Una película sobre historia y salud parece no ser lo más atractivo cuando de un buen plan se trata, pero “120 Pulsaciones por minuto” ha sorprendido a la crítica internacional y muy seguramente seguirá cosechando premios.

La película “120 Pulsaciones por minuto” no pasará desapercibida a cualquier persona cualquiera que sea su orientación sexual o su estatus como persona afectada o infectada. Sorprenderá a los más jóvenes porque en su corta existencia no han visto como se puede ser tan creativo y subversivo a la vez, a los mayores porque les recuerda su vida, sus temores y conflictos frente al sida, y a unos más porque la vida les pasó sin pena ni gloria y no logran comprender cómo pudo pasar sin que ellos se dieran cuenta.

El sida más que una enfermedad de transmisión sexual es una pandemia, algo que pasa en todo el mundo al mismo tiempo. Una situación de salud que era mortal, pero que ahora es tratable, por lo menos así lo es para quienes viven en países desarrollados.

Inicialmente no había tratamiento, todos los pacientes morían; luego lo hubo y se obstaculizaba sistemáticamente el acceso a este y las instituciones de salud se negaban a atenderlos; se sabía que los condones eran efectivos, pero no se permitía hablar de ellos en las escuelas; las familias preferían callar e incluso, lo hacían quienes vivían esta situación; esto último permanece casi igual.

El temor para hablar sobre las sexualidades y a reconocer las diversidades; el pánico a estar cerca a quien vivía con el VIH, virus de la inmunodeficiencia humana, que causa el sida o de adquirirlo casualmente, cosa que es imposible, convirtieron en parias a quienes estaban infectados o simplemente éramos afectados. Nos convirtieron en excluidos, fuimos víctimas de los más horrendos crímenes de odio, lo terrible es que aún lo siguen siendo así. En parte esa es una de las razones por las que en Colombia me amenazaron de muerte, atentaron contra mi vida y me obligaron al exilio en España.

Cartel 120 Latidos por minuto

Cartel 120 Latidos por minuto

Sobre toda la problemática en torno al sida trata la desgarradora historia que se relata en “120 Pulsaciones por minuto”. La cinta hace visible lo que nunca quiso contarse, nos muestra a personas que pasaron de víctimas a héroes, seres que se atrevieron a romper el tabú y dar la cara, no solo como homosexuales, drogadictos endovenosos, trabajadores sexuales sino también como portadores de lo que empezó siendo casi “una pena de muerte”.

 

La película me recuerda, de alguna manera, uno de los aprendizajes más importantes de mi vida. Algunos me ven como una persona radical y esta película me permite recapitular por qué me convertí en víctima del conflicto armado colombiano, por lo anterior cuento brevemente cómo me decidí a ser #ARTivista #SubverSida.

Tiene una relación directa con haber conocido en Montreal a ACT UP-Canada (en español: Pórtate mal) acrónimo de la AIDS Coalition to Unleash Power (Coalición del sida para desatar el poder); con ellos escribimos y promulgamos el “Manifiesto internacional de los derechos las personas viviendo con sida”, en la Conferencia Mundial de Sida realizada en Montreal (06/89), en la que fui el primer latinoamericano no miembro del equipo de salud en ser invitado a ser ponente.

Decidí vivir con el sida. No digo que haya que estar viviendo con el VIH para tener un estilo de vida positivo, porque si el sida no te hace diferente, entonces el autocuidado tampoco tiene que ser diferente… bueno, yo uso condones desde 1983. Luego conocí ACT UP-NY y con ellos, durante tres meses, hice algunas acciones; mi militancia política se hizo más radical. Igualmente, opté por hacer del arte un lenguaje político y de mi vida una experiencia centrada en investigar sobre el rechazo social a los portadores del VIH/sida y sobre cómo lograr el acceso a medicamentos, lo que me llevó a trabajar en 34 países y a la creación de legislaciones al respecto, no solo en Colombia.

Me parece muy importante la película “120 Pulsaciones por minuto”, porque nos muestra no solo una historia, sino que evidencia otras maneras de actuar; incluso, nos ayuda a aprender que ser joven y sano tiene un sentido, y que estar viviendo una condición de salud no implica “echarse a morir”.

Donner=Lutter

La recomiendo a los jóvenes, pero también a quienes en esos tiempos sintieron el peso del rechazo social relacionado con la pandemia, el que en algunos casos motivó incluso amenazas de muerte, como es mi caso.

 

Ambientada en los arranques de la pasada década de los 90, en el gobierno de François Mitterrand, en el París del alcalde Jacques Chirac, se centra en las acciones de ACT UP París. La cinta es en parte autobiográfica, se relaciona con la vida de Robin Campillo (guionista y director) y del coguionista, Philippe Mangeot. Los actores Nahuel Pérez Biscayart y Arnaud Valois son sus dos jóvenes protagonistas.

Almodóvar la ha destacado, recibió el Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Cannes, estuvo a punto de ser nominada a Mejor Película Extranjera en los Globos de Oro, muy seguramente la veremos en los Oscar, pues ya ha sido por la crítica norteamericana.