Todos celebramos que la “normalidad” quiera instalarse entre nosotros. Cosas tan sencillas como hacerse un café mientras saludamos a los que pasan, almorzar con un buen vino de la comarca y sus correspondientes cacahuetes, comprar a los mercados de calle o ver turistas de nuevo, dejarán de ser nostalgia para volver a ser cotidianas. Esas escenas, añoradas en cualquier de nuestras poblaciones, nos muestran dos realidades muy diferentes y altamente relacionadas. Por un lado, nuestra economía tiene una gran dependencia del sector servicios, especialmente relacionada con el turismo y la restauración como los hemos conocido hasta ahora. La otra realidad es que seguramente habrá modificaciones que acelerarán cambios que ya se aventuraban hace un tiempo y nos llevarán a nuevos escenarios, como la forma en que nos relacionamos con la alimentación, la experiencia gastronómica o turística. Cambios que ahora nos sugerirán algunos procesos adaptativos que posiblemente la Marina Alta está muy preparada para afrontar.

Para ayudarnos a interpretar toda esta realidad, y sus oportunidades, estamos pidiendo la opinión de todos aquellos que nos pueden aportar conocimiento. Después de analizar el sistema agroalimentario y gastronómico, y su repercusión en el turismo, en el diagnóstico y plan estratégico redactado por la Oficina Y+C, detectamos que, en un territorio gastronómicamente prestigiado como la Marina Alta, la creación de un clúster innovador del sector agroalimentario/gastronómico puede ser una oportunidad para generar un en torno a conocimiento, creación de empresas y nuevos modelos de negocio vinculados al territorio, para crear una verdadera economía circular, completa y sostenible en la Marina Alta. Pensamos que puede ser momento de ir planteándolo.

Hemos pedido la colaboración a José Luis Hervás-Oliver, Catedrático de Innovación de la Universitat Politècnica de València, que ha trabajado en proyectos de articulación de estructuras industriales y agrícolas en diferentes comarcas valencianas porque nos describa en que consiste un clúster y que ventajas podría aportar a las empresas de nuestro territorio.

EL CLÚSTER AGROALIMENTARIO DE LA MARINA ALTA: UN PROYECTO NECESARIO PARA LA COMPETITIVIDAD DEL TERRITORIO. José Luis Hervás-Oliver

¿Cómo puede una pequeña empresa ser competitiva? La respuesta es doble y sencilla. En primer lugar, la respuesta es la innovación en todos sus frentes: productos, procesos, organización, marketing, modelos de negocio diferentes, etc. La segunda, quizá, un poco menos conocida: a través de la cooperación, con otras pymes y organizaciones, a través de clústeres.

En realidad estamos hablando de lo mismo: la innovación no es una acción individual de una empresa, pongamos que aumenta la investigación para el desarrollo de un nuevo producto, sino que es sistémica. Esto es, está basada en la interacción, lo que significa que para desarrollar dicho nuevo producto necesita de la información y valoración que el cliente o distribuidor le proporciona,normalmente en un proceso de cocreación; necesita al proveedor de materias primas o insumos, así como al de maquinaria, para poder realizar con éxito el nuevo producto o proceso; necesita, quizá, del asesoramiento de un consultor, de la transferencia de conocimiento de la Universidad o incluso de la cooperación con la competencia para preparar un marco regulatorio propicio para lanzar el nuevo producto al mercado. La innovación es, en sí misma, sistémica y se basa en modelos de cooperación entre los agentes de la cadena de valor (proveedores, clientes, competidores, consultores, etc.) y del sistema nacional, regional o local de innovación (universidades, institutos tecnológicos, agencias de desarrollo local, etc.).

