Diana Antón, la joven autora alicantina, ha sacado ya a la luz su nuevo poemario titulado “No hay mal que 100 versos dureˮ. Este nuevo libro se puede adquirir ya a través de Amazon, y en él la poeta sigue definiendo una voz propia en la que juega un papel esencial la emotividad.
Su primer poemario,“Entre Eros tú y yoˮ fue publicado en 2016, y tenía como tema central el amor y el erotismo. Desde entonces no había vuelto a publicar otra obra, pero sí ha participado en algunos proyectos artísticos. Por ejemplo, fue la promotora del Bohemian Festival, un festival literario y cultural que se emitía los sábados por la mañana a través de las redes sociales, y en el que se presentaba a escritores y poetas del entorno, una iniciativa que resultó tener muy buena repercusión.
Durante esta pandemia también presentó “Siempre de frente, nunca de espaldasˮ, un trabajo audiovisual que tenía como objetivo visibilizar y reconocer el trabajo realizado por el personal sanitario en su lucha frente al COVID – 19, y en el que ella misma se encargó de la edición, el guión y la dirección.
Ahora, a finales de febrero, sacó a la venta su nueva obra titulada “No hay mal que 100 versos dureˮ, en la que toma como núcleo temático el afán de superación del ser humano. El lanzamiento de este libro no podía darse en un momento más adecuado, pues parece que la difícil situación provocada por la pandemia constituye el marco situacional perfecto para su elaboración.
“No hay mal que 100 versos dureˮ es un poemario que podría considerarse como una referencia perfecta de las nuevas manifestaciones poéticas que traen consigo los jóvenes autores de esta última década. A continuación, analizaremos algunos de los aspectos más interesantes de esta obra.
En primer lugar, la estética de los poemas recuerda a la escritura de las autoras hispanoamericanas de finales de siglo, cuya influencia resultó fundamental para definir la poesía española que se está desarrollando actualmente. De este modo, se reconoce en las composiciones de Diana Antón un lenguaje directo y sin pretensiones, que busca la sencillez sintáctica pero al mismo tiempo trabaja intensamente en el plano léxico. Esta influencia de las autoras hispanoamericanas se puede apreciar también en la voluntad por transmitir cargas emocionales muy grandes a través del poema corto y el verso simple.
Con esto no queremos decir que la autora esté directamente influenciada por este tipo de poesía, pero sí se puede afirmar claramente que su obra parte de unas nuevas corrientes que beben directamente de la escritura femenina hispanoamericana.
En el prefacio de este poemario, la autora nos expresa de antemano su voluntad por construir una propuesta que ofrezca al lector una liberación emocional, una catarsis a través de la literatura que, en mayor o menor medida, todos pudiéramos necesitar tras estos meses de pandemia.
Lo que se nos muestra a continuación es una serie de composiciones en las que convergen diferentes estilos poéticos, de una forma que podría resultara priori confusa, pero esto solo ocurre hasta que vamos descubriendo la estructura interna del poemario. Desde las primeras páginas, su poética se define por una gran importancia de lo sensorial, y por un uso de la sinestesia que nos sitúa ante un rasgo esencial de los poemas: el gusto por la abstracción.
Sobre el plano de la abstracción, Diana Antón construye una poética que navega por un mar de verbo sugerentes y sustantivos intangibles. Todo ello es sumamente susceptible de convertirse en algo inestable y carecer de sentido en el momento en el que se materializa en un poema. Recordemos así a los aclamados poetas españoles de la generación de los Novísimos, que en su afán por trabajar la abstracción lingüística terminaban por extraviarse en su propio universo poético, creando versos vacíos que poco o nada podían comunicar al lector. Aquí no ocurre esto en absoluto, y la razón de que se mantenga la coherencia poética se basa en que esa abstracción se asienta sobre dos pilares fundamentales: el contenido y la forma.
Hablemos en primer lugar del contenido. La pérdida del amor, la tristeza y el desconsuelo vital son los temas principales que rigen la primera parte del poemario. Desde luego la autora no mentía en su prefacio cuando nos animaba a derramar algunas lágrimas si lo considerábamos pertinente, pues en esta primera sección no encontramos composiciones que inviten precisamente al jolgorio y la alegría.
Sin embargo, a partir de poemas como “Inspiraˮ o “No te olvides de soñarˮ, ya empezamos a vislumbrar la estructura temática del poemario. Esta se basa en una transición desde la oscuridad hacia la luz, desde la tristeza y el desconsuelo hasta la esperanza y la valoración de las emociones positivas. Por ello, a partir de la página 21 encontramos cuatro poemas que establecen esa transición hacia la alegría: “Inspiraˮ, “No te olvides de soñarˮ, “No cedasˮ, y “No te domestiquesˮ. Con estos cuatro títulos, la autora exhorta a los lectores a buscar un reducto de esperanza que nos anime a seguir adelante. Quizá este mandato sea también un ejercicio autoreflexivo, en el que la poeta muestra su determinación por de dejar de lado las emociones que dominaban la primera sección de la obra.
