La crítica feminista desde el arte, denominado arte feminista, comienza en los años sesenta del siglo XX en USA y se consolida llegando a Europa en la década de los setenta. Forma parte de la denominada Tercera Ola Feminista a la que tanto tenemos que agradecer la actual situación de la mujer, explica María Victoria Margarida, comisaria de la exposición Ni un paso atrás. Vanguardia del arte feminista en València que se inaugura el viernes en el Centre d’Art l’Estació de Dénia.
La exposición que presentamos, afirma, quiere dar a conocer la generación de estas mujeres que participaron del movimiento desde su arte con una selección de obras de tres importantes artistas valencianas: Ángela García Codoñer e Isabel Oliver, pioneras del arte feminista en España en los años setenta, y Maribel Domènech siguiendo su estela en los ochenta. Las tres artistas han compaginado su investigación artística con la docencia como catedráticas en la Universidad Politécnica de Valencia.
La muestra pretende invitar a reflexionar sobre la genealogía del movimiento feminista. Conocer la historia de las mujeres que durante siglos han vindicado el derecho de la mujer a ser considerada género humano en igualdad con los hombres, logra fortalecer y consolidar la conciencia feminista. Es empoderamiento.

Isabel Oliver presenta tres obras, dos de ellas inéditas, que pertenecen a la serie Paseos por el Museo (2022) en la que proyecta una relectura del pasado para comprender problemas del presente y provocar una renovación en la mirada hacia los clásicos: cuestiona el uso que se hace del cuerpo femenino en la historia de la pintura construida enteramente desde la visión patriarcal.
Ángela García Codoñer presenta obra de la serie Misses (1974) en la que realiza una crítica rotunda hacia los estereotipos femeninos asignados a la mujer; los inocentes sueños de princesas truncados por la aplastante realidad de la mujer como objeto del deseo masculino.
Maribel Domènech presenta dos trabajos: Géminis (1994) y Acción continua (2004) ambos caracterizados por el hecho de tejer en la intimidad de lo cotidiano y la soledad reflexiva del momento y el acto: el vestido compartido como símbolo de la igualdad entre los dos sexos y el acto de tejer con cables domésticos como fórmula de crear conexiones que faciliten la comunicación. Feminismo de progreso y concordia.
Ni un paso atrás. Vanguardia del arte feminista en València.