Para nuestro medio respaldar la cultura, especialmente significa apoyar a los y las artistas que proyectan su lenguaje que es universal y que significa el avance de la humanidad. En la cultura, que también es un mercado natural, existen momentos, tendencias y resultados que hacen que la respuesta frente a las distintas disciplinas no sea exactamente la misma ni por los públicos, ni por la producción de las mismas, ni por los agentes implicados.
Es por ello, que desde LOBLANC señalamos desde el primer día en nuestra Línea Editorial aquellas disciplinas de la cultura que pudieran ser consideradas minoritarias, con reducida atención o poco promovidas por el conjunto de agentes de la comunicación y, por tanto, a la que dedicaríamos, siempre que pudiéramos una especial atención en nuestro trabajo que es diario y que lo haríamos no para masificarla si no para conectarla, entenderla y disfrutarla mejor, estando en nuestra diana, entre otras, la Danza.
En este aspecto, el pasado 11 de noviembre el Teatro Principal de Alicante acogió el trabajo artístico del bailarín y coreógrafo israelí Sharon Fridman (Hadera, Israel, 1980) que lleva diez años creando en Madrid y que presentó su espectáculo All Ways, reflejo de la intensidad que le ha acompañado en estos años.
Como indicó el coreógrafo para la agencia Efe, «en All Ways cerramos un círculo de investigación del lenguaje dentro de la técnica del contact, mostrando paisajes humanos que permiten ver la evolución del individuo así como generar reflexiones sobre nuestro entorno social” que la gente quiere ver, los que están relacionados con ellos mismos y sus propias experiencias.
Diez años en Madrid con una amplia trayectoria de propuestas: Al menos dos caras [2011], ¿Hasta dónde? [2012] y Caída libre [2014, premio Max 2015]. Él se inició en el folclore israelí que le llevó al ballet clásico que estudió en el Conservatorio Ein Shemer y a la danza contemporánea. Fue en 1999 cuando se produjo su debut profesional en la “Ido Tadmor Dance Company”. Luego le llegaron experiencias muy singulares en “Kibbutz Contemporary Dance” y en la veterana agrupación “Vertigo” de Noa Wertheim y Adi Sha’al. Formó parte del equipo Mayumaná, conocida agrupación de percusiones de Israel.
All Ways es una pieza en la que participan seis bailarines (tres más tres), vestidos -sin tiempos- con largas túnicas que nos remiten a momentos y lugares ancestrales desde donde se realiza una mirada muy amplia de la sociedad. Tiene cinco paisajes coreográficos y cada uno trata un estado vital del individuo frente a la sociedad. Formar parte del todo es el primero de ellos y avanza hacia cómo te puedes plantear convivir con todo eso y las decisiones que puedes tomar. Un gran trabajo de equipo y colaboración permanente entre los componentes, con un planteamiento coreográfico que no apuntó a destacar las individualidades sino a alcanzar la perfección del trabajo grupal y donde en el noventa por ciento del tiempo se tocan, se cogen, se amarran y se agrupan y esto evidencia, si cabe, el hecho conjunto del trabajo de forma permanente.
Otro común denominador del estilo Fridman, además del contact, es el criterio con el que diseña o escoge el estilo de la música dado que es un vehículo sobre el que nos transportamos a través de los movimientos perfectamente integrada tanto en los formatos de ambient como más estelares consiguiendo que los sonidos te envuelvan y formen parte de lo esencial de la pieza. En All Ways la música tiene un rol fundamental en la tensión que crea la pieza siendo en algunos casos un vértigo y en otros un dulce de leche.
All Ways es nocturnidad y mucha niebla que imprecisa los detalles y puede producir una cierta intranquilidad, o temor o incluso un sobreesfuerzo natural para alcanzar toda la atención. Mucha velocidad de movimientos en distintos momentos de la obra a veces como espectros a veces con gran contundencia, al uso de como somos a veces cada uno de nosotros en nuestra vida, que se multiplican en todas las diagonales inicialmente y en círculo posteriormente.
«Hablo del amor a la vida y lanzo un mensaje de cierta esperanza en torno a la sensación que sentimos cada uno cuando nos encontramos en conflicto y queremos no solo solucionarlo sino crecer desde él», ha señalado Sharon Fridman.
Él aspira con trabajos como este a seguir creciendo desde su compañía, pero en este aspecto es crítico con la política cultural de nuestro país por la insensibilidad al impacto social, artístico y económico de proyectos culturales como el suyo y donde la danza contemporánea necesita de excesiva justificación para emprenderse con contundencia y se abandona la aspiración de la identidad artística en las compañías. Los trabajos de la compañía del israelí han pasado por escenarios de países como Francia, Italia, Reino Unido, Colombia, Corea del Sur y Singapur.
Sharon Fridman plantea que “mi danza está muy basada en acciones como correr, caminar o, especialmente, caer. Las coreografías se construyen sobre el movimiento natural de los cuerpos y en este sentido, no trabajo en los términos de las convenciones de la danza. Quiero cuerpos en libertad, pero hay mucha exigencia porque me gusta la perfección. Soy muy crítico, algo obsesivo y nunca estoy contento. Me gusta esa idea de que mi trabajo deje un eco”.
Cálida bienvenida a la Universidad de Alicante
El Aula de danza contemporánea de la Universidad de Alicante dirigida actualmente por Carlos Peñalver organizó una clase magistral práctica del coreógrafo Sharon Fridman (Premio Max 2015) el sábado 10 de noviembre en la universidad. Al taller asistieron 50 personas, todo ellos pertenecientes al ámbito de la danza en distintos niveles, desde estudiantes hasta profesionales, directores, intérpretes, coreógrafos y maestros de los diferentes centros de danza de Alicante como el conservatorio profesional y superior. El sábado se vivió una fiesta de la danza en la universidad de Alicante.
Sharon Fridman trabaja la técnica de contacto, proponiendo pautas de centros compartidos y generando inercias que permiten crear movimientos de forma natural y orgánica desde la improvisación y la investigación constante. Su manera de proponer y desarrollar la clase es delicada y sutil, entrando desde el subconsciente hacia el cuerpo, conectándolos como uno.
“Lo que vivimos el sábado fue algo maravilloso, tantas energías juntas, tantas caras amigas unidas, profesores, coreógrafos, directores y alumnos compartiendo el aprendizaje, compartiendo la danza, compartiendo la vida…”
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