Emilio Lamo de Espinosa Michels de Champourcin (Madrid, 1946) posee un currículo más largo que su nombre. Como se suele decir, “no necesita presentación”. Baste saber que es Catedrático Emérito de Sociología en la Universidad Complutense y una excepción dentro del campo de la investigación en ciencias sociales, con seis sexenios de actividad a su haber. Es autor de numerosos ensayos sobre su disciplina y el último titulado Entre águilas y dragones, El declive de Occidente, ganó el Premio Espasa de Ensayo en 2021.
Lamo de Espinosa aclara que utiliza la palabra “declive” y no la muy rotunda “decadencia” del filósofo e historiador alemán Spengler, que en La decadencia de Occidente publicada en 1918, profetizaba la etapa final de nuestra cultura occidental de acuerdo a sus teorías sobre las culturas universales que asimilaba al propio desarrollo de los seres humanos. En resumen, el profesor y sociólogo español, think tanker del prestigioso Instituto Elcano, emplea el símil de esos dos animales mitológicos, el águila y el dragón, como símbolos del creciente enfrentamiento entre Occidente y Oriente , concretamente el dragón asiático chino, y que podría dar como resultado un nuevo orden mundial, en el que Europa y en ella España , podrían quedar relegados a un papel secundario si no simplemente irrelevante.
A lo largo de casi 400 páginas, el autor se revela como lo que siempre ha sido en su actividad académica y también política, apoyando las posturas de José María Aznar en relación con la guerra de Irak. Lamo de Espinosa es liberal en economía, defensor a ultranza de la democracia como único sistema que favorece el desarrollo mediante lo que llama “influencia civilizadora del capital” y firme atlantista creyente en la OTAN como estrategia de defensa europea y por ende de España ante las amenazas que proceden del Este (Rusia) y el Sur (Magreb).
La obra pasa revista a los acontecimientos históricos desde el Siglo XX hasta la actualidad, y señala como hitos que merecen la atención especial del historiador y quien quiera comprender el mundo en que vivimos, la caída del Muro de Berlín y el 11 S. El análisis de hechos y fechas significativas de la época se complementan con una Tabla de Ilustraciones (19 ítems que van desde datos macroeconómicos hasta índices culturales y de presencia global) consistente en diversos cuadros estadísticos que apoyan la hipótesis del autor, en el sentido de que la geografía y la demografía, además de los importantes cambios tecnológicos acaecidos en este largo período histórico con algunos oasis de paz pero con episodios aislados de guerras locales, han sido y seguirán siendo factores determinantes en el nuevo orden que aparece cada vez más patente en los mapas de un mundo globalizado e interconectado.
Capítulos importantes en este desarrollo y análisis de la realidad mundial propuesto por Lamo de Espinosa son los dedicados a China, el gigante dormido de Napoleón , y que ha despertado para convertirse no solo en la fábrica planetaria sino en el más serio competidor de la economía occidental no solo por su poderío económico sino que por su capacidad para comprar voluntades de sus socios en los foros internacionales . Detrás están los demás países integrantes del llamado BRIC (Brasil, India, Rusia) aunque en el caso de Rusia Emilio Lamo es escéptico acerca de su papel más allá de ser un petro estado por su economía básicamente extractiva de recursos naturales. No así por su valor como potencia con un peso geográfico y una agresiva política exterior expansionista, que ha dado lugar al conflicto bélico que nos preocupa actualmente.
ESPAÑA ENSIMISMADA
Pero sin duda lo medular de este libro, imprescindible para los estudiosos y amantes de la geopolítica, es la parte final que hace referencia a la política exterior española. Dice Lamo que España ha pasado de ser vista como “milagro” a ser considerada poco menos que un país irrelevante en el concierto internacional tras las crisis económicas recientes y sus consiguientes rescates. Tal como lo anuncia el capítulo inicial de Epílogo para Españoles, “una España confusa, en una Europa desorientada , en un mundo que nos deja de lado”, las causas de este desastre han sido la hipoteca que en el pasado nos dejara el aislamiento debido al régimen de Franco, el antiamericanismo que ha llevado a aceptar con recelo el paraguas defensivo atlántico (“OTAN de entrada, no”, decía el PSOE en su momento, en 1982) y también la actitud reacia de Zapatero ante Estados Unidos, que culminó con el fracaso diplomático y la retirada de tropas españolas en Irak. Otro vector que ha propiciado esta invisibilidad internacional es el agotamiento de las relaciones con América Latina, un foro donde España debería haber puesto mayor énfasis. Por último está la complicada relación con la frontera Sur, que cada cierto tiempo provoca sobresaltos políticos, ya sea por la inmigración ilegal o el Sahara, en cuyo proceso descolonizador se ha actuado poco, mal y aún no se sabe cómo acabará. “De modo que si España mira al norte con ilusión y dispuesta a aprender, y mira al oeste con esperanza y dispuesta a enseñar, mira al sur siempre con preocupación y cierto desprecio, pues ahí radica nuestro principal riesgo de seguridad” (Op. Cit. P.311).
