“Quizás un día de estos de tanto pintar mundos felices, este nuestro mundo real se convierta, aunque sea tan solo un poquito, en uno igual de feliz; quizás un día de estos de tanto pintar sonrisas tú también sonrías”.

Siempre he pensado que los sueños, la felicidad y la conciencia de que somos parte de un todo abre caminos de emoción y empatía con el mundo. Desde esa reflexión, toda la obra de Dulce Quesada nos transporta a un universo de colores, formas y espontaneidad; a un mundo cercano a lo onírico que capta los pequeños detalles y los convierte en arte, en inspiración.

Dulce Quesada (Elche, 1968) cursó estudios de Danza Clásica y Español en la Escuela de Danza Pilar Sánchez (Conservatorio Óscar Esplá de Alicante). Licenciada en Bellas Artes por la Facultad de San Carlos (Valencia). Miembro del colectivo de Grabado: Kollectiv “Grafisk Verkstad” de Suecia. Ha organizado y colaborado en numerosos actos benéficos como el realizado en Elche para “The Nelson Mandela Children Fund”. En 1997 abre su primera tienda y galería de arte (The Art House), en Malmoe (Suecia), donde exponen artistas de diferentes continentes. Desde el año 2000 a 2014 fue profesora de la Escuela de Pintura del Hort del Xocolater en Elche. Además de trabajar en su tienda “Dolça Bellas Artes”, de Elche, distribuye sus productos tanto dentro como fuera de España. Desde 2004 su línea “Dolça” fue expuesta en ferias como Fimi (Valencia), Intergift (Madrid), Expohogar (Barcelona), Shanghai Art Fair, Childrens Club NY (Nueva York), y en la mayoría de las ferias de calzado más importantes del mundo. Sus zapatos llegan a distribuirse en más de 30 países. En 2010 continúa con su proyecto artístico y lo compagina con los talleres de arte que imparte en diferentes escuelas acercando la creatividad al mundo de los niños y adolescentes.

Ha realizado numerosas exposiciones, entre las que destacan: Caja Rural de Elche (1989); Galería Il Bisonte (Florencia, 1992); Hispano 20 (Valencia, 1992); Alliance Francais-Chittagong (Bangladesh, 1993); Höör Kost Hall (Suecia, 1995); “Xenofilia” Mujer Europa, Galería Shambala, Copenhague (Dinamarca, 1996); Museo de Arte de Malmoe (Suecia, 1997); Stop Galery y X CentrumPilzen (República Checa, 1999); The Art House, Malmoe (Suecia, 1999); Shanghai Art Fair (2006); Lyrical Blend, l´Escorxador (Elche, 2012); Exposición + CUATRO, sala de exposiciones de la CAM (Elche, 2012); “Colour of Bangladesh” Jainul Gallery, Cahrukala Onushod, Universidad de Dhaka (Bangladesh, 2015).

Su creación se ve muy influenciada por el movimiento holandés CoBrA, fundado en 1948, cuyos miembros se oponían a los patrones académicos y se volcaron en el arte primitivo y marginal. Las obras del grupo CoBrA se caracterizaban por dibujos parecidos a los de los niños, con un carácter espontáneo e inocente. Dolça considera que también ha tenido una gran influencia por los artistas universales Matisse, Picasso y Miró. Del primero hace suyo el lenguaje expresivo del color, y de Miró absorbe su interés en el subconsciente, en lo “infantil”.

¿Antes de dedicarte a las Bellas Artes, qué disciplina ha sido la más cercana?

De pequeña siempre soñaba que un día me dedicaría a hacer cosas con las manos. Me gustaba todo lo artístico: dibujar, la cerámica, la pretecnología, coser…. Yo tenía los pies planos y el médico aconsejó a mi madre que caminara de puntillas y anduviera por las piedras. Me apuntó a un gimnasio pero, un día, pasamos por delante de la academia de Pilar Sánchez. Al ver a unas niñas haciendo ballet me gusto tanto que decidimos matricularme. Estuve desde los siete años hasta que me fui a la universidad , me esforcé mucho.  Cuando empiezo una cosa no suelo abandonar. Después, me marché a estudiar Bellas Artes a Valencia. Aunque intenté seguir bailando, por diversos motivos decidí dedicarme plenamente a las Bellas Artes. Lo bueno que he tenido siempre es que cuando siento el fuego dentro soy muy constante, pongo el foco en lo que quiero.

