Has leído este artículo muchas veces, lo sé y tú también lo sabes. No obstante, cuando existe un problema, una faceta de la realidad que mejorar, no debemos cejar en el empeño. Hay que insistir, a riesgo de ser pesados, hasta que se consiga el objetivo.
Como habrás adivinado por el título, voy a hablar de la necesaria coordinación entre Elche y Alicante, verdadera clave que permitirá la consolidación de la personalidad política de las comarcas alicantinas. Somos un pequeño gigante económico en el contexto español, pero desde luego un enano político, tanto a nivel de la Comunidad Valencia, como a nivel de España.
¿De qué datos y hechos objetivos podemos partir? Alicante es la segunda ciudad más poblada de la Comunidad Valencia con 330.000 habitantes. Elche es la tercera con 230.000.
Si la capital provincial destaca por sus servicios, por ser sede de las administraciones más importantes, por su potencia turística y su carácter abierto y cosmopolita (derivado de su historia ligada a un puerto de mar que siempre la ha abierto al mundo), Elche es la industria, la innovación, sus dos patrimonios de la humanidad y una identidad fuerte, que sabe defender lo propio.
Sin contar con la población de sus dos áreas metropolitanas, estas dos importantes urbes suman 560.000 habitantes y un potencia económico muy relevante. Están situadas a escasos kilómetros. En la confluencia de sus términos municipales encontramos destacadas infraestructuras de uso frecuente por todos los ciudadanos de nuestra provincia y regiones de alrededores, fundamentalmente IFA y nuestro potente aeropuerto, el séptimo más importante de España según numerosas clasificaciones.
Hasta aquí el planteamiento de nuestras potencialidades, la muestra evidente de que las posibles sinergias serían lógicas y muy beneficiosas para todos. Esta afirmación es compartida por casi la totalidad de nuestros ciudadanos, sociedad civil organizada y medios de comunicación.
Pero los problemas que impiden que la necesaria coordinación se haga efectiva no son menores y, hasta ahora, han marcado de manera contumaz la realidad, impidiendo que el sentido común se materialice en planes de coordinación concretos.
Elche teme quedar dentro de un área metropolitana capitaneada por Alicante que le impida planificarse a si mismo y ser dueña de su propio futuro. Alicante es una capital ensimismada, con poca o nula tendencia a hacerse cargo de los retos que van más allá de su horizonte municipal.
Alicante se siente cómoda en su capitalidad, en su perfil de ciudad de servicios y sus élites no ven claro qué pueden ganar con la creación de un área funcional planificada de forma conjunta.
El panorama descrito hasta aquí es conocido por todos, dura ya demasiado tiempo. Para tratar de impulsar la necesaria unión que aquí defendemos un agente clave que también ha de tener un rol relevante en la generación y desarrollo efectivo del eventual plan, la Generalitat Valenciana, concretamente su Dirección territorial de ordenación del territorio, lanzó en 2018 en llamado PATAE (Plan de acción territorial del área funcional de Alicante y Elche).
Elche enseguida se mostró interesado aunque suspicaz e insistió para que las reuniones previas tuvieran lugar en su localidad. Los representantes del ayuntamiento alicantino no llegaron a comparecer en las diferentes reuniones que tuvieron lugar.
Estamos en 2019 y nada se sabe del citado plan. No podemos saber si ha sido redactado…de nuevo parece que el tema ha quedado empantanado, aunque he de decir que la actitud de la Generalitat y su iniciativa me han parecido voluntariosas y loables.
En muchas ocasiones se he afirmado que la Generalitat no ha actuado en esta materia porque a la ciudad de Valencia no le conviene la creación de un polo-sur potente que pueda rivalizar con la capital autonómica. Creo que aunque en ocasiones pueda haber ciertos intereses en la ciudad de Valencia que impidan poner el foco en las cuestiones del sur de la Comunidad y la historia nos haya mostrado en numerosos momentos que la ciudad del Turia ha tratado de evitar que se creara una potente área-sur que limitara o relativizara su liderazgo incontestable, hoy por hoy es mayor el peso de nuestra propia incapacidad alicantina por plantearnos retos importantes.
La Generalitat ha puesto algo de su parte, aunque Alicante siempre queda lejos. Nuestros políticos alicantinos están, de nuevo y como los políticos de toda España, enfrascados en las enésimas elecciones. La volatilidad del voto, la dificultad que entraña la formación de bloques sólidos y la incapacidad política que tenemos estos últimos años para trabar gobiernos estables, que piensen a largo plazo, no ayudan a poner en marcha planes estructurales y vitales, pero que necesitan de consenso y desarrollo a largo plazo para que sus beneficios sean efectivos, tangibles y lleguen a la ciudadanía.
En el plano institucional, no obstante, creo que el ente clave para impulsar las sinergias ilicitano-alicantinas es nuestra diputación de Alicante. El presidente César Sánchez ha llegado a proponer a Elche la bicapitaldad (!) aunque, lejos de plantear un plan tangible, concreto y bien estructurado, se ha limitado a prometer la creación en Elche de un auditorio similar al ADDA.
Creo que, dada la coyuntura actual, es la sociedad civil la que tiene que liderar la necesaria unión entre Alicante y Elche. No se trata de un asunto crucial para dos ciudades, insisto, estamos ante un primer paso que ayudaría a unir nuestra provincia en su conjunto y a darle el peso político que merece y no tiene.
Creo que si asociaciones de empresarios, de vecinos, colectivos profesionales y otros sectores organizados de la sociedad civil llegaran a un acuerdo amplio y fueran capaces de detallar y cuantificar las mejoras y ahorros que la colaboración entre nuestras dos grandes capitales podría traernos, los ciudadanos defenderían de manera más clara esta unión que os propongo.
Los partidos seguirían, ahora sí, la corriente de la opinión publica. Por ejemplo, ¿no sería lógico que los sistemas de transporte público de ambas ciudades estuvieran integrados? No es tan difícil, yo que he vivido en Barcelona he visto como decenas de ciudades del área metropolitana disfrutan de estos beneficios.
Las economías de escala serían múltiples y beneficiosas. Además gestionar Elche y Alicante como un todo permitiría desarrollar una cultura del consenso, tan necesaria para nuestra provincia.
Voy concluyendo. Creo que, ante todo, necesitamos un nuevo relato. Un relato que deje de lado los tribalismos, los localismos cortos de miras y ayude a pensarnos y comprendernos como un todo. Un relato basado en la solidaridad, en la identidad compartida y en la compresión más amplia del marco en el que nos movemos. Lo que a todos afecta a todos concierne y todo lo que suceden en nuestras comarcas alicantinas nos influye enormemente.
Empecemos coordinando nuestras dos joyas de la corona. La unión Alicante+Elche significará la creación de un motor, de un punto fuerte, que nos permita en el ámbito valenciano y español ocupar el lugar que por potencia económica y poblacional nos merecemos.
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