El próximo día 14 de noviembre, la Casa de Cultura de Villena acoge la inauguración de la exposición “Todo papel es un lugar” del artista Fernando Ayelo que podrá visitarse hasta el próximo 17 de enero de 2025.
El acto de mirar los dibujos de Ayelo se vuelve muy interesante. A la Doctora en Artes Ángela Albero le invita a presenciar las obras con calma y en directo. ¿Existe algo más anacrónico y, por ello, sugerente? Como uno de esos paisajes en los que cuanto más tiempo miras fijamente, más cosas eres capaz de descubrir, sus obras están llenas de motivos, detalles y sus composiciones encierran una gran complejidad. Líneas, figuras, geometrías, movimiento, puntos de fuga… se combinan, superponen, dejan ver su estructura interna. De pronto, aparecen pequeños cuadrados en blanco, como silencios meditados en medio de toda esa información. Pero también pueden ser ventanas a otros mundos.


Un cirujano. El aspecto formal y material de sus obras es fundamental. La técnica que utiliza para dibujar es lenta, depurada, física. Imagino la tensión en los tendones de la mano, en los ojos que aguantan el parpadeo, los hombros ligeramente encogidos al dibujar. Creo que se necesita un esfuerzo importante para llegar a tal precisión. O quizás no sea tal y represente para él un momento de descanso, de mangas holgadas y evasión. De cualquier modo, el negro corta el blanco roto del papel. Es similar a un bisturí. La preocupación por la asepsia es constante en un trabajo de cirujano. La precisión es milimétrica, el análisis de la imagen, científico. Como en las creaciones de Elena Asins o Eusebio Sempere, aquí si quisiéramos, podríamos contar cuántas finas líneas paralelas tiene cada parte, como si fuesen bits que componen un sistema.
Los retratados. En su obra está la importancia de la tierra propia, del contexto alicantino, como lugar de trabajo y de vida. Como en el poeta Miguel Hernández, las letras le acompañan literalmente. La necesidad de comunicar y exponer sus ideas late en sus dibujos.
Arte clásico. Los bustos y cabezas retratadas refieren a otras escultóricas. Con el cuidado de un artista clásico, subraya el modelado, el sombreado, la figuración mimética de los motivos humanos. El mundo grecolatino descansa en sus papeles como la sal sobre la piel.
El error. Mi ojo recorre la superficie del dibujo buscando una posible imperfección. Busco una señal que confirme que quien ha realizado esta obra es una persona y no una máquina. En la era de la imagen digital y la inteligencia artificial parece que la intuición todavía nos dice cuáles son las diferencias entre el dibujo humano y la reproducción automática. ¿Cuánto tiempo habrá dedicado a hacerlo? ¿por qué invertir todo ese tiempo? ¿es el error el fin no buscado de estas obras?


Fernando Ayelo Hernández (Villena, 1965)
De formación autodidacta, comienza a tomarse en serio esto de la creación plástica comenzando la década de los 80, en pleno bullicio cultural de la llamada “movida”. Como cualquier chaval inquieto de su edad, devora toda revista, tebeo, cómic o libro que llega a sus manos. Y con ello llegan los primeros trazo, viñetas y tiras de cómic, dibujos a lápiz y tintas, principalmente. Mas tarde vendría el interés por la pintura y las primeras composiciones en color. Participando en exposiciones tanto individuales como colectivas, así como en diversos concursos y certámenes de pintura.