¿En qué momento sientes que has encontrado tu camino, hacia dónde dirigir tu obra?

En la carrera teníamos que elegir las especialidades y tuve la oportunidad de aprender grabado. Me di cuenta de que me gustaba que una misma imagen se reprodujese muchas veces y que la pudieran disfrutar un gran número de personas. Cogí esa especialidad y disfruté muchísimo. No me hubiera importado focalizarme en eso, pero también probé a hacer otras cosas. En 1989 realicé mi primera exposición en la Caja Rural de Elche y ya diseñé camisetas, gorras… Me gustaba mucho aplicar el arte a objetos que se pudieran utilizar. Viví con mucha ilusión esta experiencia. Siempre me ha gustado hacer exposiciones envueltas en algo más. Allí coloqué en un rinconcito mi diario artístico para que la gente lo pudiera leer, al lado de la obra “¿Por qué lloras, princesa?”, un cuadro de la Dama de Elche llorando. Era muy expresivo. Desde el colegio siempre supe que me quería dedicar al arte, y que, desde la carrera, deseaba aplicarlo a objetos cotidianos. Disfrutarlo, no solamente en casa o en las galerías.

¿Y tu línea de ropa?

A partir de 1989, poco a poco, empecé a hacer camisetas, gorras, abanicos… En aquella época estampaba con un color y luego pintaba a mano, las personalizaba.

Cuando hablamos de tu obra, siempre nos referimos al arte accesible a todas las personas.

Yo siempre estoy a pie de calle. Me gusta bajar el arte a tierra, depositar semillitas en los niños mediante las clases de pintura.

¿Cómo enfocas el hecho de enseñar?

Cuando empecé a dar clases de pintura a los niños, fui buscando la manera de acercarles el arte de una forma que les pareciese atractiva y divertida. Cada vez que viajo, suelo ir a las librerías y busco libros que me parecen interesantes para ellos….Pintando bodegones se aburrían y me di cuenta de que esa no era la fórmula. Trabajo mucho el que sean felices al pintar y que no estén preocupados por si les sale bien o mal. Me centro en el tema de la creatividad, en ayudarles a ser creativos. Una de las maneras para acercarles a los artistas es hablar de ellos y de sus personajes. Por ejemplo, Cobi y Mariscal. Explico su historia, enlazo dibujos, les cuento que le gustaba montar en bicicleta; luego lo asocio con una artista japonesa, una de las creadoras de Hello Kitty, que vino a Barcelona en 1992. También les hablo de un artista holandés y su conejito Miffy. Así, van acercándose a los creadores y a lo que hay detrás de sus dibujos. Les hablo de Frida Kahlo y su triste historia… La idea es hacer que el arte, que suena tan complejo, se transforme en algo cercano y entendible. Palabras y términos complejos no llevan a ninguna parte. Yo abogo por la esencia y por la sencillez.

Los colores son muy importantes, eres una mujer muy emocional. ¿Qué pretendes transmitir? ¿Qué te une al público?

A mí me apetece abrir el corazón de la persona y transmitir amor; que una persona sienta alegría por encima de plantearse qué es o qué no es arte.

¿Qué proyecto o actividad recuerdas con más cariño?

Los talleres que hago en museos, bibliotecas, colegios… me gustan muchísimo. Trabajar con niños o incluso con personas que se sienten mal, y ver que a través de la pintura los puedo ayudar. Me interesa la parte terapéutica del arte. Me gusta la cercanía, ponerme a dibujar con mis alumnos y compartir. En “Mi diario dibujado” digo que acabé el libro el mismo día en que terminé las tarjetas que hago todos los años por Navidad. Yo tenía una clase de pintura y los niños habían vivido conmigo todo el proceso, así que una de las niñas me propuso sentarme con ellos y me senté a pintar. También me gusta mucho observarlos, ver cómo se relacionan entre ellos; crear situaciones, que pasen cosas y se vayan a casa con emociones.

