Conocí a María Luisa Gil López en Crevillent hace ya algunos años (antes de la pandemia, tema que ella conoce a fondo como historiadora). Fue gracias a nuestros amigos comunes, Ana Satorre y Daniel Belmonte, artífices de un proyecto de recuperación de la memoria y el legado del geólogo Daniel Jiménez de Cisneros (mi abuelo paterno) que goza ya de una exposición permanente en la Casa de Cultura crevillentina. Creo recordar que la primera vez que coincidí con María Luisa fue en el Museo de la Semana Santa de Crevillent, donde nos explicó todos los secretos de las telas bordadas y ornamentos allí depositados. Me pareció una mujer culta en toda la extensión de la palabra, con esa cultura que va más allá de las obligaciones profesionales como docente y se expande a otras inquietudes: la investigación, la acción social, la creación de su ONG educativa ASERRA. Su carácter jovial, su sabiduría y su sencillez hacen de ella una persona muy querida en su entorno, como tuve ocasión de comprobar.
Desde el punto de vista literario, María Luisa, aparte de sus artículos eruditos y del Prólogo de uno de mis poemarios, es autora de dos novelas: «Los nombres de Idrissi» y «El eco de una promesa». Ambas tienen en común que son novelas históricas. La primera, editada por el Ayuntamiento de Crevillent, está a la espera de una reedición revisada; se trata de una espléndida recreación del mundo morisco, tan cercano a nuestro territorio levantino. La segunda, editada digitalmente en El Cantarano, se desarrolla en el Perú colonial, un país que la autora conoce de primera mano.
Querida Consuelo:
Muchas gracias por contar conmigo para participar en una sección tan interesante como «Mujeres que nos escriben», y que tú diriges con tanto acierto.
Desde que yo me recuerdo siempre he estado unida a un libro, afición que me trasmitieron mis padres. Mi madre era una gran contadora de cuentos y todas las noches me refería fabulosas historias y, como admiradora del Quijote, yo era su princesa Micomicona que cada noche protagonizaba extraordinarios y pintorescos episodios. Esta tradición la he mantenido con mi hija.
Ya en mi adolescencia empecé a participar en clubes de lectura e hice mis pinitos en los pequeños concursos literarios de mi colegio en Moratalla. También fue por entonces cuando descubrí, en el despacho de mi padre, los “Episodios Nacionales” de Benito Pérez Galdós. Mi pasión por la historia fue inevitable y conté con el apoyo de mi padre ya que era un gran aficionado a la literatura y, en particular, a la novela histórica. Siempre recordaré las tertulias que teníamos después de leer una novela, que me recomendaba de entre las muchas que tenía en su biblioteca.
Años después, cuando estudié la carrera de Historia, seguimos manteniendo nuestras charlas que eran muy enriquecedoras.
He leído muchas novelas históricas desde entonces, pero si tuviera que quedarme con una sola lo haría con “Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar. Siempre que la leo encuentro algo nuevo.
La novela histórica ha sido sujeto de muchas críticas, y sobre todo a los historiadores se nos considera pésimos escritores porque encorsetamos mucho los hechos y damos demasiados datos. La discusión sería eterna, pero yo me quedo con las palabras de Umberto Eco: “Una novela histórica no es tanto una versión novelada de hechos históricos, sino una ficción que nos permite comprender mejor la auténtica historia “. Él evidentemente lo consiguió.
Aunque he trabajado en distintos centros, fue en el I.E.S. Maciá Abela donde empecé a hacer pequeñas investigaciones y, en el 2007, participé con mis alumnos/as de 4º de E.S.O. en el concurso “Detectives de la historia” que promovía el Archivo del Reino de Valencia con un trabajo sobre demografía: “La población de Crevillent de 1609 a 1646”. Ganamos el segundo premio.
A partir de entonces me vinculé a Crevillent y a su pasado morisco. Fui invitada a participar en el Congreso de Novelda en 2009 que conmemoraba el 4º aniversario de la deportación de los moriscos. Mientras preparaba el trabajo (“Estudi dedemogràfic de Crevillent 1481-1609”) empecé a plantearme la posibilidad de escribir una novela ya que me encontré un panorama tan interesante que sentí la necesidad de transmitirlo a través de una novela histórica que llegase a un público más diverso. Pensé en mis alumnos quienes no sabían el pasado del entorno en el que vivían. Como suele ocurrir, mis personajes empezaron a vivir por su cuenta y la novela llegó mucho más lejos de lo que yo pretendía en un principio.
Mi protagonista nació en Crevillent en 1597, y así consta en el archivo parroquial de Nuestra Señora de Belén, pero a partir de aquí todo es imaginación. Idrisi Albadi vivirá su vida entre la tranquilidad de ser un morisco acaudalado en su Alhama, y el dolor de ver marchar a su familia mientras que él se ve obligado a permanecer aquí. Tendrá que valerse por sí mismo en un imperio agonizante donde un morisco no tiene cabida.
La novela se desarrolla en el siglo XVII, pero está escrita desde el siglo XXI y esa mirada también está presente. No pretendo más que contar una historia, las conclusiones serán de cada cual. “Los nombres de Idrisi” fue editado por el Excmo. Ayuntamiento de Crevillent y subvencionada por la Excma. Diputación Provincial de Alicante en el año 2018.
No era la primera vez que intentaba meterme en el mundo de la narrativa pues tenía guardado en el cajón de mi escritorio una novelita juvenil que hice para ASERRA, la O.N.G. que yo ayudé a fundar en el instituto y de la que soy vicepresidenta. Eres socia nuestra y, por tanto, ya sabes que pretendemos ayudar a niños, que no tienen muchas posibilidades, a tener una formación educativa completa en Perú.
“El eco de una promesa” se desarrolla entre el Perú colonial y el I.E.S. Maciá Abela de Crevillent y su finalidad principal es poner en contacto al alumnado y demás personas interesadas con la cultura Inca a través de la historia de la antepasada de una alumna. Ya sabes el cariño que le tengo, y tuve la suerte de que tú me la publicaras en “El Cantarano” (septiembre del 2021).
Nos veremos en el club de lectura el 9 de mayo donde se leerá tu libro, el doble poemario «Cuando sepa leer & En clave de palabras», una obra preciosa que yo tuve la suerte de prologar. Hasta entonces, un fuerte abrazo.
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