvelan el subconsciente y nos arrastran hacia las profundidades del poema. Lo visual y lo cósmico calan desde la superficie. La idea, con toda su amplitud semántica, nos abraza y nos recoge en los márgenes de esta antología.
“El Karma de los vampiros tras las persianas de la filogenitura / San Manzana depositario de la esposa de los labriegos / El buitre vestido con técnica de bisabuela / Trotski haciendo zozobrar la barquichuela de la amatividad / La gastritis de Noé Cabernet Sauvignon / El árbol negro de los crédulos y el lavaplatos de los bendecidos”.
Raquel Ramírez de Arellano nos invita, en Los antecedentes penales del blanco,a hacer un recorrido pictórico con poemas incluidos en diferentes libros de Juan Carlos Mestre: Museo de la clase obrera, La poesía ha caído en desgracia, La bicicleta del panadero, La visita de Safo y otros poemas para despedir a Lennon y La casa roja. En el prólogo, dice Raquel que el Mestre-artesano “escribe con el propósito de sacudir al mundo, con un compromiso social factible pero que no parte de las premisas de la elementalidad”. Nos merecemos la poesía. Leamos.
JUAN CARLOS MESTRE (Villafranca del Bierzo,1957). Es poeta y artista visual. Como grabador ha obtenido la Mención de Honor en el Premio Nacional de Grabado de la Calcografía Nacional (1999) y en la VII Bienal Internacional de Grabado de Orense(2002). Ha expuesto su obra gráfica y pictórica en España, Europa y América, editado libros de artista y realizado grabaciones discográficas junto a músicos como Amancio Prada, Luis Delgado, José Zárate o Pedro Sarmiento. En sus recitales poéticos se suele acompañar musicalmente con un acordeón o cualquier otro instrumento que considere oportuno.
Ha realizado las antologías sobre la obra poética de Rafael Pérez Estrada, La palabra destino (2001), La visión comunicable de Rosamel del Valle (2001), la edición comentada de la novela de enrique Gil y Carrasco, El señor de Bembibre (2004) o la antología poética del autor brasileño Lêdo Ivo, La aldea de sal.
Su primer poemario fue Siete poemas escritos junto a la lluvia (1982). A éste le siguió La visita de Safo(1983). Con su tercer poemario, Antífona del otoño en el valle del Bierzo (1986), resultó ganador del Premio Adonais. Durante su estancia de varios años en Chile, publicó Las páginas del fuego (1987) y, más tarde, de regreso a España, La poesía ha caído en desgracia (1992), por el que se le otorgó el Premio Jaime Gil de Biedma. Con La tumba de Keats, escrito y editado durante su estancia en Italia como becario de la Academia de España en Roma, fue galardonado con el Premio Jaén de poesía de 1999. Le siguen El universo está en la noche (2006), La casa roja (2008), obra con la que fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía 2009; La bicicleta del panadero (2012), con la que recibió el Premio de la Crítica de poesía castellana; y Museo de la clase obrera (2018).
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