Sonia Megías se considera compositora y desde hace ocho años también cantante. En ella conviven las disciplinas artísticas de la música, la puesta en escena, o las bellas artes, lo que le da recursos para diseñar partituras gráficas, escultóricas y audiovisuales donde implica al público, y en las que concibe la música como herramienta de tránsito espiritual.
Aun siendo de Almansa, desde 2019 se ha hecho alicantina. Se encuentra feliz. Ha vivido en ciudades grandes como Madrid o Nueva York, pero ahora necesitaba un lugar tranquilo para inspirarse y componer: inicialmente fue Altea y ahora es Santa Pola. La presencia del mar se ha convertido en un elemento esencial para ella.
Pregunta: Eres compositora pero también improvisadora.
Respuesta: Improvisar es una canalización directa, sin ataduras. Improvisar es hablar, y el lenguaje de la música es necesario hablarlo, no leerlo o memorizarlo como se nos instruye en el mundo académico, tan lleno de dogmas. Es importante que el lenguaje musical nos dé alas para ser capaces de expresar lo que somos, y no para imitar a unos supuestos ‘grandes maestros’ que no tienen nada que ver con nuestra realidad cotidiana.
P: Explícanos tu titular “El aprendizaje del arte, como el de la vida, sólo puede ser por contagio”.
R: No sólo por contagio, sino también por irradiación. Un oficio se aprende de alguien que lo irradia, que lo conoce a fondo, que le entusiasma y que lleva años ejerciéndolo. Alguien irradia aquello que hace de verdad, en lo que cree, a lo que se entrega.
Como compositora he podido aprender de muy cerca con profesores con quienes he convivido incluso en la misma casa, como fue el caso de Juan María Solare en Colonia, de Bunita Marcus en Nueva York o de Pauline Oliveros en Kingston. Observar qué hace un compositor desde que se levanta hasta que se acuesta, qué desayuna, cómo viste, cómo escucha los ensayos de sus obras, y un gran etc. Eso es aprehender, en el sentido amplio de la palabra.
P: Codiriges junto a la poeta Eva Guillamón lo que tú llamas el ‘ensemble de geometría variable’ Dúa de Pel. Al escucharos, a mí me pareció sobre todo una propuesta mágica. Vuestro último disco es ‘Madera de pájaro’.
R: Presentamos nuestro último trabajo discográfico hace un año en el Auditorio Nacional de Música, junto al marimbista Miguel Ángel Real, el percusionista David Mayoral, María Ruiz al contrabajo y dos alicantinos al sonido y las luces: Kevin Adkinson y Saoro Vicedo.
Dúa de Pel es principalmente un dúo vocal, pero nos encanta actuar con otros músicos, por eso lo de ‘geometría variable’. En este momento, y por el 110º aniversario de la Banda Sinfónica Municipal de Alicante, tenemos un proyecto a medio plazo de cantar en el ADDA junto a la banda y con proyecciones de obras pictóricas de María Dolores Mulá.
P: Diriges en Alicante el CoroDelantal y en esta línea supongo diriges también la editorial de música EdicionesDelantal. Cuéntanos la historia de estas propuestas.
R: Durante mi estancia de cuatro años en Nueva York, primero trabajando como compositora y copista, y más tarde gracias a la Beca Fulbright, creé el CoroDelantal, una iniciativa de experimentación vocal que me permitió poner en práctica mis partituras más multidisciplinares: partituras gráficas, táctiles, comestibles, vídeo-partituras… En una galería del SoHo realicé en 2011 mi primer Mono+Graphic, que fue una exposición de estas partituras con la intervención del coro. La editorial la creé en Nueva York ese mismo año, llamándola originalmente DelantalEditions; hoy la continúo como EdicionesDelantal en mi sede de Santa Pola.
P: Háblanos de tu fanzine ‘LaVidaenMúsica’. ¿Cuál es su misión en el sector?
R: Al cumplir 40 años el junio pasado me puse como desafío crear una comunidad online de aprendizaje. Una mezcla entre clases de música, red social y blog personal. Puse una cuota de suscripción (desde 2€ al mes) porque me parece necesaria la implicación material a modo de micro-mecenazgos y porque prefiero no incluir publicidad.
La fanzine cuenta con siete secciones, que pasan por entrevistas a personas fascinantes, vídeos mudos surrealistas, crónicas sobre otras disciplinas artísticas o la confesión de mis procesos creativos. La dirección web es LaVidaenMusica.es.
P: He conocido tu compromiso con las personas con diversidad funcional: fuiste embajadora del festival ‘Una mirada diferente’ del Centro Dramático Nacional; creaste una eco-cantata para el Aula Social del Teatro Real llamada ‘Somos naturaleza’, en la que participaron personas con autismo y síndrome de down; has realizado diversos ‘Talleres de cuerpos sónicos’. De este asunto ¿en qué momento estás?
