El Museo de la Universidad de Alicante ha inaugurado la exposición “Donde se nace, donde se muere” de la artista alicantina Elena Aguilera. La exposición está compuesta por una veintena de pinturas y un vídeo realizados entre 2019 y 2021, estructurados a través de cuatro ejes temáticos: la montaña, el nido, el río y el árbol. Estos cuatro elementos se convierten en símbolos de la existencia humana en general, pero también de la vivencia subjetiva de la propia artista. La muestra podrá visitarse en la Sala Sempere hasta el 18 de julio.
El vínculo de Elena Aguilera con la institución universitaria viene de lejos; dos años antes de la inauguración del museo se sumó a la lista de artistas que generosamente donó piezas para la conformación de la futura colección del MUA. Esta muestra es un hito más en la fructífera relación entre la UA y Elena Aguilera, comisariada por el profesor de Sociología de la Cultura y de las Artes de la UA, Juan Antonio Roche Cárcel, y que se acompaña de un magnífico catálogo, en el que han participado con sus textos Irene Ballester y Laura Cornejo, doctoras en Historia del Arte, así como Juan Antonio Roche y la propia Elena Aguilera. Debido a las características de las pinturas expuestas, con lienzos de gran formato, se decidió que la presentación del catálogo se hará días después de la inauguración, con la finalidad de que el montaje en la Sala Sempere del MUA quede documentado, ya que en sala es donde se aprecian las obras de Elena Aguilera en todo su esplendor.
El título de la Exposición “Donde se nace, donde se muere” hace referencia al tránsito de la existencia, que en el caso de Elena Aguilera es un compromiso vital con el arte. Es una forma de mirar, de pensar, de buscar y encontrarse, un acto de sinceridad y autoconocimiento que le lleva a utilizar la línea y el color (indisolubles) como expresión de sus sensaciones, sentimientos e ideas, como caligrafías del vivir. El Donde del título también evoca el lugar en el que surge la magia de la creación, que en el caso de Aguilera es indiscutiblemente su estudio. Buena parte del tiempo que pasa en él, es tiempo para la meditación, la relajación, la concentración y la calma; porque, cuando está creando, muchos de los momentos son de no acción, de serenidad, de contemplación y de reflexión.
En definitiva, se trata de unas obras que transitan entre la abstracción y la figuración, entre lo paisajístico y la pulsión emocional. Una invitación a penetrar en el alma de Elena Aguilera, una inmersión en su mundo íntimo, sugerente, melancólico y silencioso.
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