También me encanta el proyecto “Cuento contado, cuento pintado”. Marisela cuenta, yo dibujo en directo y luego los niños vienen a ponerle color a lo que he hecho.

De las exposiciones, recuerdo una que hice en Bangladesh en 2012. Había de todo: música, poesía, decoración, pinturas… Así es como veo yo el arte, como un conglomerado. Fue una experiencia preciosa y me impresionó todo lo que rodeaba a la exposición. Después hice una en Elche para “dar las gracias” a Bangladesh. Fue junto al artista con el que yo expuse allí. Hubo música de diferentes países, vino un escritor que mostró sus fotografías sobre la India y contó su proyecto. A mí me gusta la fusión: pintura, música, teatro, danza… Acercar el arte, colaborar y crear, compartir…

¿Cómo has vivido la pandemia en relación con tu actividad creativa?

Para mí ha sido un momento que, a nivel creativo, ha supuesto una pausa positiva. Hay una frase que dice: “Que se pare el mundo, que yo me bajo”. En ese momento nos pudimos bajar a nuestro mundo, reencontrarnos y disfrutar de los que nos acompañan; pensar, leer… Me apetecía mucho ayudar a los demás desde lo que podía dar. Decidí hacer un diario dibujado, me grababa en vídeo y lo compartía en internet. También hicimos meditaciones en grupo y dibujos de las meditaciones, vídeos para el día del libro… Muchas cosas. Nos conectamos personas de diferentes partes del mundo. También hubo momentos de miedo y de tristeza.

Escuchas siempre decir a la gente que necesitamos ver la luz al final del túnel, y pienso que la luz del túnel la tenemos que encender nosotros. Cada uno debemos encender nuestra cerilla, nuestra linterna, nuestra vela y ser luz para iluminar el túnel. Porque nadie te trae la luz, eres tú el que ilumina. En cada situación es muy importante nuestra actitud y saber ver el lado bueno de cada situación. Hasta en la tristeza hay algo bueno, algún aprendizaje. Hay que seguir nadando.

“Mi diario dibujado”, publicado por Frutos del Tiempo, es un libro muy especial. ¿Qué nos vamos a encontrar cuando lo abramos?

El libro es un viaje a mi corazón. Recoge momentos en los que he sentido la necesidad de abrir el cuaderno y dibujar, contar una historia. La selección de dibujos y textos corresponden a cuadernos entre 2012 y 2016. Todos atrapan la emoción de un instante. Además, no solo se lee, también se le puede dar color, subrayar, dibujar tus propias creaciones… Es una manera de que el diario sea tuyo. Dejé las ilustraciones en blanco y negro para que la gente las colorease.

El libro reproduce lo que sería un cuaderno de artista. ¿Qué crees que aportan este tipo de libros?

Para mí es una manera de entender el mundo, desde la intimidad de tu cuaderno. MI propia filosofía, mi manera de pensar y de ver lo que me rodea. Es como cuando tiras una piedrecita en el mar y se forman unas ondas alrededor; provoca algo. Cada acto tiene una consecuencia. En mi día a día siempre encuentro cosas que no me espero. Si cambias las rutinas ocurren cosas, reacciones diferentes. Esto hace que, por ejemplo, gracias a dibujos haya conocido a personas. Recuerdo que viajamos a Méjico gracias a un dibujo. Conectamos, conocemos a gente. Si te abres pasan cosas maravillosas.

¿Cómo ha sido la experiencia de publicar a través de una campaña de micromecenazgo?

Ha sido muy bonita. Al principio un poco rara porque cuesta eso de venderse a sí misma, promocionar por las redes… Empecé con los directos y, gracias a la gente, me fui animando y disfruté del proceso. Fue una experiencia mágica.

El próximo 11 de junio, a las 20 horas, dentro del ciclo “Creadoras. Mujeres a cielo descubierto”, en el Espacio Hernandiano de Elx, tendremos la oportunidad de conocerla mejor. El cielo se llenará de besos alados y sonrisas repletas de color.