“Me dice su condición de ritmo / que no es un blues / aquello que conecta el altavoz y la memoria / y, / como si fuera aquel que tú sabes, / no puedo apagar la melodía. // Sí, / desde el recuerdo, / O’Sullivan / canta / y despierta el brillo de tus labios, / el azul de nuestro amor. / O’Sullivan / canta, / aferrado al punto de swing / reservado / a lo nuestro. // La fragilidad / de mis años / sí es un blues arrastrando la nostalgia, / abrazado a la pasión, / aquel / ardor de muchacho adolescente. / Y, ‘Alone again’, / trenza, / sí, / nota a nota, / la misma angustia / ya en el ocaso”.
Con lo primero que una se encuentra al leer a Francisco Mas-Magro Magro es con una mirada profunda que observa todo lo que le rodea para convertirlo en objeto poético. Su personalidad vitalista construye una estructura sobre la que esbozar su yo más íntimo y dejar constancia de sus recuerdos, de sus heridas, de sus pasiones y también de ese sentir rebelde e inconformista que acompaña a su voz. Lo cotidiano es inspiración y su día a día deriva en reflexiones profundas y existenciales (quizá incluso filosóficas) que dan lugar a una indagación de los grandes temas universales. Es posible que, en una primera lectura, nos quedemos en lo aparentemente confesional, en lo mundano, pero, si profundizamos, el sustrato del poema va más allá y nos conecta con sus incertidumbres, con esa subjetividad que marca los versos y descubre el pensamiento.
Si conectamos con su anterior libro, Glosa de lo cotidiano, encontraremos que entre todos los aspectos que fundamentan su poética (el viaje, el tiempo, la fragilidad, la memoria…) en Cuaderno de Blues (Devenir, 2022) se evidencia con fuerza el espíritu melómano del autor. La música, la banda sonora de su vida, nos acerca a la vibración y a la intimidad donde se mueve.
“Hurta Julie Driscoll / el ambiente del café, / caen los rizos de mujer subterránea / y sonríen sus ojos negros / un guiño / cómplice de su boca. // Julie, contracultural en los altavoces del recinto. / Julie detrás de un mostrador que brinda / mediasnoches / apiladas con disimulada insistencia”.
Sin dejar de lado los recuerdos, el poeta toma conciencia del presente, de ese tiempo que se agota irremediablemente. Su vida y su razón son atraídas por el ritmo y la música en la que encuentra una proyección de sí mismo, de sus anhelos, de sus deseos y de su realidad. De esta manera, el jazz y la literatura lo acompañan en la contemplación del día a día, en todo lo que puede pasar inadvertido debido a la costumbre o a la propia rutina. Son una herramienta para definir lo emocional, para vehicular sus estados de ánimo y sus sentimientos.
“Entre las notas, me abraza una hermosa blanca. / Sus cabellos anillados. / Me abrazan sus ojos verdes, frágiles en su joven esperanza. / Y cuando regreso a la realidad de mi espacio, / iluminado de café recién forjado, / desempeño la verdad de la oficina del blues, / de Sarah y su negrura, / centrando mi atención en los surcos de mis manos. / (Como apremia la vejez que me viene sin llamarla, / observo mi deseo sobre su limpia sonrisa / y regreso a mi yo, en el rincón de la mesa)”.
Mas-Magro se identifica en los versos y, a través de ellos, hace grandes homenajes entre los que cabe destacar a Janis Joplin, Jamsetta Hawkins, Eric Clapton, Vaughan… o a su hermana Quinita María (“El minueto de Boccherini”) que comienza así:
“La obra número once /transita en Sol Mayor. / El minueto lleva camisa de seda / y botones de nácar en la solapilla trenzada. / Por la bocamanga asoma una mano. / Aquel niño que fue en su día / sonríe en la foto ya vieja / guardada en el cajón / con la ilusión de entonces. // Recoge el niño ///otra mano. / La niña luce ///encajes / y tirabuzones como corteza de canela”.
La presencia referencial de dos grandes poetas es evidente: Carlos Edmundo de Ory y Vicente Huidobro.
Con Carlos Edmundo de Ory abre y cierra el poemario creando de esta manera un sentido circular y unitario. El fuego interno que vislumbra Francisco Mas-Magro en sus poemas se une a la obra de este poeta, a esa manifestación interna del hombre a través del lenguaje. Al amor y al dolor, a la música y a la poesía. Además, ya en la cita inicial aparece una imagen, el café, que a lo largo de Cuaderno de blues es utilizada como símbolo de intensidad.