Volviendo a la pregunta del inicio, ¿cómo puede una pequeña empresa ser competitiva? Innovando y cooperando con el sistema local/regional de innovación, ese conjunto de agentes e instituciones que son tan necesarias para que la empresa pueda sacar el máximo potencial. Un clúster es, por tanto, una aglomeración o concentración territorial de empresas e instituciones que cooperan con un objetivo común: mejorar la competitividad del territorio y de sus empresas. Las empresas del clúster compiten entre sí, pero también cooperan en aquellas áreas que son punto de encuentro y palanca de beneficio común. El clúster debe integrar al territorio, lo posiciona, actúa de palanca de mejora de la competitividad y sirve de paraguas para la formulación de iniciativas colectivas que persiguen el beneficio común. El clúster vertebra social y económicamente al territorio, lo posiciona ante el mercado y logra el reconocimiento de las diferentes administraciones, sirviendo además de foro de reflexión al empresariado local para trazar estrategias de futuro que hagan más competitivas a las empresas, más sostenible al territorio y, en última instancia, fortalezcan el tejido social con más y mejores empleos. Los clústeres tienen un componente público-privado, pero es el tejido empresarial el que lo tiene que liderar y articular, integrando los diferentes sectores locales/comarcales que cooperarán para buscar estrategias de éxito que beneficien a todos: es intersectorial y por ello busca la creación de sinergias entre los diferentes subsectores o actividades del territorio. Afortunadamente, en la Comunitat Valenciana tenemos muchos casos de éxito (como el clúster del Automóvil, o el del Envase y Embalaje, entre muchos otros), siendo necesario extender el modelo hacia aquellas comarcas que están especializadas en agroalimentación y/o servicios.

Volvamos al grano: ¿cómo puede la Marina Alta ser más competitiva a través de un clúster agroalimentario? Dénia, y la comarca, como destino top en gastronomía es una realidad consolidada, con una de las mayores concentraciones de restaurantes de toda la costa mediterránea, una cadena de valor puramente local que trae del campo y el mar los productos más frescos directos a las mesas. No en vano ha sido declarada Ciudad Creativa de la Gastronomía por la Unesco. El territorio no solamente presenta una costa y climatología excepcional, sino que combina diferentes sectores: agroalimentario, pesquero, turismo y restauración, siendo los últimos la punta de lanza que puede ejercer de elemento tractor o de arrastre del resto. Además, existe un sector restauración que trabaja en tándem con el turismo, pero con una gran diferencia: tiene la potencialidad de desestacionalizar la demanda, preservándola a lo largo de todo el año y, por tanto, tirando del resto de sectores locales/comarcales. Asimismo, existe reconocida una “marca” de calidad en la restauración, un alto conocimiento, experiencia y cultura de trabajo en las unidades empresariales, capacidad emprendedora y de adaptación a cambios, así como una excelente reputación de producto de calidad, sobre todo aquel que procede de la Llotja y del campo.

Para la conformación del clúster haría falta integrar a todos los eslabones de la cadena territorial y trabajar aspectos clave como la concienciación de la importancia de la colaboración y cooperación. Sería necesario activar nuevas fórmulas de sostenibilidad (productos de canal de proximidad, bio, canales online), así como promover la conexión entre el sector agroalimentario y el de experiencias (turismo, gastronomía, ocio, etc.), buscando sinergias para un beneficio común. Y por último, concienciar de la necesidad de innovar en la empresa y en la cadena de valor: concienciar de la necesidad de un cambio estratégico.

La creación de un clúster agroalimentario vertebrador, integrador de los diferentes sectores y potenciador de la imagen que mejore la posición competitiva de las empresas y permita una sostenibilidad del territorio es, en mi opinión, una oportunidad de futuro para gestionar con criterio de largo plazo la Marina Alta como fuente generadora de riqueza, cohesión y como lugar de acogida para vivir mejor.

José Luis Hervás-Oliver, es director del grupo de I+D+i “Clúster Innovación” de la Universidad Politécnica de Valencia, catedrático de Organización Empresarial y Director del Proyecto sobre Innovación Radical en Clústeres (InnoRadical4.0) del Plan Estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación (Ministerio de Ciencia e Innovación). Ha sido redactor del Plan de Alimentación de la Comunidad Valenciana para la Generalitat Valenciana y ha participado en la creación del Clúster Agroalimentario de la Vega Baja y en el Clúster del Automóvil valenciano (AIVA).