Los diarios de escritores, intelectuales y periodistas (hago la diferencia) resultan a menudo más interesantes que la ficción, como el del renombrado autor francés Jules Renard, un clásico del género por sus sabrosas frases, que a menudo son pasto de los cazadores de citas, como ésta fechada el 26 de junio de 1900: “Prefiero ser maleducado que trivial”. Renard fue un “enfant terrible” en esa sociedad francesa conmocionada por el “affaire Dreyfus”, en una época en la que respiraban Wilde, Alfred Jarry, Toulousse-Lautrec, Verlaine, artistas rompedores y radicales. A medio camino entre el humor puro y la lucidez, Renard recomienda no leer a los contemporáneos: “Con ellos uno siempre se equivoca”. Su diario, inconcluso por su prematura muerte, a los 46 años, es un fresco de la sociedad de su tiempo pintado a trazos enérgicos, veloces y magníficos.

Otro cantar son los Diarios de Arcadi Espada, periodista, profesor universitario y certero analista de los medios, que más que confesiones personales, es una bitácora de lecturas de prensa en la que nada escapa a su disección, tan fría y precisa como la de un cirujano. El periodismo “cultural”, en el que la crítica literaria o artística rigurosa brilla por su ausencia, el fotoperiodismo, efectista y mentiroso, que encuadra cadáveres de africanos en una playa europea haciendo parecer indiferentes a los bañistas, y los brumosos márgenes entre periodismo y literatura, son el objetivo de este microscopio implacable donde fija su atención . “El periodista es un ser masoquista y con una naturaleza muy próxima al escorpión que atraviesa el charco a cuesta de una rana”, afirma Arcadi Espada.

El dietario, según los estudiosos, surgió del mundo de los números, en el oficio humilde de los contables comerciales. Y pasa a convertirse, con la modernidad, en testimonio histórico al mismo tiempo que personal, en espejo íntimo que deforma a veces la propia imagen o la de los demás. Así vemos a Virginia Wolf confesando que odia el acento de su cuñada judía o desdeñando a las mujeres que van de compras (“Se lo toman tan en serio”).

Pero entre los diaristas, el que se lleva la palma es Kafka, cuyos diarios superan en interés a sus grandes novelas. Su prosa es sucia y pura, característica de la gente que piensa intensamente. Entre los cultivadores ilustres del género encontramos algunos célebres suicidas, como el poeta italiano Pavese, la antes mencionada Virginia Wolf y a la poetisa Sylvia Plath, cuyos diarios se conservan parcialmente porque fueron destruidos por su esposo, causante indirecto de su muerte. Algo parecido ocurrió con los Diarios de Renard, y es que ante los diarios uno se ve contemplando territorios pantanosos, donde poner el pie puede hundirnos en la peligrosa ciénaga de esa feble condición humana, que es también la nuestra. En sus Diarios, año 1903, un buen año para el escritor que ve el exitoso estreno de su pieza de teatro Monsieur Vernet, escribe con fecha 3 de enero : “Un hombre que confía en el talento de los demás, a fin de poder decir: “Me han decepcionado”. Y días más tarde: “Aunque no habla, se sabe que piensa tonterías”.

Leer el diario íntimo de Pessoa (Libro del desasosiego) no es lectura para almas hipersensibles como la suya: “No poseemos ni un cuerpo ni una verdad-ni siquiera una ilusión. Somos fantasmas de mentiras, sombras de ilusiones y mi vida es vana por fuera y por dentro”.  De él, dijo Octavio Paz que su obra es su biografía. Una biografía marcada por el desencanto, la melancolía y el vacío. Cabe preguntarse, pues, si el afán de escribir diarios personales no es sino un ejercicio de equilibrista en la cuerda floja de la existencia o un álibi contra la muerte.

EL OTRO LADO DE LA VIDA

Uno de mis dietaristas predilectos es el filósofo Salvador Pániker, que nos dejó muestras de su vasta cultura y sabiduría existencial en varios volúmenes de Diarios publicados entre 1985 y 2015, poco antes de su muerte. Pániker fue un activo luchador por el derecho a la muerte digna o eutanasia y en Diario de Otoño regresa sobre el asunto con interesantes reflexiones. “Decía Arthur Koestler que la eutanasia, como la obstetricia, es una manera de superar un hándicap biológico. Yo añadiría que la eutanasia voluntaria -y subráyese lo de voluntaria- es, ante todo, un derecho humano. Un derecho humano de la primera generación de derechos humanos, un derecho de libertad”. El filósofo español, con raíces familiares orientales, pasó del catolicismo a una “religión a la carta” en la que se fundían su herencia espiritual hinduista y su descreimiento frente a las imposiciones culturales.  Por eso, leer sus dietarios es un saludable ejercicio mental y al mismo tiempo la posibilidad de conocer a través de su testimonio vital toda una época histórica de España, que él vivió en primera persona como personaje destacado de la sociedad que abarcó desde la política a las letras.

