Sorprende y no sorprende la reacción de los diputados de la cámara en la presentación “en sociedad” del nuevo miembro del Consell. El estreno del militar, la “gran esperanza” de Mazón, no fue lo grandioso ni exitoso que se esperaba por parte de él. Habrá que esperar acontecimientos, mi pronóstico o vaticinio es que finalmente el General Gan acabará por tirar los galones de conseller agotado por el esfuerzo de entender los vaivenes de la política. Como autoexiliado de un régimen militar dictatorial (Chile, 1973, golpe de estado contra Allende) sé muy bien la alergia que el estamento castrense tiene a lo que ellos denominan “política” que no es más ni menos que el ejercicio de la voluntad ciudadana, errada o no.
En ese país, tan lejano en el tiempo y en el espacio para mí (no lo he visitado en dos décadas) al inicio del régimen militar se sustituyó a los rectores y catedráticos universitarios no leales por delegados militares. En ocasiones estos enviados del gobierno militar se instalaban en las aulas para vigilar que en las clases no se deslizaran las opiniones o ideologías contrarias, es decir las “políticas”. El General Pinochet ya lo había advertido con sus modales cuarteleros : “¡A todos los políticos los voy a enviar a Putre!”. Ese era el lugar de un campo de concentración que se encontraba en la cordillera andina en un paraje desértico, que se sumaba a otros Auschwitz que el dictador (que ya tenía experiencia en eso en la época de la persecución a los comunistas en los años 50) había establecido en el largo territorio chileno.
No quiero con esto comparar a un militar que presumo de convicciones democráticas con ese funesto personaje histórico que forma parte de la galería oprobiosa de Hitler, Franco y Mussolini. Pero también creo que el Teniente General (retirado) pero con salario activo, participa también de la alergia castrense a la política de la que he hablado anteriormente. Vamos, al tiempo. Y veremos que sus convicciones y sus intenciones, aunque loables, chocan con la realidad.
En 1848, Marx y Engels comenzaban su famoso manifiesto con la frase célebre “un fantasma recorre Europa”. Ese espectro que se oponía a los poderes y a la opresión capitalista era el comunismo. Hoy, el fantasma que no lleva sábana blanca ni hoces y martillos es ciertamente el fascismo, neo fascismo o según la acertada definición de Umberto Eco el “Ur Fascismo” o “fascismo eterno”. Las nuevas generaciones de españoles, alemanes o italianos parecen no haber estudiado la Historia de sus países y así tenemos a un joven político que pregona en un foro ciudadano que el franquismo fue un remanso de paz social y progreso.
Cuando voy por la calle escucho voces que se oponen a la formación igualitaria entre los sexos en las aulas, a la salida del colegio donde recojo diariamente a mi nietecilla de cinco años. Los padres hablan de sus quehaceres diarios, de sus hobbies y aficiones, las señoras de las vicisitudes de las agobiantes tareas hogareñas (“la semana se me pasa laaarga, voy con la lengua fuera, corre que te corre”). Al parecer nada ha cambiado realmente desde los años 50. Ellos no se ocupan de tareas domésticas, la crianza es cosa femenina la mayor parte de las veces. En una reunión de madres de colegiales amenizada con unas copas, alguna desliza que ha enviado a su cónyuge al sofá en castigo por su falta de empatía y colaboración.
Me pregunto qué dirán sus hijos e hijas en el futuro de esta época de “normalidad democrática”.
El “fantasma” de Marx ha pasado a la historia, está enterrado en los cementerios de la memoria y espanta a los que pasean su decepción y su ira por las calles de La Habana. El fantasma del fascismo no, goza de muy buena salud.
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