En cuanto a Vicente Huidobro, va más allá, ya que el espíritu creacionista y el acercamiento a las vanguardias se deja ver de manera evidente en esta obra. El poema que lleva por título “Huidobro” es un vórtice fundamental en laconstrucción de este poemario y actúa como epicentro. Destaco: “Era el verso. La gran duda / transformada en poema”. O el desconcierto de la poesía, “un asidero donde sujetar la oscuridad”. El poeta es su propia sombra y se identifica con ese paracaidista que en su camino crea mundos, imágenes, deidades y otras naturalezas.
“Y esta es mi despedida: / ¡adiós querubes absurdos úteros de la incultura! / No soy Altazor, ni Huidobro, el gran poeta. / Soy Francisco y Noel, revividos, / horma de sonetos y relatos que, / en el aburrido esperar de la memoria, / sigo caminando. Y, ¡ay!, que no acabe / en la incierta frialdad de la fosa, donde hasta se aburre el miedo. / Allí donde ausente está la canción // y la razón // carece de juicio”.
Dejando a un lado las referencias, en Cuaderno de Blues la vitalidad y el arrojo del poeta se enfrentan a los años y al reto de que todo es distinto en la madurez. La muerte acecha y las fotografías parecen estar ahí para hacernos comprender que aquel niño que fuimos todavía vive en nosotros. Aunque muchos sueños ya están apagados, seguimos preguntándonos por el sentido de la vida. Dice el poema “Fibromialgia”:
“Y canta Eric Clapton / su blues, // preocupado / por la vida y Clapton, / como si fuera Mayall / cuando los Bluesbreakers, / como en aquel ‘Cecilio’ de antaño, / me arranca pasiones absurdas, / amores frustrados, / pesadumbres de estudiante, / sueños de oscuridad en la alcoba. /// En la memoria, / las inquietudes apuran su espacio, / Clapton es fábula / y, / en cierto modo, / blindamos el presente / para no reconocer un pasado / con la vida // por delante”.
Con el ánimo truncado, la vida es el reflejo de un blues que nos anuncia la retirada. La pasión existe pero, a veces, no es posible. Los besos se diluyen en una ensoñación y todo brilla con la música, con la fuerza del blues.
“Lejos de aquella juventud / melancólica / depresiva, / efervescente, / desquiciada, / apaciguo el absurdo / que surge de estos blues / y de estos ojos grises. / Pero confuso / persisto en la duda: / Si olor a café o calor de ambiente. / Si amor o deseo. / Si sorbo o sorbo. / Suena Brian Auger en mi cabeza / y me empuja de nuevo hacia el pasado / embarcándome desde el jazz hacia la nada”.
En Cuaderno de Blues el ayer y el hoy aparecen unidos con ternura y cierto grado de resignación. Desde la conciencia de la fugacidad, de la certeza de que el tiempo se escapa, la vejez y los años aparecen en este poemario contrastan con el ímpetu, con la llama que habita en Francisco Mas-Magro Magro y que difícilmente se apagará en su poesía: “El tiempo no regresa. / El tiempo huye. / El tiempo, / sin tocar clavija alguna / se enmaraña, / se confunde, nos enreda”. Vivamos el presente. Leamos.
Francisco Mas-Magro Magro (Alicante, 1946) Durante su etapa universitaria en Granada forma parte de los grupos literarios Tragaluz y Poesía 70, publicando bajo el seudónimo de Noël Éfese. En 1969 funda en Alicante el Grupo Lasser de Poesía, que dirige hasta 1973, en que se ve obligado a abandonar por razones políticas. Sometido a expediente político-militar, es apartado durante dos años a Sahara Occidental Español. En 1975 se licencia en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada e inicia su actividad profesional en Geriatría Clínica, hasta su jubilación en 2012. Es miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología desde 1981, destacando su actividad docente en el campo de esta especialidad. Independientemente de las divulgaciones de su actividad científica, ha publicado un ensayo histórico sobre el Convento de Nuestra Señora de Gracia de Alicante y dos biografías. En 2018 publica su antología poética “Glosa de lo cotidiano (1969-2018)” y en 2022, “Cuaderno de blues”.
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