El poema que lleva como título“La primavera ha llegadoˮ constituye el inicio de la tercera sección, la más extensa del poemario, en la que el abatimiento da paso a un áurea más cálida que envuelve las composiciones. A partir de aquí hay una resignificación del sentimiento del amor que, como ya hemos dicho antes, rige todo el poemario. En este caso, ese amor se muestra como algo más alegre y satisfactorio, o al menos, más esperanzado.
Toda esta estructura temática confiere un trasfondo sólido al lenguaje abstracto que predomina en los poemas. De este modo, la abstracción cobra un sentido, ya que no se trata solo del gusto por construir imágenes poéticas sugerentes, sino que realmente la autora está intentando comunicarnos un contenido claro con una carga emocional notable. Además, el hecho de que ese contenido tenga carácter evolutivo nos obliga a pensar en este poemario como en una creación artística concebida conjuntamente, algo que empieza a resultar cada vez más excepcional en las nuevas corrientes poéticas.
La exposición de ese contenido en los poemas se realiza a través de un recurso poético que condiciona la totalidad del poemario: la metáfora. Son muy pocos los versos en los que no se haya recurrido a algún tipo de metaforización para expresar aquello que se quiere decir. El intenso trabajo que se ha llevado a cabo para la construcción de los poemas, haciendo uso casi únicamente de este recurso, demuestra un gran conocimiento de las metáforas, pues las encontramos también de muy diversos tipos, desde aquellas que atienden a los tópicos literarios más clásicos, como es el caso de la primavera como símbolo de la alegría, hasta otras cuyas asociaciones tienen un tinte más vanguardista, en las que se combina la complejidad semántica con la sencillez estructural, en un juego creativo que recuerda a la poesía de Alberti.
En lo que respecta a la forma y a la métrica, el nuevo poemario de Diana Antón se caracteriza por combinar entre sus páginas el verso libre con otras estrofas más tradicionales, entre las que podemos encontrar el cuarteto simple e incluso la cuaderna vía. Aunque el verso libre predomina ahora mismo en todas las corrientes poéticas, y el cuarteto sigue vigente por su carácter musical, no es frecuente encontrar la combinación de ambas formas en un mismo poemario.
En esta obra, dicha combinación entre el verso libre contemporáneo y las estrofas tradicionales se lleva a cabo, en ocasiones, dentro del mismo poema, por lo que la autora nos ofrece con ello una serie de propuestas métricas de lo más interesantes. Se podría decir, incluso, que se trata de una práctica innovadora dentro de la innovación.
En lo que respecta al verso libre, Diana Antón también lleva a cabo un trabajo arduo que no se suele desarrollar en las nuevas formas poéticas: el afán por dar un sentido formal a los versos y a las estrofas. En la mayoría de poemarios actuales, sobre todo de los jóvenes autores, los pseudo – poetas confunden el verso libre con el caos estructural, fragmentando las estrofas y los versos sin orden ni sentido. Eso no ocurre en las composiciones de esta autora, que en todo momento establece una relación lógica entre el contenido y la forma de las estrofas y los versos. Esta relación atiende siempre a factores temáticos, rítmicos e incluso gráficos, que pueden no ser percibidos a primera vista, pero que en una lectura detenida pueden apreciarse y desvelar ese vínculo entre forma y contenido.
Esta última idea del grafismo también es destacable, ya que hay ciertos poemas como “Era inevitableˮ en los que la disposición de las estrofas y los versos, que rompen con los cánones tradicionales, cobra una especial importancia. Esto nos remite de nuevo a la poesía neovanguardista, cuyos procedimientos gráficos parecen estar instaurándose con gran fuerza entre los jóvenes autores.
A raíz de este breve análisis se deduce que el poemario de Diana Antón es una representación clara de la dirección que está tomando la poesía actual, notablemente influenciada por la vanguardia hispanoamericana y por las manifestaciones literarias en redes sociales, donde los formatos invitan a la realización de aforismos y otras formas poéticas breves. Los críticos más puristas podrían atacar esta obra como el ejemplo de una nueva poética que ciertos sectores literarios tienden a rechazar. No obstante, el auge de este tipo de escritura lleva entre nosotros más de una década, por lo que quizá sería interesante superar ciertos prejuicios arcaicos y empezar a considerar el modo en el que estas nuevas voces están reconduciendo el rumbo de la lírica castellana.
Por ello, no era nuestra intención con este artículo realizar una crítica literaria densa o incluso pedante, sino poner en valor las manifestaciones poéticas de las nuevas generaciones de autores, que se ven obligados a buscar su voz en un clima de devaluación constante por parte de los sectores más conservadores del mundo de la literatura. A través de “No hay mal que 100 versos dureˮ, podemos analizar las nuevas manifestaciones de la poesía, las nuevas preocupaciones y los nuevos lenguajes que se están instaurando en ella.
Ya que esta obra constituye un buen ejemplo de todo ello, aquel que desee profundizar en este tipo de poesía, o simplemente acompañar a Diana Antón “en este viaje poético con un solo billete: el de vuelta a la vidaˮ, como dice la propia autora, puede adquirir el poemario a través del siguiente enlace: https://www.amazon.es/Diana-Ant%C3%B3n/e/B08P7J3XDW?ref_=dbs_p_pbk_r00_abau_000000
Comentarios