Una de las principales ciudades turísticas de la Comunitat Valenciana, Torrevieja, no sólo ha colgado este finde semana el cartel de completo en sus playas  en plena ola de calor. También lo hizo el recinto Eras de la Sal, a orillas del mar, con la primera edición del Crazy Urban Festival, que ha dejado el listón muy alto en su primera edición.

De hecho, esta esperada cita musical superó todas las expectativas de éxito con todas las entradas vendidas (sold out) para recibir a las principales figuras de panorama musical español dentro del género de la música urbana. Y sobre todo, por un público juvenil, procedente de toda la geografía española, que mostró un comportamiento ejemplar, cumpliendo con todas las medidas de seguridad para ver a sus artistas favoritos tras el parón que ha supuesto la pandemia para la música en vivo.

De hecho, los artistas irrumpieron el viernes en un colorido, divertido y reivindicativo escenario, mostrando las diferentes, innovadoras y mejores caras del rap. Fue de la mano de los canarios Locoplaya, con su vacilona música y  su singular y veraniega indumentaria, y de la del granadino Prok, uno de los precursores del concepto de ‘Rap Serio’, ‘Rap Leal’ o ‘Rap Consciente’ y que también fue fiel a su tono reivindicativo en sus líricas, en las que fusiona filosofía, vivencias personales y sus raíces sociales.

Dos conciertos a la altura de lo que esperaba el público que dieron paso a la jornada del sábado, con  otras dos figuras y artistas en alza en la música española, como son el madrileño Recycled J y la catalana  Bad Gyal.

El artista de Carabanchel, con más de 10 años de carrera mostró, una vez más, su versatibilidad, intercalando temas de estilos como el rap, trap, reggaetón, pop, electrónica, incluso coqueteó con el rock.

Fue Bad Gyal, quien puso el broche de oro a las actuaciones musicales del Crazy Urban Festival con su ya reconocido y propio estilismo, así como con un espectáculo visual y gestual que acompañó a sus populares temas, que iba intercalando durante la actuación, y que le han valido grandes reconocimientos nacionales e internacionales, conjugando el  trap, el dancehall y el reguetón.

Ninguno de ellos, ni ella, defraudaron y mostraron porque son cuatro de los artistas más escuchados en su género y reconocidos por la crítica musical. Cuidaron, con sus recitales musicales y con contantes interpelaciones de agradecimientos a un público y unos fans incondicionales que, hasta mascarilla en boca y sentados, no pararon de bailar, eso sí, con las manos, y de coreografiar las letras de todos y cada uno de los temas que centraron sus actuaciones.

No solo los cabezas de cartel fueron los protagonistas. También lo fue todo el plan y protocolo se seguridad que desplegó la organizadora del festival, Shiroten, que apostó por desplegar un amplio dispositivo tecnológico y de personal humano  para garantizar e incrementar la seguridad COVID de los asistentes con la plataforma especializada en control de accesos Safety Global.

Para ello, aparte de la obligatoriedad del uso de la mascarilla en todo momento y de disfrutar de los conciertos sentados, se hizo uso de pulseras tecnológicas para agilizar la gestión de pagos y cobros durante el festival, evitando que se produjeran colas en las entradas al recinto, en las barras o puestos de dispensación de productos, bebida y consumo que había, ya que  ésta permitió controlar las entradas a las distintas zonas habilitadas dentro del evento y conocer en tiempo real el aforo.

Todo mecanismo y medidas de seguridad son pocas para este festival  señalan desde Shiroten, que cerró ayer las puertas, pero con la intención de volver abrirlas en 2021 como una cita referente que quede marcada en el calendario estival y en el circuito de festivales.