Las plantas aromáticas, en sabia proporción y bien combinadas, han dado lugar a variedad de herberos. Actualmente son una bebida social que ponen punto final a las comidas, pero tradicionalmente han sido preparados medicinales asociados a enfermedades locales, de ahí su gran diversidad. “Anem a fer herbetes” se decía cuando, por la Asunción, se iba al campo a recoger hierbas para hacer infusiones y licores. Entre las más comunes se encontraba el cantueso, la manzanilla, el timó real, la salvia o rabo de gato.
La investigadora del Instituto Universitario de Investigación (CIBIO), Vanessa Martínez Francés, autora de la tesis “Etnobotánica y etnofarmacología de los licores herbales del Mediterráneo occidental: fórmulas e ingredientes” ha realizado un exhaustivo trabajo de estudio y recopilación.
El área de análisis se ha centrado fundamentalmente en la Comunidad Valenciana (donde ha recogido casi 400 fórmulas) habiéndose ampliado el estudio al sur de Cataluña, sur de Aragón y Andorra, este de Castilla la Mancha, norte de Murcia e Islas Baleares.
Las prácticas relativas a la elaboración casera de preparados hidroalcohólicos es una información que se transmite de forma oral. Según Vanessa Martínez desde que comenzó el estudio hasta ahora “la pérdida del conocimiento tradicional ha sido grande. En el primer periodo (2000 a 2011) prioricé a las personas mayores entrevistando a informantes con edades comprendidas entre 70 y 93 años. En el segundo periodo, hasta el 2018, realicé entrevistas a los más jóvenes, con la intención de evaluar el grado de transmisión del conocimiento, pues tras esa década, en muchos casos ya se había producido el reemplazo familiar”.
Con objeto de recabar información, Martínez ha entrevistado a 277 personas. El 70% de los entrevistados eran varones, que son quienes atesoran los secretos de la elaboración de los herberos. A juicio de Martínez esto se debe a que “las mujeres han sido las encargadas de custodiar la salud familiar, pues eran las que se quedaban en el hogar al cuidado de los pequeños y  los mayores. Por eso, tanto el huerto familiar como la jardinería de patios y balcones, albergaba el botiquín natural al que recurrían para preparar las medicinas de la familia. El hombre en cambio, generalmente trabajaba fuera del hogar. En las áreas montañosas, el trabajo del hombre era agrícola, ganadero o de recolección, por lo que recorrían el territorio y conocían bien los recursos de su entorno”.
La tesis documenta 569 fórmulas de bebidas alcohólicas tradicionales que contienen 215 ingredientes (casi exclusivamente botánicos, 212 plantas, 2 hongos y 1 ingrediente de origen animal). Según la investigadora “el 60% de las especies vegetales son silvestres, el 34% cultivadas y solo unas pocas, importadas (6%)”.
Una dificultad a la que se ha enfrentado el estudio, hace referente a la nomenclatura popular. “Mientras que el Dictammus hispanicus con fama de planta afrodisiaca, en castellano se denomina faragola, en Alicante se la conoce como timó real, en Valencia se le llama alfábega de pastor, en Castellón gitam y en Tarragona lletimó, lo que genera confusión”.
Una de las principales conclusiones de la investigación plantea que “en dos décadas, se ha registrado un empobrecimiento del 70% en la diversidad de ingredientes vegetales empleados, así como la perdida de usos medicinales y de su conocimiento”.
Esto se debe, a su juicio, “a que la sostenibilidad de estas prácticas está fuertemente limitada por la pérdida general de conocimientos tradicionales locales y por la escasa disponibilidad de algunas de las especies silvestres más apreciadas”.
Según recoge el trabajo “la mejora de la higiene, la nutrición y en el sistema de salud, los cambios en los sistemas rurales y la sobreexplotación de algunos recursos, la ilegalización de la producción de destilados caseros y la rotura del conocimiento médico en la transmisión intergeneracional, son las principales causas que explican esta pérdida parcial del saber popular”.
El estudio también hace referencia al Dictamnus nombre oficinal usado para un grupo de plantas herbáceas medicinales que desde el siglo IV a.C. se han empleado para problemas ginecológicos, respiratorios, digestivos y del sistema nervioso central, como anti-infeccioso y anti-parasitario, entre otros. “Fue utilizado en numerosos preparados medicinales compuestos, que eran dispensados en las boticas romanas y medievales. Dictamnus formaba parte de antídotos o remedios universales con preparaciones elevadamente complejas tales como la Tríaca magna o el Mitridato, cuyas fórmulas portaban más de 100 ingredientes” explica Martínez. “Entre los años 1000 y 1700 Dictamnus se empleó en complejos preparados para el tratamiento de 35 patologías diferentes. A partir del año 1900 se han reconocido usos para un total de 47 categorías de diferentes enfermedades. La importancia de esta tradición medicinal ligada al Dictamo es tan fuerte que se transfirió de España a América Latina, aplicándose no solo los nombres, sino también los usos mágicos y medicinales”.
La tesis ha sido dirigida por los profesores Segundo Ríos Ruíz y Diego Rivera Núñez y la parte fitoquímica se ha realizado en la Unitat de Farmacologia i Farmacognòsia de la Facultat de Farmàcia de la Universitat de Barcelona; en el Centre for Pharmacology and Phytotherapy de la School of Pharmacy, University of London (UK); en el Laboratorio de Fisiología Vegetal, del Departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Murcia y en el Agrobioinstitute y en el Centre of Excellence in Plant Biotechnology de Sofía (Bulgaria).
Con la finalidad de transferir el conocimiento generado por este estudio, el Centro Iberoamericano de la Biodiversidad de la Universidad de Alicante, Cibio, ha publicado el manual titulado “El herbero alicantino: manual básico para su elaboración” y parte de la información etnobotánica recolectada se ha incluido en las guías del Museo de la Biodiversidad y de la Estación Biológica de Torretes-Jardín Botánico de la UA. Como complemento al mismo, desde el 2013 y bianualmente, se celebra una feria popular conocida como Fireta de l’Herberet, con conferencias, talleres, excursiones de campo y cursos especializados. La gran acogida de esta feria ha permitido que sea ya un evento consolidado que se incluye en la programación del Jardín Botánico de la UA.