R: Trabajé muchos años con la música como vehículo para la integración en personas con diversidad funcional. Muy hermosa esa labor. El último proyecto que realicé fue en 2019, antes de la pandemia, con mi VIII Mono+Graphic en el Centro Cultural Conde Duque (Madrid), en el que participó el Psicoballet de Maite León junto a Rosa Torres-Pardo o el Coro de Jóvenes de Madrid. Desde que me vine a la zona de Alicante no han surgido más actividades a este respecto, pero estoy abierta si alguna asociación desea realizar un taller de cuerpos sónicos o similar.
La música nos ayuda a percibirnos como una sola cosa. La música unifica. Tuve la suerte de dirigir al Coro y la Orquesta de la Dignidad en marzo de 2014, como concierto final de las Marchas de la Dignidad, con más de 1000 personas en el coro y la orquesta y más de 2 millones en el público, en la Plaza de Colón (Madrid). Nunca estuve en medio de una experiencia más catártica que aquella.
P: Tienes también un compromiso con la igualdad: has recibido varios homenajes por tu trabajo como mujer emprendedora, has trabajado muchos años para el coro feminista de Madrid, has escrito el único ‘Stabat Mater’ feminista de la historia de la música.
R: Vengo de una familia de mujeres muy fuertes. Mi tía abuela era la delegada de Sección Femenina en Almansa, mi madre es empresaria y ha presidido varias asociaciones, sólo por ponerte algunos ejemplos. Cuando marché a Madrid conocí a mujeres puntales dentro del feminismo, como Yayo Herrero, Laura Mora, María Bustelo… con las que sigo manteniendo amistad.
La música, como tantos otros, es un sector masculinizado. Es necesario que las mujeres ocupemos un espacio de liderazgo. Me gusta mucho ver que en Alicante el sector de la cultura está liderado por mujeres como Rosa Castells, Gertrud Gómez, Pilar Tébar o Mª José Cerdá, que me realizan una labor admirable. Y sí, mi Stabat Mater feminista fue un encargo del Ayuntamiento de Madrid bajo la legislatura de Manuela Carmena.
P: En 2022 participaste con un concierto monográfico en el Festival SoniArt en el MACA. ¿Cómo te integraste entre tanto saxofón contemporáneo?
R: La propuesta de SoniArt surgió de dos encuentros previos con José Antonio Antón Suay: el primero fue hace 15 años, pues formó parte de la orquesta en mi obra La mitad del camino, en el Teatro Regio de Almansa; el segundo encuentro fue en 2020 en el ADDA, en el Festival Ensems / Festival Contemporáneo de Alicante, en que la Banda Sinfónica Municipal me estrenó la obra Metatrón y José Suay tocaba de solista en otra obra del mismo concierto.
De ahí, el Lumina Ensemble no sólo me hizo la propuesta de su Festival SoniArt sino también el encargo de la obra Udnámekam. Una historia mágica de la música, que estrenamos el 30 de diciembre también en nuestro maravilloso lugar de trabajo: el MACA.
P: Tienes mucha trayectoria en laboratorios de experimentación vocal. ¿Cómo valoras tu experiencia en didáctica de las voces para gente interesada o profesional que participa contigo? (Ejemplos: Voces bravas, Conde Duque enCantado o Un coro amateur…).
R: La planteo siempre desde lo lúdico, generando un espacio de expresión de la individualidad de cada cual dentro de la escucha colectiva. Sí, mis comienzos fueron con el Coro de Voces Bravas de Madrid, que dirigí de 2005 a 2007, y lo he ido mejorando y practicando en otros espacios corales de forma internacional. Es importante impulsar que cada cual exprese su identidad, y disfrutar del proceso de ensayos o entrenamientos más allá del objetivo de hacer un concierto.
P: Has creado un proyecto vinculado a la revitalización de las culturas originarias como en el Salvador para la activación de la lengua náhuat y que has presentado en foros y congresos.
R: En 2012 me invitó la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID) a dirigir 7 coros y 3 orquestas juveniles en El Salvador durante un mes y medio, montando un concierto gigante como cierre. Me dediqué a preguntar acerca de la lengua originaria del país y nadie de esos cientos de personas la conocía. Así que investigué hasta dar con el náhuat, y eso me llevó a realizar un proyecto precioso que duró siete años, hasta 2018, llamado Ne nawat shuchikisa (El náhuat florece), que podéis ver en este documental.
P: Tu trabajo, afortunadamente, invade el espacio público. Desde 2011 en tu currículo hay una detallada muestra de lo que tú llamas procesiones armónicas, unidas a iniciativas como ‘Habitar el barrio’ en Madrid.
R: Nueva York fue para mí una ciudad muy estimulante. Una de las iniciativas que comencé allí, aparte del CoroDelantal, EdicionesDelantal y los Mono+Graphic, fueron las Procesiones armónicas. Éstas consisten en recorrer las calles más transitadas de un barrio o ciudad cantando o tocando el intervalo de 5ª justa que forman las notas Sol-Re, y repartiendo pegatinas en las que van escritas una serie de preguntas-semilla. Si bien la procesión sirve para armonizar los lugares, las preguntas tienen el objetivo de resignificar nuestra existencia en la humanidad.
