El pasado 29 de junio, se presentó en el Espacio Séneca de Alicante “Las canciones que te salvaron la vida”, un proyecto literario que creamos Pepa Navarro y yo, bajo el auspicio del Ayuntamiento de Alicante, en su convocatoria de ayudas para fomentar la investigación, creación artística e innovación, edición 2021.
La aventura de poner en marcha un proyecto dual, en el que cada uno de nosotros ha aportado su pasión por las letras, —en el caso de Pepa a través de los relatos que configuran su libro “Ventanas y otros relatos. Banda sonora de una pandemia” y en el mío con el poemario “El tiempo que me diste”—ha resultado, quizá sin saberlo, pero en todo caso, imaginándolo así, una experiencia agradable sobre todo en lo que al resultado se refiere.
En esta ocasión, voy a centrarme en lo que ha supuesto la concepción de “Ventanas y otros relatos. Banda sonora de una pandemia”, y que la propia autora resume así:
“En los doce primeros meses de una pandemia que no ha terminado, nacieron estos diez relatos, un conjunto de pequeñas historias cotidianas o imposibles en las que el lector podrá encontrar un micro universo de realidades distintas, diez historias para saborear a traguitos, sin necesidad de devorarlas, ya que el verdadero placer de este libro es leer y escuchar la banda sonora que late detrás de cada párrafo. Porque eso es lo que hay que hacer con este libro: zambullirse en las páginas y comenzar, aunque no se quiera, a reconocer a las gentes y sus historias, que pasan por nuestro lado y no sabemos identificar”.
IMAGEN VENTANAS
En “Ventanas” (me permito abreviar el título), la autora confinada como el resto de la población, comenzó enseguida a observar su entorno con una mirada claramente marcada por la situación sanitaria en la que nos vimos envueltos casi sin ser capaces de anticiparlo. A partir de esa mirada, empezó a esbozar, sin ser consciente de ello, un proyecto de escritura bajo la premisa de que sus relatos estuviesen marcados por la realidad anómala que suponía la pandemia, salpicados por sus consecuencias, inmersos en su realidad e incluso ficcionados, bebiendo de fuentes que podríamos denominar como “realismo mágico”. Valiéndose del mejor recurso que conoce —la absoluta libertad que permite la inventiva— abrió la veda con el primero de los relatos VENTANAS, que da título a todo el conjunto y presentándonos a una mujer joven y casi anónima (sabemos que se llama Álex) que vive ajena a la nueva realidad, porque la suya propia es lo bastante compleja como para absorber todo su tiempo y energía. A partir de ahí, Pepa Navarro va encadenado historias, y en la segunda nos entrega VIDAS, un relato en el que el narrador y protagonista, forzado por las circunstancias cumple un encargo fatídico que no se cuestiona en principio, pero que a medida que transcurren los acontecimientos, y pese a que niega tener cualquier tipo de escrúpulo moral, acaba comprendiendo que su trabajo ha despertado una conciencia que desconocía poseer. Con el tercero, VENTURA, se rinde un homenaje a los ancianos, esas víctimas masivas de la pandemia, que abrían los telediarios durante esos días con la noticia de su muerte en residencias de mayores. Sin embargo, el protagonista, Ventura Caballero, sobrepasa los cien años y vive con su familia, en un formato que a día de hoy ya es poco corriente. La cuarta narración, titulada VISIBLE dibuja con trazos de realismo mágico la vida de una mujer viuda y todavía joven, que cada domingo visita el cementerio municipal, pero que tiene que dejar de hacerlo a causa de las restricciones. A partir de ahí, recibe una sorpresa inesperada y muy reveladora. Es un relato en el que convive la sonrisa y la lágrima y que según confesión de su autora, está inspirado en personas reales y cercanas a ella.
Terminado el periodo de confinamiento, escribió DÍA DE DIFUNTOS, una historia en la que el narrador sin tomar siquiera aire, empieza a contarnos cómo vivió unos años intensos junto a la mujer de su vida, hasta que la imposibilidad de tener hijos y su reacción, precipitan la ruptura. Pero él luchará por recuperarla, hasta la muerte, si es necesario. Una noticia escuchada en la radio durante esos días del verano de 2020, inspiró HELP!, el sexto relato donde se cuenta la peripecia de dos mujeres que fueron delincuentes en su juventud y deciden aprovechar la debilidad de los ancianos para sacar “tajada” después del confinamiento. Un puesto del mercado de abastos es el escenario de la séptima historia, LA CLIENTA, donde la diferencia cultural y las trabas sociales se evidencian por más que en ocasiones no nos demos siquiera cuenta. La necesidad de vivir el presente con la intensidad del último día, y los recuerdos de la infancia de sus hijos, son el eje sobre el que pivota SARDINAS, monólogo del paseo solitario de una mujer por la orilla del Mediterráneo, cargado de nostalgia, pero también de esperanza. La penúltima historia habla de la soledad y de la incapacidad de romper la distancia que en ocasiones nos limita hasta extremos insospechados. Todos los personajes de IN-VENTARIO padecen esa “enfermedad”. Y para finalizar este compendio, nos encontramos frente a MAÑANA DE MARZO un relato epistolar en el que el protagonista y narrador escribe una carta imaginaria a su esposa mientras pasea con su perro una mañana de marzo, justo un año después de iniciarse el confinamiento. Le cuenta novedades de su familia, cómo crecen sus hijos y cómo sobrelleva una soledad en la que no cabe el olvido.
