El Museo de Arte Contemporáneo de Alicante presenta la exposición “Desprogramar el drama”, de Eulàlia Valldosera. La muestra reúne la instalación La Caída. Salir de las llamas para caer en las brasas de 1996, dos fotografías de la serie El ombligo del mundode 1993, las tres pertenecientes a la Colección Fundación Mediterráneo en depósito en el MACA, y nueve fotografías de la serie Lazos familiares de 2012, propiedad de la artista.
Con múltiples significados, intrigante y compleja La Caída es un referente en la historia del arte de los años 90, una de las instalaciones más significativas de la artista catalana y su montaje se ha convertido en un desafío pues hace más de veinte años que no se muestra al público. Es una obra fundamental en la trayectoria de la artista, una instalación compleja y enigmática que habla de un accidente emocional, la imposibilidad de salir de una situación aun intentando comportamientos distintos. El cuestionamiento mismo de la pareja en su entorno doméstico, una historia carente de narración que se despliega en el espacio donde el espectador se encuentra atrapado como testigo y artífice del problema.
Lazos familiares es una serie de fotografías de la intimidad y pone en evidencia las relaciones sentimentales visibles y ocultas que los miembros de cada familia sufren, gozan o padecen. Implicaciones complejas e inevitables que redefinen el modelo mismo de familia en continua transformación. La imagen real y su sombra aparecen y conviven en el mismo espacio, se solapan, se fragmentan, se suman en una imagen final a modo de collage de transparencias: la realidad visible está hecha a partir de muchas capas o niveles de comprensión de una misma situación anímica.
El ombligo del mundo fue uno de los trabajos más transgresores del arte español de los años 90 y génesis fundamental del trabajo de Eulàlia Valldosera que renuncia a la práctica retrógrada de la pintura bidimensional que le enseñaron. Parte de un hecho banal como fumar cigarrillos, un elemento convertido en metáfora del consumo, la meditación y la fugacidad del tiempo.
En todas las obras, el drama está a la vista. Recuperado. Reprogramado. Los hechos no se relatan, sino que se representan. Por medio de la realidad y de su sombra, de la proyección de la luz y del movimiento. Con una mirada propia, Valldosera recrea escenas dramatizadas que reflejan simultáneamente la presencia y la ausencia, la memoria y el deseo, donde la sombra evoca una búsqueda interior que remite al mundo del subconsciente, no solo como espectro de un pasado no resuelto, sino también como una forma auténtica de la realidad. Es necesario pues volver al inicio, desprogramar y eliminar los patrones fijos de comportamiento para decidir qué camino seguir.
El concejal de Cultura, Antonio Manresa ha mostrado su satisfacción por la exposición, ya que tal y como ha destacado «se trata de un ejemplo más de la importancia de la colaboración entre instituciones para poder trabajar en pro de la cultura».
Luis Boyer, presidente de Fundación Mediterráneo, ha agradecido “al Ayuntamiento y al MACA la restauración de la pieza principal de la exposición, que ha permitido arreglar el motor y sincronizar la proyección de esta instalación tan compleja. Este trabajo no habría sido posible sin la implicación y participación de la propia Eulàlia Valldosera.” “Quiero destacar también el enorme trabajo que se ha realizado desde el MACA en la adaptación de la sala, creando nuevas paredes específicas debido a la singularidad de esta obra de la Colección Fundación Mediterráneo”, ha añadido Boyer.
Eulàlia Valldosera. Villafranca del Penedés (Barcelona), 1963
Artista pionera y radical, Valldosera es referente de un modo de hacer artístico que rechaza la sobreproducción, que valora los materiales pobres y recurre a la experiencia de la vida cotidiana. Formada en BBAA en Barcelona, amplió estudios en Holanda y recibió la beca DAAD en Berlín. Desde principios de los 90, desarrolló un trabajo multidisciplinar con la proyección de haces lumínicos, fotografías y video en instalaciones donde reutiliza objetos cotidianos y en performances a partir del cuerpo y su proyección en el espacio psicológico colectivo.
Los residuos, la limpieza, la enfermedad, la herencia materna o las relaciones de poder han sido recreados en numerosas performances, series fotográficas e instalaciones. Son escenarios cotidianos hechos de enseres domésticos que conviven con los dispositivos tecnológicos (que auguran la presente era digital), envases desechables de productos, botellas de detergente, muebles…, despliegan sus sombras por las paredes de la sala desenmascarando el truco, poniendo al alcance del público los mecanismos que normalmente se ocultan para crear la magia del encuentro del objeto con su sombra, con su doble; los objetos se animan y hablan de un sujeto fragmentado.
Valldosera estudia nuestros mecanismos de percepción mientras cuestiona el objetivo del arte. Y decide no crear objetos artísticos sino procesos mientras afirma que la obra de arte es un espejo del marco que el espectador sostiene al mirar. Rescata así nuestra capacidad de asombro, revela nuestras oscuridades, nuestras memorias y programas, la ilusión de una supuesta separación entre nuestro cuerpo y nuestra mente. El espectador es un objeto más y se borran así las fronteras entre la luz vibrante.
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