Alfredo Sanzol es de los autores más jóvenes que han dado un golpe sobre la mesa para decir eso de que estamos aquí. Este año el patronato de la Muestra ha decidió que Alfredo Sanzol fuese el autor homenajeado con el que mantenían una ligazón por medio de una amiga desde una época en la que demostraba ya un enorme talento como director que ahora además escribe, probablemente porque la práctica teatral es transversal, siendo en la actualidad uno de los grandes directores de escena por su poética.

Lleva dirigiendo teatro desde 1999, que estrenó “Como los griegos”, de Steven Berkoff en el aula 4.11 de la RESAD y que después hizo temporada en la Sala Galileo. En los dos años siguientes co-escribió y dirigió “Carrusel palace” y escribió y dirigió “Cous cous y churros” con Producciones del Callao, que se estrenaron en la Sala Triángulo y en La Cuarta Pared respectivamente.

En los últimos ocho años ha escrito y dirigido siete obras y dirigido otras tres más: “Días estupendos” y “Delicadas” en el 2010, “En la luna” en el 2011, “La importancia de llamarse Ernesto” de Oscar Wilde y “Aventura!” en el 2012, “Esperando a Godot” de Samuel Beckett en el 2013, “La calma mágica” en el 2014, “Edipo Rey de Sófocles” en el 2015, “La respiración” en el 2016 y “La ternura” en el 2017. En ellas ha colaborado con productoras como LAZONA, el Centro Dramático Nacional, T de Teatre, Teatro de la Abadía, Teatre Liliure, Teatro Gayarre de Pamplona y Tanttaka, y ha estrenado en varios teatros y festivales, como el Teatro Poliorama de Barcelona en el Festival Grec, el Teatro de la Abadía, el Teatro Fernando Fernán Gómez o Los Teatros del Canal. Ahora, en el 2018, ha estrenado su última creación, “La valentía”, de la que es autor y director y se representa en la Muestra de Alicante.

Su obra, “La valentía”, nació en un taller de hace un año donde se reunieron los seis actores y él donde solo llegó con un título, un libro de José Antonio Marina que hablaba del miedo: “Anatomía del miedo. Un tratado sobre la valentía” y algunas ideas esbozadas.

Los autores necesitamos trabajar desde la confianza, eso quiere decir trabajar y planear sin tener texto final. La confianza de los actores, el equipo de producción. “Mi escritura está ligada al escenario por tanto este reconocimiento que recibo en Alicante tiene que ver con todas las personas”, señala Alfredo Sanzol.

El trabajo participativo de creación es una modalidad en la que se construye un imaginario colectivo y que permite adquirir vínculos más directos con la obra a todas las personas implicadas. Parte de lo que llama la “escritura blanda” donde señalo los primeros trazos de la obra muchos meses antes de empezar el primer taller y nueve meses antes de acabar el texto definitivo.

Los títulos como La calma mágica, La respiración, La ternura, La valentía… “mis títulos están ligadas a experiencias personales. Lo primero es el título que a la hora de escribir me permite vincularme más con lo que hay y me marcan un norte. Dado que las historias son muy pesadas, cuando llega una es para quedarse” añade Alfredo Sanzol.

La casa, escenario principal de la obra, es “un homenaje a la real casa de mi abuela y que viví siempre de forma privada y donde también influía un problema que era la contaminación acústica provocada por la construcción de una autopista”. Por tanto, tenía una dimensión cercana-privada pero que podía tener una dimensión política, donde el progreso tiene un precio y unos afectados que les produce un retroceso.

Sanzol quería hacer una comedia de puertas abiertas y cerradas, de gente corriendo. Esta casa tiene un toque de comedia de trampas. La relación de las dos hermanas que viven circunstancias tan habituales como el valor de una herencia y donde convive una doble valentía: la de querer aguantar en la casa y la otra hermana que quiere dejar esa historia para empezar una nueva etapa.

“Me gusta toda la comedia y utilizo el humor para combatir mis tristezas y mis penas”. Guillermo Heras, director de la Muestra, apunta que es un género que la izquierda española no llevó bien.