En estos días, en que se celebra una nueva edición de PhotoAlicante, también hemos podido apreciar en las redes del reconocido festival y de la Escuela Mistos de fotografía, la información sobre una exposición fotográfica del artista Colombiano Manuel Antonio Velandia Mora, quien residiera por 12 años en Alicante, y que actualmente vive en su natal Colombia desde hace un año.

De la exposición «Fake very fake: la intervención intervenida», se destacan en las redes las imágenes coloridas de artistas de la performance, exhibidas en diversos sitios transitados de Alicante.

Sin embargo, cuando se pasea por esas calles, observamos que las obras de Velandia no están exhibidas; quisimos saber qué es lo que realmente ha sucedido.

Según nos cuenta Velandia, cuya obra es muy afín a la temática “De la percepción a la identidad” que convoca la VII Edición de Photoalicante 2020, ha aprovechado que el festival hace relevante uno de los temas de la cultura contemporánea como lo es la creación de relatos identitarios para realizar un proyecto controversial, en el que toma una serie de Intervenciones urbanas fotografiadas por él en lugares emblemáticos de Alicante.

Son obras producidas durante pasadas ediciones del Festival Internacional de Fotografía alicantino, mezcladas con retratos de artistas queer del proyecto artístico “House of Tupamaras” con sede en Bogotá y realizadas durante el último año, siendo el resultado una obra creada especialmente para ser “exhibida” en nuestra ciudad.

El artista nos cuenta que en este momento realiza un proyecto conjunto con el “Museo Q” de Bogotá; una estrategia curatorial que tendrá un año de duración y que se exhibirá virtualmente y a nivel local y nacional colombiano.

Velandia recalca la idea de que “la identidad es una ficción que nos acabamos creyendo a base de representarla una y otra vez” y que su interés ha sido el de ficcionar una exposición fotográfica en la que la creación de la imagen transmitida a través de las redes de la Internet, conviertan en verdad la imagen publicada, ratificando así la idea de que por el hecho de ver las fotografías se considere que “la imagen es una representación de la realidad”.

A este fotógrafo le interesa lo que dice Fontcuberta, considerado el gran renovador de la fotografía en España: “el buen fotógrafo es el que miente bien la verdad” y como artista, se soporta en esta idea para crear un doble juego de las identidades: el de las imágenes y personas transitadas y el de las imágenes “fakeadas”.

Los resultados de la edición fotográfica y el maquillaje son un fake, nos dice. La fotografía igualmente se puede maquillar para afirmar con la imagen lo que nosotros queremos contar y cómo lo queremos divulgar, siendo lo publicado aquello que termina creyendo el espectador.

La ficción creada por maquillaje y aderezada con el vestido, choca con lo que las personas piensan que “debe ser” un hombre. La imagen de una persona cuyo género se nos antoja fluido, aun cuando es una transgresión, es también la evidencia de una realidad; evidencia que se hace más evidente cuando de ella vemos una fotografía, porque la fotografía se comprende como la verdad de las cosas, una verdad que convierte la ficción en belleza, como igualmente lo hace la fotografía.

Solemos creer en lo que vemos y asumimos que lo visto es la verdad; la fotografía es la verdad revelada; ya de esto tenemos historia en Alicante con los proyectos de la fotógrafa Cristina de Middel.

El fake artístico no es una novedad, nos recuerda Velandia. El IVAM presentó en Valencia, a finales de 2016, la primera gran exposición que intentaba explicar lo que es el fake en el arte; “Fake. No es verdad, no es mentira”. El montaje, que fue comisariado por Jorge Luis Marzo, reunía 44 obras que pretenden ser verdaderas cuando, en realidad, sus imágenes “son mentira”, decía el catálogo es positivo; el proyecto «Fake very fake” es una mentira bien contada. Un proyecto que por más falso que aparezca no deja de ser real.