En este mes de junio os presentamos a Nuria Jiménez Blanco, una mujer nacida en Puertollano pero residente en Alicante desde su jubilación. La conocí en el taller que impartí para los interesados en el proyecto de Slam Poetry Alicante coordinado por Ágora Reix. Enseguida me llamó la atención la forma en que seguía mi intervención. Cuando se establece conexión con alguien nos damos cuenta rápidamente, y así fue en este caso.

En su carta ella nos explica en primera persona lo que ha significado la escritura en su vida. Es un ejemplo más de esas jubilaciones fructíferas y fecundas que dotan de sentido a una etapa espléndida de la vida como es la que comienza cuando acaba el trabajo obligatorio y empieza otra clase de andadura.

Nuria nos habla de su trayectoria profesional, inevitablemente ligada a la literaria, porque las experiencias acumuladas y la formación recibida le han permitido escribir lo que escribe y como lo escribe. Esta su primera novela, Morir en el Valle de la Luna, es un reto conseguido.

Estimada Consuelo:

Agradezco la invitación que me brindas para hablar sobre mí y mi novela.

Nací en un lugar de La Mancha, llamado Puertollano allá por el año 1961, y el tiempo me ha traído hasta la ciudad de Alicante.  Soy diplomada en Magisterio y Licenciada en Psicología. Toda mi trayectoria profesional se ha desarrollado en el mundo de la educación. He trabajado en Equipos Psicopedagógicos y cuando se creó la especialidad de Orientación Educativa opté por trabajar en un Instituto de Educación Secundaria en el Departamento de Orientación. Además de las tareas de asesoramiento al profesorado, he tenido la suerte de poder tener docencia directa con los alumnos como profesora de Psicología en segundo de Bachillerato.

Siempre me he sentido cerca de la literatura disfrutando de la lectura y escribiendo, preferentemente poesía. Como miembro del taller literario de Puertollano he publicado poemas en la revista Alforja de Estaribel. Tengo algunos premios de poesía, entre otros, Premio al mejor soneto en el certamen nacional “Amantes de Teruel” en 2014. Primer premio en el certamen dedicado al Cristo de la Vega en Socuéllamos… No obstante, escribir en prosa y en concreto una novela, siempre ha sido un reto por conseguir. 

 Cuando escribo, busco palabras que dibujen el haz y el envés de lo cotidiano. Las palabras siempre nos sobreviven, nacen para ser leídas o con vocación de leernos a nosotros mismos. Esto es más fácil de conseguir en la poesía que en la prosa, pero en esta busco lo mismo. Me gusta que las palabras vayan más allá de la realidad, que reflejen la emoción silenciada o escondida en nuestro día a día, emoción que espera renacer con luz propia en cada uno de los lectores.

Te comento algunos aspectos de mi primera novela “Morir en el Valle de la Luna“. Debo confesar que en principio mi idea no era escribir una novela, solo quería hacer un relato que reflejara el dolor y la desesperación de una mujer marcada por la desgracia: Después de la muerte de su hijo, la protagonista decide quitarse la vida arrojándose a las vías del metro de Madrid, pero en el último momento se arrepiente, no quiere dar a su marido esa satisfacción y decide morir al otro lado del mundo, en el Valle de la Luna, un lugar de especial significado para ella y su hijo.

Comienza el libro con una reflexión: “Existe un dolor, tan hondo, tan profundo, tan desgarrador que es incompatible con la vida, un dolor que no nace del cuerpo sino del alma. Nadie debería sobrevivir a la muerte de un hijo. Es algo antinatural, aterrador, algo para lo que no estamos preparados, mucho más cuando ese hijo es la última tabla a la que agarrarse, para poder respirar, para escapar del naufragio, de lo sórdido de una existencia equivocada, donde sobrevivir más que vivir es el objetivo”. 

A pesar de este comienzo puedo asegurar que no es una novela triste, es una historia de superación. Al emprender el camino hacía su propia muerte, la protagonista escapa del ambiente opresor que ha condicionado su existencia y se adentra en una aventura inesperada, donde también hay espacio para la esperanza.

La trama transcurre en Extremadura, Madrid y Costa Rica. Aunque está ambientada en las décadas de los sesenta y setenta, uno de los aspectos que desarrolla   es atemporal y no es otro que la violencia y los estragos que produce en la personalidad de quien la padece.

La situación que presento va más allá del sufrimiento. La trama psicológica subyace a la literaria.  La protagonista es un ejemplo de lo que en Psicología se estudia como “Indefensión Aprendida”, término acuñado por el psicólogo estadounidense Martin Seligman. Ante la inutilidad de cualquier estrategia para escapar, se acepta lo inaceptable, se aguanta lo inaguantable, quedando el sujeto paralizado ante cualquier salida.

La novela no se recrea en el dolor. Al avanzar en la lectura, nuestra protagonista muestra su resiliencia y renace como el Ave Fénix de sus propias cenizas, descubriendo aspectos de su personalidad que son desconocidos para ella misma. Salir de España no será fácil y llegar a un país desconocido tampoco, así como afrontar retos impensables. Se sumerge en paisajes reales, exuberantes, desconocidos, y se enfrenta al paisaje humano de las personas que encuentra en su camino; en ellas está la bondad y la maldad. Un viaje sin marcha atrás que la llevará a un final inesperado.

He querido que sea una novela de prosa ágil, fácil de leer y que nace con vocación de enganchar. El lector se verá, de pronto, sorprendido, al verse inmerso en una aventura trepidante llena de sorpresas.

Gracias por leerme. Un saludo,

                                                                                                     Nuria