Hoy siento odio. Que nadie me diga que sentir odio es malo para mí ni se atreva a nombrar esa soberana estupidez de que odiando «me pongo al nivel de ellos». Soy humana, ya estoy al nivel de ellos y a la vez soy superior a ellos, soy superior a toda esa chusma que libera sus bajos instintos perpetrando asesinatos cobardemente grupales contra las personas que no les gustan.
Hoy siento odio, y sentirlo para mí es una verdadera liberación. Siento odio, y si se me presentase la ocasión me encantaría machacarles la cabeza con mis propias manos. Que nadie se atreva a dudar que lo ocurrido en la madrugada del pasado sábado es un crimen de odio, un asqueroso asesinato por odio, porque nadie destroza el cuerpo de una persona en un momento de furia abyectamente catártica chillándole maricón si no lo siente de verdad en lo más íntimo de su ser.
También siento odio por esas ratas que ya están «convencidas» y que para su único y exclusivo interés se atreven a generar más odio y confusión divulgando rumores como que los perpetradores son una banda de magrebíes o VOXeros cuando todavía no ha trascendido ninguna información ni detalle de los asesinos, una no trascendencia que por otra parte me parece del todo curiosa y también sospechosa, cuando en otro tipo de asesinatos a estas horas ya sabríamos toda la vida y milagros de estos animales. ¿Pero qué es lo que pretenden ocultar?
Mientras se desvela la identidad de estos bichos yo decido volcar ese odio que hoy me rebasa en los peores de todos, las sucias mentes instigadoras de un lado y de muchos otros: ideologías, religiones, grupos políticos reaccionarios y otros pretendidamente progresistas que entre todos odian y buscan destruir y anular al total o a una parte de las personas LGTBl, o simplemente les niegan su voz e intentan acallar su grito como ya hemos tenido experiencia de comprobar tanto observando su vergonzosa actuación desde el mismísimo gobierno de España como en nuestras propias relaciones con ciertos consistorios de nuestra provincia. Añado a este odio a todos aquellos medios de comunicación y creadores de opinión que les jalean mintiendo a sabiendas y apoyando sus mentiras.
Siento también odio por esa chusma ignorante e inculta que les apoya en redes, una chusma que ni sabe ni quiere saber, ya que lo único que pretenden es sentirse mejor desatando la furia y hastío de sus mediocres y miserables vidas de forma cobarde, escudadas en un anonimato protegido por las mismas normas de esa red. Siento odio, y también muchísimo asco. Y este odio y este asco son los que, afortunadamente, hoy me siguen impulsando a continuar.
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