“La mar, el mar y sus reminiscencias / embaucan mi razón. / Luminosa. Recupero / la mar de mi niñez / el mar de juventud. / Con sus cantos rodados /sus conchas irisadas / rumores de oleaje”.
Carmen Salas Del Río (Cádiz, 1955). Ha sido docente durante más de 38 años. Introdujo la escritura creativa entre su alumnado, fomentando la lectura y la escritura de textos literarios. Sus numerosos trabajos creativos fueron publicados en su blog de aula Supercalifragilisticoespialidoso y en Proyectos Colaborativos relevantes: “D. Quijote de la Mancha”, “Platero y TIC” y con “Palabras Azules” obtuvo junto a sus compañeros del proyecto, el Premio Nacional de Educación 2014. Por sus buenas prácticas educativas, en 2014 participó en el Simposio Internacional Cien Años de Platero y Yo, con una ponencia titulada «Platero y yo en cómic», donde sus alumnos «reescribieron» la obra de Juan Ramón. Durante años fue responsable de la Biblioteca escolar y colaboradora de la Red profesional de Bibliotecas escolares de Granada, hasta su jubilación en 2015. Creó el blog Biblioteca del cole 2.0, que hizo visible el entramado de actividades que desde la biblioteca se llevaban a cabo y proporcionaba todo tipo de recursos digitales. Obtuvo el primer Premio Espiral Edublogs a blogs de Bibliotecas escolares en junio de 2015. Ha hecho colaboraciones poéticas y reseñas de libros infantiles en varios medios, como Letra Clara y Libro abierto. Actualmente colabora con la revista cultural LUMBRE. Ha publicado los poemarios Manto Del Alma (ExLibric, 2016), La Mirada Del Tiempo (Esdrújula, 2019) y El Cantar de las Caracolas (Olélibros, 2020).
El Cantar de las Caracolas es un viaje vital en el que los recuerdos, las vivencias, los sueños y las emociones se unen en un canto silencioso lleno de sal y dulzura marina. Un trayecto en el que Carmen Salas abre su caja de los tesoros para compartirlos con el corazón abierto. El mar, el sol, el susurrar de las caracolas y el paisaje de las costas andaluzas sirven como escenario en un libro de marcado acento intimista y reflexivo.
“Muy dentro albergabas / el perfume fugaz de sus palabras / el manantial de sus risas / y la brisa eterna de su mensaje / acariciando siempre tus oídos. / Sacia tu sed de vida y experiencias / anida la esperanza en tus entrañas. / Indaga en tu colección de palabras / y espárcelas al viento / que viajen lejos / al albur de otras mentes, / se manchen de otras tierras / por otros ríos y mares mojadas / secadas al calor / de otros soles”.
Sus versos encierran una identidad propia que escucha la voz de ese “tú” que unas veces anida en el interior y otras sale al encuentro de sus seres queridos para tomar forma de diálogo. Los sentimientos brotan para dar y para recibir el abrazo de todo lo vivido y lo que queda por vivir. La luz y la esperanza se entrelazan para hacer un recorrido bidireccional (de dentro a afuera y viceversa).
“Esa estrella de oleajes / germen de la vida / origen de caracolas, símbolos de / femenina matriz / donde el sonido del mar se cobija / espirales de ritmos de la vida donde vida / y muerte se entremezclan / depende si la espiral la recorres / hacia adentro / o hacia afuera. / Son las rosas del mar”.
El mar es una gran metáfora que toma distintas dimensiones. Por un lado, es la huida, la libertad, la expresión del infinito, el trasvase hacia otro ser, hacia otra mirada. Por otro, es el útero de la madre, la reflexión, el recogimiento que nos hace maduros. De esta manera, la poeta escucha sus cánticos en soledad acompañada, recibe el mensaje de las caracolas y rememora su vida con la pulsión del presente y la conciencia de ese tiempo que se nos va. Camina a sabiendas que el recorrido es lo más importante.
“Decidiste con pena / y silencio marchar, / arribar a otros mares, / recalar para siempre / entre otras olas. / Solo tú sabes qué miedos llevaste, / el recuerdo infame que te impulsó / a irte a buscar otras caracolas, / a descubrir otros cantos en ellas. / Con tu soledad ya te has ido niña, / hacia doquiera posar tu mirada. / Mientras te alejabas te contemplé / equipada de viaje / y un alma aventurera”.
Bajo el título Haikus desde la orilla, Salas del Río nos ofrece una colección de instantáneas que retratan la belleza de lo sutil y lo invisible. Un momento de emoción, contenida en el paisaje, que la poeta comparte y condensa en diecisiete sílabas.
“Ríe el bebé, / ya se oye el run run / de caracolas”.
Carmen Salas del Río no solo es consciente de su mundo interior, sino que mira lo que le rodea y le duele. Sus palabras se dirigen a un destinatario universal y llama su atención para que detenga la mirada en las injusticias, en el miedo, en el desánimo, en la soledad, en la opresión. Reivindica y denuncia el maltrato desde su voz de mujer y siente que la memoria es un compromiso necesario que nos enraíza y nos identifica.
“El mar de caracolas donde hundió su lengua / hizo cambiar el paisaje / en un perenne humo plomizo / ardiente sobre el agua víctima / en un canto de dolor / y una lluvia negra de ceniza / empapó la ventisca durante años / de no dejar ver luz. / De ceguera colectiva. / Enormes fracciones de humanidad / siguen sin verla. / Sin dilucidar / esa conciencia / tan necesaria”.
En El cantar de las caracolas, la rememoración de la niñez, el paisaje y la recuperación de los recuerdos se estampan en el mar. La autora convierte sus experiencias en signo de madurez y vitalidad. El origen, saber quién somos sin olvidar de dónde venimos, es una reflexión continua en el trazado de esta obra.
“He gozado del mar / sus bolsas de aguas cálidas / sus refrescantes aguas / cuando arriba el levante. / Luché entre sus corrientes / jugando a capturar mil caracolas / aprendiendo a nadar en marejada / batallando casi para salir. / También me dio la paz / en mi piel sus caricias / como tesoros para un alma joven. / Me adueñé de la dicha / de sumergirme una y otra vez / y nadar sosegada / resbalando en su calma como un pez. / Sentirme casi / en el materno útero de nuevo”.
Carmen Salas del Río es una mujer que celebra la vida, que escucha el siseante murmullo del mar y recorre el laberinto interior de las caracolas, que respira su Cádiz natal y lo comparte como acto poético, como reflejo de su propio sentir. En este libro, su voz se eleva, con la conciencia de que el tiempo se escapa entre los dedos, para compartir esa poesía que nos abraza, que nos arrulla y nos conmueve.
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