Las modas y los virus tienen en común que se extienden con similar rapidez y despreocupación. Este siglo XXI sigue sin parecer felizmente futurista como se le esperaba, una nueva crisis pone en suspenso la cotidianeidad y provoca un vuelco global de proporciones todavía desconocidas. Hemos entendido muy rápido que la responsabilidad es cosa de todos y, a grandes rasgos, el moderado civismo que estamos demostrando como sociedad merecería también una aclamación popular, como la que se viene escuchando desde los balcones de las ciudades al anochecer. Vamos de susto en susto, y echamos un tanto de menos ese siglo XXI que nos contaron y que no acaba de llegar. Como se puede leer estos días en no pocos tuits y memes: «en 2020 no tendremos coches voladores, pero parece que aprenderemos por fin a lavarnos las manos correctamente».

Ahora que se nos recomienda evitar el contacto cercano en los saludos y no abrazarnos, y abrazar es algo muy nuestro, no sabemos ya si saludar en la distancia, si hacer el saludo de mano del galáctico y sabio Dr.Spock de Star Trek, o si adoptar definitivamente las costumbres japonesas y hacer una delicada reverencia a todo el vecindario. Como los maltrechos replicantes de la ochentera película Blade Runner, nosotros también estamos viendo cosas que hace un tiempo no hubiésemos creído; vemos supermercados aparentemente desabastecidos como en una economía de guerra (con especial predilección por el papel higiénico entre los múltiples bienes de consumo), vemos cerrar espacios públicos, incluidos teatros, cines y salas de espectáculos, con el consecuente desastre para los diarios trabajadores de la cultura, que al igual que los demás trabajadores afectados merecen nuestro respeto y consideración.

La programación cultural de cercanía es una de las grandes afectadas por la pandemia y perdemos todos. Cultura es también permanecer en casa deglutiendo series desde los portales al uso, acceder a música y películas en red y hasta acordarnos de los pacientes libros que nos esperan en las estanterías y nunca reprochan la tardanza. Entre las iniciativas en red que más consuela destacar está la unión entre músicos que está propiciando múltipes conciertos íntimos transmitidos vía facebook o instagram, o la del poeta Ben Clark con su llamamiento a los versos (#coronaversos) realizado desde su twitter. Y vosotros, queridos seguidores de la cultura cercana, ¿cómo tenéis pensado alentar la cultura en estos días de recogimiento y responsabilidad?