Se cumplen en enero próximo veintitrés años de la muerte del poeta Jaime Gil de Biedma (1929-1990), a consecuencia del SIDA, que padecía desde 1985. Inscrito dentro de la generación literaria de los años 50 ha sido catalogado como representante de la “poesía de la experiencia Villena, aquella que consiste en textos “escritos racionalmente”, en un estilo y forma realista y figurativo”, casi coloquial.

Su vida, que ha dado origen a una película basada en su biografía y algunos  documentales, ha interesado tanto como su obra, reunida en unos escasos volúmenes. Según su amigo y coetáneo Juan Agustín Goytisolo, Gil de Biedma escribió lo justo y necesario. Cada verso suyo era una pieza que él bruñía con empeño de orfebre hasta dar con “le mot juste”. No era necesario más ni el poeta se permitía menos.

Nacido en el seno de una familia rica, relacionada con un imperio empresarial tabacalero con sedes en países exóticos, el futuro escritor iba camino de ser  abogado, catedrático o diplomático, pero el destino quiso que se ocupara como ejecutivo en la misma empresa donde había trabajado su progenitor. En Filipinas, el rico heredero de esa familia de notables e ilustrados (a la que pertenece también la política Esperanza Aguirre), el poeta encontraría un edén con jóvenes nativos. Miguel Dalmau, biógrafo del poeta, indagó en este aspecto de su vida para escribir el guion de El Cónsul de Sodoma (2010), película  española en la que el rol de Gil de Biedma es interpretado por el actor Jordi Mollá y por la malograda modelo, cantante y actriz Bimba Bosé en uno de los papeles principales, como Bel,  la mujer con la que Gil de Biedma quiso casarse para dar una apariencia de “normalidad” a su vida de hombre de negocios. El matrimonio se frustró por la aparición de unas fotografías que lo mostraban en situaciones comprometidas.

En sus dietarios fechados entre 1956 y 1985, y en su Diario del artista seriamente enfermo (1974), el poeta relata sus experiencias sexuales y amorosas, al igual que en algunos de sus poemas más célebres y logrados, como Pandémica y Celeste. En los años del franquismo ser homosexual estaba mal visto, tanto por la sociedad de la época como por el mismo Partido Comunista, al que Gil de Biedma quiso ser admitido pero fue rechazado, lo mismo que pasó con su candidatura a una plaza de docente.

EL AUTOR COMO LECTOR

El poeta y profesor Dionisio Cañas, autor del prólogo de una de las ediciones de la obra poética de Gil de Biedma, señala que uno de los rasgos que definen su identidad poética es su condición de “poeta lector”, por su constante recurso a las alusiones literarias. En numeroso poemas cita a sus poetas predilectos, como John Donne o Eliot y otros poetas en lengua inglesa que fueron sus claras y confesadas influencias literarias. “Lo normal es no escribir, lo normal es leer”, solía decir con esa gracia y lucidez que sus amigos y conocidos recuerdan. Jaime Gil de Biedma tenía fama de buen conversador, tal vez debido al ejercicio del diálogo culto y brillante que practicaba en casa, en compañía de su familia. En la mansión donde vivían holgadamente él, su padre y hermanos, se pasaban las noches en blanco charlando, comiendo y bebiendo.

Pese a todo, nunca fue un pedante letraferido, como tantos otros. A pesar de su origen aristocrático, algo que le pesaba y le provocaba mala conciencia,  por  ser “señorito de nacimiento” y sentir vergüenza por “los palos que no le habían dado”, era un ser moral y socialmente comprometido.  En su poesía se advierte un lado humano cercano a la cultura popular que revela su afecto y solidaridad con la clase trabajadora. En La novela de un joven pobre, describe las miserias de Pacífico Ricaport, “pobre y muy sensible y guapo, además, que es peor/sobre todo en los países/sin industrialización”.  O en Muerte de Eusebio, un hombre humilde, tal vez un sirviente, con estas palabras: “Cuando solo entendíamos/ la sonrisa adorable de tus dientes sucios/ y tus manos deformes como pan/para nosotros, en la mitad del mundo”.

MON SEMBLABLE, MON FRÉRE

La poesía con tintes eróticos es quizás lo más relevante en los delgados recopilatorios publicados y en sus antologías. También la que hace referencia a sus amistades con miembros de su cenáculo literario generacional, Carlos Barral, Goytisolo, Gabriel Ferrater, Jaime Salinas. Sin olvidar los poemas que hacen alusión a la época que sufrió en una España vacía de libertades en la que estos poetas nuevos intentaban iluminar nuevos derroteros, acosados por la censura en muchos casos. “Barcelona y Madrid eran algo humillado/Como una casa sucia, donde la gente es vieja” (Años triunfales”). La mirada irónica que dirige a veces a sí mismo, la arroja sobre su propio país, en Apología y petición, escrito en una forma medieval (sextina). Un poema social, duro que comienza así:

¨ Y qué decir de nuestra madre España

Este país de todos los demonios

en donde el mal gobierno, la pobreza

no son, sin más, pobreza y mal gobierno

sino un estado místico del hombre,

la absolución final de nuestra historia?

Con el tiempo y la vejez, el poeta va perdiendo toda esperanza en un futuro mejor. Y cae en el nihilismo y la angustia, el tedio vital que solo pueden mitigar el sexo y el alcohol. Lejos quedan atrás los días jubilosos de encuentros con sus cofrades escritores y el fulgor luminoso de la carne que relata en Pandémica y Celeste:

“Mi amor,

Íntegra imagen de mi vida,

Sol de las noches que le robo.

Su juventud, la mía

-música de mi fondo-

sonríe aún en la imprecisa gracia

de cada cuerpo joven,

de cada encuentro anónimo, iluminándolo”.

El desencanto se lee en No volveré a ser joven, un poema que ha sido musicalizado y que se cita a menudo: “Envejecer, morir/ es el único argumento de la obra”.

Las premoniciones de muerte asoman en sus poemas, mucho antes de que deje de escribir y se recluya con “poca hacienda y memoria ninguna”, “entre las ruinas de mi inteligencia” (De vita beata).

El poeta “cónsul” de Sodoma atrae por su capacidad de emocionar. Walt Whitman, con el que tiene ciertas cosas en común, decía que quien tocaba sus versos tocaba a un hombre. Leer su obra, una de las fundamentales dentro de su generación, es sentir el cuerpo palpitante de un ser humano dolorido, a veces indignado, otras veces sensual y como él decía, parodiando a Baudelaire, un “semblable”, un hermano .