P: Los espacios de arte son para ti un escenario esencial de intervención desde la música. Los proyectos que has desarrollado en ellos tienen como resultado la relación entre el arte y la música, por lo que me parecen muy estimulantes para el público.
R: Me he desarrollado de forma paralela en la música y las artes plásticas, por lo que para mí, éstas y la puesta en escena van unidas. El público de mis espectáculos está implicado siempre de algún modo: bien participando del proceso creativo, bien ‘sufriéndolo’ físicamente. He trabajado en centros de arte como el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza (Madrid), el Centro de Arte Dos de Mayo (Móstoles) o en la actualidad, el MACA de Alicante. La imbricación de las artes borrando las fronteras entre ellas me parece siempre una maravilla para los sentidos.
P: Te voy a enumerar una serie de conceptos que tú manejas para que nos los resuelvas: ‘piezas de género ínfimo’.
R: En Madrid y en Nueva York he trabajado mucho como pianista de cabaret y géneros derivados de éste. Desde hace seis años tengo un espectáculo con Aldegunda Vegara llamado ‘Las diosas y el cuplé’, que es divertidísimo. El cuplé es el cabaret español, y forma parte de la llamada ‘revista musical’ o ‘género ínfimo’, llamado así en comparación con la zarzuela, a la cual se la denomina como ‘género chico’, comparándola con músicas más ‘serias’ como sería la ópera o el ballet.
P: ‘Partitura comestible’.
R: He elaborado dos obras en las que el público ha de comer. La primera fue mi obra de fin de carrera, en el Conservatorio Superior de Murcia, llamada Ffrraarr, para orquesta sinfónica y bolsas de quicos. La segunda partitura es Templo, que estrené en el Centro del Carmen de Valencia con el CoroDelantal junto al Cor de Dones A Cau d’Orella, y que estuvo impresa en oblea y acabamos repartiéndola al público a modo de comunión.
P: ‘Placas rompibles’.
R: Uno de los encargos que me ha hecho el INAEM derivó en mi obra Sshhcrack!, para seis placas y siete instrumentos, que estrenó en el Museo Reina Sofía el Ensemble 20/21, formado por solistas de la Orquesta Nacional y dirigidos por Joan Cerveró. Las placas eran de materiales rompibles (madera, cerámica y poliespán) y al acabar la obra los músicos las rompían para que saliera despedida la energía que habían recibido por parte de la obra y de los ensayos de la misma.
P: ‘Cuerpos sónicos’.
R: Inventé este concepto para el festival ‘Una mirada diferente’ del Centro Dramático Nacional, donde estuve dos años impartiendo los talleres de música para la integración de personas con diversidad funcional en el contexto teatral. No me parecía correcto llamarle ‘taller de experimentación vocal’ porque realmente experimentábamos con el cuerpo entero.
P: ‘Partitura espectral’.
R: No tiene nada que ver con los espectros (ríe). La Música Espectral es una corriente de pensamiento musical que nació en Francia en los años 70 de la mano de compositores como Gèrard Grisey o Tristan Murail, con el cual estudié en Nueva York. Obtuve una beca en 2005 para estudiar esta corriente en la Vila Medici de Roma con algunos de sus impulsores. Esta corriente compositiva consiste en el análisis de la materia del sonido como punto de partida para la creación de obras. Me interesa mucho esa visión, la practiqué durante algunos años.
P: “Una notación musical se puede tocar, oler, pasear, incluso saborear”.
R: Sí, con esto me refiero a lo que he llamado mis ‘Partituras raras’. Se pueden oler si son de materiales como cuero o madera, se pueden saborear si son de oblea o quicos, se pueden pasear si son partituras-mandala, como mi Contrapunto Fonémico gigante, que ha llegado a medir 800 metros cuadrados.
P: Has obtenido varias becas en residencias de artistas. También has pertenecido a colectivos de artistas como Acción 15+1 o Sigilosamente, ambos en Madrid.
R: Las becas en las residencias de artistas como Casa de Velázquez (Madrid), Vila Medici (Roma), I-Park (Connecticut) o MACCMO (Galicia), entre otras, han subrayado la dimensión multidisciplinar de mi trabajo, gracias a la convivencia y la colaboración cotidiana con artistas de otras áreas. Esto ha supuesto para mí un salto y una apertura impresionantes.
Por otra parte, pertenecer a grupos de performance y creación me ha puesto el cuerpo activo en espacios públicos y centros de arte, y me ha preparado para poder generar iniciativas tan originales como Dúa de Pel o el CoroDelantal.
P: En otro orden de cosas, prácticas kárate y eres cinturón naranja. Hablas inglés, americano y británico.
R: ¡Ya casi cinturón verde! El kárate me encanta porque me saca totalmente de la cabeza y me ayuda a estar en el cuerpo. Los idiomas como el italiano, el francés, el portugués y también el inglés o algunos que conozco muy poquito como el alemán, el náhuat o el nepalí me han abierto muchas puertas. Es necesario poder comunicarse con el mundo.
P: ¿Puedes indicarme una conclusión?
R: Un consejo a quien me lea es que no tengan miedo de seguir sus sueños y sus intuiciones. Que no se encierren en convencionalismos.
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