Sin embargo, si se pone en la balanza los activos además de los pasivos, concluye Lamo, existe todavía la posibilidad de recomponer el prestigio global de España. Si bien la geografía la condiciona, puesto que “el tamaño importa” , y la relega a una cierta marginalidad, el patrimonio cultural, el aporte en los eventos deportivos, las empresas que desarrollan su actividad puertas afuera, más la percepción positiva relacionada con el paisaje, el bienestar psicológico y emocional relacionados con el turismo, son elementos que pesan y actúan a favor de una imagen mejor valorada del país en el exterior.
Pero factores tales como el económico, el tecnológico y la innovación, en los que España está por debajo de la media en la escala comparativa , empañan esa imagen. Y sorprendentemente, afirma Lamo, la principal causa de la baja reputación de España se encuentra dentro del país, en la población y su autoestima. También los países que tienen una relación migratoria importante como Colombia y los del Magreb arrojan una valoración baja. Algo que merece una reflexión.
Según el Índice Elcano de Presencia Global, España ocupa el puesto 12º en el ranking mundial de la presencia exterior de los países, lo cual si se toman en cuenta parámetros como el PIB y la población no está tan mal. “España es una nación fuertemente globalizada, pero no es una potencia global”, concluye Emilio Lamo de Espinosa, que apunta que aunque las inversiones exteriores son fuertes (también muy expuestas), hay una gran dependencia energética , mucha necesidad de financiación exterior y grandes riesgos de seguridad al sur del Estrecho. Por lo que nuestra dependencia de la OTAN, nos asegura, es total. Dependemos del exterior más de lo que el exterior depende de nosotros, y además, no somos conscientes de esa dependencia. No nos interesa demasiado la política exterior y las relaciones internacionales. El español se mira el ombligo y “observa una actitud natural aislacionista, ensimismada, incluso endogámica y particularista, actitud que ha sido reforzada por el Estado de las Autonomías”. De paso, pone en tela de juicio los nacionalismos.
CIVILIZACION O BARBARIE
A la visión de Lamo, que no puede calificarse de parcial o subjetiva pero sí de una intención política evidente, podrían oponerse algunos argumentos que la Historia reciente y el desarrollo político del país han puesto de relieve. El papel de la monarquía, por ejemplo, de la que él destaca la labor “diplomática” de Juan Carlos I, no ha sido tan ejemplar como él cree. Ni tan acertada la postura de Aznar , que tanto le gusta.
Tampoco ha sido capaz de vaticinar la inminente guerra de Ucrania, subestimando la ambición y el poder de la Rusia de Putin, como se puede apreciar en la videoconferencia con la Asociación de Política Exterior, en marzo de 2022, en la que llegó a justificar de alguna manera la necesidad de Rusia de anexarse territorios perdidos con población ruso hablante tras la URSS. Pero bueno, eso encaja en la teoría que Lamo pone sobre el tapete y es la de los “cisnes negros”, eventos impredecibles en los que la Historia pone en jaque a la capacidad de análisis de los sabios y los oteadores del futuro, aunque vengan cargados de pergaminos y razones como este viejo profesor y Doctor Honoris Causa de la U. de Salamanca.
Los pilares de Occidente, parece decirnos este renombrado sociólogo , son de barro. La cultura occidental está erosionada por el regreso de las religiones, y los movimientos étnicos o identitarios Y nuestro futuro se va a jugar entre estos dos monstruos: el águila americana desplumada y el dragón chino, que no es de papel precisamente. Vivimos una realidad global, pero con miradas locales, lo que es como conducir por la carretera con un alcance de visión de diez metros, con lo cual el peligro de colisión o vuelco es inminente.
La mayoría de los expertos y analistas coinciden. El riesgo de conflicto global en el siglo XXI es mayor que nunca.
El dilema, que plantea Emilio Lamo de Espinosa en las páginas finales, es también el del último párrafo de La democracia en América , de Alexis de Tocqueville, publicado hace siglo y medio : “civilización o barbarie”.