No hay nada que interese y guste más en este país de todos los demonios que una boda, un bautizo o un funeral. Si es de famosos, mejor. A la necrofilia que se despierta súbitamente cuando fallece una cupletera (nunca cuando desaparece un intelectual, científico, escritor o poeta) se añade la excitación casi erótica que despierta en el personal la celebración de estos esponsales. Es curioso que los diccionarios, la Wikipedia o la RAE no tengan una palabra para referirse a la filia por los bodorrios. Yo, sin ser académico -Dios no lo quiera y me libre per sécula- propongo “votafilia” o “yamofilia”. La palabra “boda” viene del latín “vota”, es decir de “votum” , que es el juramento solemne que pronuncian en el altar los que se van a matrimoniar. Y “yamo” (castellanización inventada por mí de la fonética de la palabra original) es boda en griego. Pero si quieren, en castizo, “bodorriófilos”.
Como es sabido, la boda que ha movilizado hasta los medios de comunicación más “serios” ocurrió la pasada semana. Y en una cadena de televisión ocupó largas horas en las que el reportero de turno, ataviado con chaqueta a pesar de la canícula que caía en ese momento en los exteriores del palacio donde se celebraría el bodorrio de luxe, iba relatando al minuto, en vivo y en directo la llegada de los invitados. Que se detenían unos segundos, obligados por el atasco formado por los fotógrafos y cámaras, para saludar a la afición y decir frases de buena crianza. O pretendidamente socarronas, como la del chef Pepe Rodríguez (artífice de la novia como aspirante a cocinera) que dijo que le gustaba más ella que el novio “por razones obvias”. Y agregó, por si no se entendía bien, que a su señora le gustaba más el novio.
La novia en cuestión es célebre desde su más tierna infancia, por el solo hecho de salir del vientre de una socialité y de un aristócrata viñatero. En su vida, ya bastante larga de cuatro décadas, no ha hecho nada más relevante que pasearse por platós y posar. Posar de chef y de diseñadora de moda y me pregunto por qué no confeccionó ella misma la carta y su vestido nupcial.
De la que se ha librado Don Mario, el de la triste pichula. Me lo imagino en ese bodorrio dormitando en un sofá, olvidado por todos. Probablemente se habría acordado de una de sus novelitas más celebradas (La fiesta del chivo). Tal vez podría haber escrito otra titulada “La fiesta del Chivas” o del Môet Chandon Imperial.
COSAS DE VIEJO
Iñaki Uriarte es uno de mis dietaristas predilectos. En el volumen que abarca de 2004 a 2007, encuentro lo siguiente:
“DIA DE ELECCIONES . La media de la gente en el colegio electoral es la de un hospital, casi de un asilo de ancianos.
Tere me recuerda un artículo que escribí en El Correo hace más de veinte años, justificando a los que no habían ido a votar y habían seguido con su vida normal. Los defendía . Creo que incluso los ponía por las nubes. Yo era entonces muy joven. Y tenía razón. No como ahora, pendiente otra vez de las elecciones, como si me fuera en ello algo importante. Cosas de viejo”.
PECADOS ESPAÑOLES
Fernando Díaz-Plaja escribió un libro que debería ser reeditado y de lectura recomendada en las escuelas. Yo lo encontré en un rastro, en una descuajeringada edición fechada en 1969 (es la octava edición desde la primera , en 1966). En El español y los siete pecados capitales, el escritor describe los defectos patrios, “como testigo y cómplice” antes que como juez. La edición tiene ilustraciones de Mingote que subrayan con humor los capítulos de la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza. Es decir, los que según el catolicismo son los más graves en los que se puede incurrir.
Se apoya Díaz-Plaja en textos de -nada menos- Ortega y Gasset y Antonio Machado para acusar la intolerancia hispánica.
“Casi todas las palabras que usa la parlería política de nuestros conciudadanos son simplemente improperios. Clerical no quiere decir, en labios de los liberales, hombre que cree en la utilidad de las órdenes religiosas para el bien vivir histórico de un pueblo: quiere decir directamente un hombre despreciable. Liberal no equivale a partidario del sufragio universal, sino que en vez de reaccionario viene a significar hombre de poca vergüenza.” (Obras Completas, Tomo II, página 108).
Por su parte, Antonio Machado afirma que “nuestra decantada intolerancia es cierta”.
Cuando hemos cambiado nuestras opiniones por las del vecino y adoptado su punto de vista para considerar las cosas, cerramos fieramente contra aquel que las mira de la orilla opuesta, aunque las mire desde donde nosotros las veíamos antes.
En las luchas del espíritu el primer deber que nos imponemos consiste en no comprender a nuestros adversarios, en ignorar sus razones porque sospechamos desde el fondo de nuestra brutalidad que si logramos penetrarlas desaparecería el casus belli . Nuestra mentalidad prefiere pelear a comprender y casi nunca esgrime las armas de la cultura que son las armas del amor”.
Víctimas de la intolerancia española han sido El Arcipreste de Hita, Fray Luis de León, Cervantes, Quevedo, Jovellanos, Maeztu, Miguel Hernández, señala Díaz-Plaja: “Cuando el enemigo nos molesta o le matamos o va a la cárcel sin que le salve reputación artística o intelectual.”
BANDERAS Y BESTIAS
Javier Cercas, escritor y columnista en El País, advierte que nos hemos equivocado intentando combatir a la ultraderecha de VOX. Considera a éste un “partido reactivo”, es decir, que su génesis responde a la aparición de otros fenómenos políticos: “Si un bestia con bandera aparece en otro extremo del campo, en el otro extremo aparece otro bestia con la bandera opuesta”. Las bestias en este caso, según Cercas, que provocaron la aparición de las banderas verdes han sido el procés, el feminismo o la inmigración. Al menos, eso es lo que entiendo de su artículo, pese a que subraya la diferencia entre ERC, Podemos y Bildu con esta ultraderecha. El feminismo, dice, es una causa justa, aunque “ha cometido errores” y la inmigración más que un problema es una necesidad y un reto ineludible (“tenemos el impepinable deber moral de acoger a los refugiados”). Por eso nos invita a argumentar, estudiar y explicar, antes que a demonizar al adversario ultraderechista. Como ejemplo pone a Macron ante Le Pen en el debate presidencial de 2017. “Estamos a tiempo de neutralizarlo , (incluso conseguir que desaparezca, como Ciudadanos y casi Podemos), a condición que tratemos a sus votantes como personas, no como energúmenos, y a sus dirigentes como adversarios, no como enemigos”. (Palos de ciego. Argumentos y no aspavientos, El País Semanal, 9 de julio de 2023).
¿Con las armas de la cultura, como pensaba Machado?… Tal vez sea mucho pedir en este país de todos los demonios, que decía Jaime Gil de Biedma.
“Porque quiero creer que no hay demonios.
Son hombres los que pagan al gobierno,
Los empresarios de la falsa historia,
Son hombres quienes han vendido al hombre,
Y secuestrado la salud de España”
(Apología y petición)
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