No quisiera olvidar en este recuento de mis caros diarios a Iñaki Uriarte, articulista y crítico literario, más conocido por su labor como escritor de diarios personales simpatiquísimos, que hablan de un personaje sui generis que observa el mundo o la realidad con una mirada a veces inocente, otras veces cínica. “Soy un mitómano al que le gusta buscarles las cosquillas a los mitos”, dice en el volumen que comprende entre 2004 y 2007. Uriarte no tiene problemas para bromear con sus orígenes vascos: “Me gustaría saber euskera, claro, como me gustaría no haber fumado nunca. Pero en mi vida he intentado nada para remediarlo”.

El más cáustico de todos los dietaristas es, para mí, el poeta italiano Cesare Pavese. En sus voluminosos diarios reunidos bajo el título  “El Oficio de vivir”, destila misoginia y veneno autodestructivo y a lo largo de sus páginas repletas de citas y reflexiones íntimas uno augura que su triste final era una muerte anunciada.

Del 12 de junio de 1938: “Como quiera que a una mujer hay que dejarla antes o después, lo mismo da dejarla enseguida”. Del 12 de febrero del mismo año: “¿Quieres saber en qué piensa una mujer cuando le pides que se case contigo? Lee Moll Flanders”. El personaje de la pecadora busca fortunas de Defoe ejemplifica para Pavese la perfidia intrínseca que atribuye a la condición femenina, algo que alcanzamos a comprender cuando miramos su tortuosa vida y sus conflictos con mujeres derivados de una posible impotencia sexual. “En la vida les sucede a todos que se encuentran con una puerca. A poquísimos, que conozcan a una mujer amante y decente. De cada cien, noventa y nueve son puercas” (5 de febrero de 1938).

En El oficio de vivir encontramos igualmente toda una panoplia de interesantes reflexiones sobre el hecho artístico, que constituyen su mérito más relevante. Allí, el artista que las lea podrá encontrar claves que ayudan a entender los intrincados mecanismos de la creación artística o intelectual. Las últimas entradas de este diario monumental y doloroso sobrecogen: “Todo esto da asco. Un gesto. No escribiré más”. El 27 de agosto de 1950 es encontrado muerto por una dosis de somníferos en un hotel de Turín.

 En nuestro tiempo ya aparecen los diarios escritos con el soporte de los modernos medios tecnológicos, como Instagram donde ella dice vivir “como Alicia atravesando el espejo”. Es el caso de los de la escritora española Marta Sanz, “Parte de mí”, que surgieron en el curso de los primeros días de la pandemia. La primera entrada, el 17 de abril , comienza con la imagen de una caja de costura con los hilos de la abuela. El tono intimista del relato autobiográfico continúa con las fotos de familiares, mascotas, amistades, recuerdos. También lecturas, una novela de Pavese (El bello verano) a la que dedica esta reflexión: “Nos cuenta una historia de inocencia trasmutada en ingenuidad mala, desencanto. Es una historia de contagio y toma de conciencia, moralista y moral. A menudo ni el sexo y la sexualidad no nos ayudan a salir de ningún sitio”.

Confesiones o más bien confidencias de todo tipo, todo lo que se oculta en el desván de la memoria, aparece o emerge a lo largo de estas líneas de un dietario innovador. Quizás no tan trascedente como las novelas de esta talentosa escritora a la que alguien ha llegado a comparar con Patricia Highsmith. Pero también allí radica el encanto de los diarios, que a veces revelan el otro lado de la vida entre lo nimio y la cotidianeidad, y se convierten en joyería literaria. Muy aconsejables como lectura estival sobre la arena o el césped.

El cineasta italiano Giovanni ( Nanni ) Moretti rodó unos diarios montado en una Vespa , en 1993.El resultado es una irónica mirada sobre la Roma urbana y las islas italianas. También muy recomendable como “lectura” veraniega.

Por último, pueden Uds. iniciar un diario, pero no lo recomiendo puesto que yo mismo lo he intentado en innumerables ocasiones sin éxito. No han interesado a nadie, ni a mí mismo.