En definitiva diez historias que son como diez miradas con las que la autora afronta aspectos que como seres humanos nos conciernen sin posibilidad de soslayar, como son la soledad, el amor, la ausencia, la vejez, el fracaso, la maternidad, la enfermedad, la crueldad, el desarraigo y por supuesto, la muerte. Al mismo tiempo, todas ellas están recorridas por un denominador común, un invisible hilo argumental que las enlaza, las hermana y hasta las iguala, pese a sus diferencias.
Podemos acercarnos a estas historias como si estuviésemos frente a un calidoscopio de emociones minúsculas y de pequeñas tragedias, pero también de grandes acontecimientos que marcan a sus protagonistas que, en la mayoría de los casos, simplemente desean seguir adelante. Títulos breves, para la mayoría de los relatos, de una sola palabra, que es como una reafirmación o una invitación al descubrimiento, extensión mediana para todas las historias, puertas abiertas para seguir pensando después en lo que hemos leído e incluso que dan paso a otras puertas que podrían ser el inicio de otros que están en el libro o que podrían estarlo. En definitiva, un catálogo de seres humanos que podemos encontrarnos por la calle, que podrían ser nuestros vecinos, nuestros amigos, esa mujer que compra el pan en el mismo horno que nosotros o ese hombre que pasea a su perro sumergido en sus pensamientos, como ajeno al mundo, aunque sea plenamente consciente de él.
Y además, como valor añadido está la música, esas canciones que como el título de nuestro proyecto conjunto bien indica “nos salvaron la vida” en unos momentos complejos; esos temas musicales que cierran como un pequeño y brillante broche los relatos y que se pueden incluso escuchar porque tienen un enlace a través de un código QR y que constituye una banda sonora, la de la autora. Pero también la de aquellos lectores y lectoras que reconocemos las canciones, nos identificamos en ellas y que podemos incluso sustituir, si lo deseamos, por nuestra propia banda sonora, la que nos sugiera la lectura de cada relato. Porque la música recorre, subterránea, nuestras vidas, a veces aflora pero siempre puede poner el marco adecuado a estos diez relatos que están esperando a ser leídos, a encontrar a los lectores y lectoras de “Ventanas y otros relatos, banda sonora de una pandemia” —ahora sí, lo escribo completo otra vez— que quieran sumergirse en ellos sin tomar aire, y respirar luego, cuando ya salgan a la superficie.
Pepa Navarro
Aunque nació pocas semanas después de que el primer hombre pisara la Luna, siempre ha procurado mantener los pies en la Tierra. Quizá, para contrarrestar este pragmatismo, en ocasiones recurre a la escritura como recurso creativo.
Hasta llegar a la adolescencia estaba segura de que su futuro estaría ligado de alguna forma a la escritura, o cuanto menos a las letras en sus múltiples variantes. Sin embargo en lo profesional trabaja en la administración local, en el ámbito de la cultura y en concreto de las artes escénicas. A partir de 2013 retomó de forma más regular la escritura, sobre todo a través de relatos. En 2018 se publicó el primero de ellos “El niño” incluido en el primer libro que la editorial alicantina Eléctrico Romance dentro de su colección editorial “Todo era Junio” dedicó a autores contemporáneos de la provincia bajo el título “La frontera, relatos para un territorio compartido”. En marzo de 2019, vio la luz otro de mis relatos “Madres e hijas” publicado en el libro “Mujeres que veo. Mujeres que conozco” de la misma editorial. Posteriormente a finales de 2020 se publicó “Todo era marzo y otros relatos”, una antología de cuentos editada con fines benéficos y escrita por autores vinculados con la provincia de Alicante en la que participé con “Volver” uno de los relatos escritos en el comienzo de la pandemia.
Web editorial: http://electricoromance.com/todoerajunio/
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