Ya no está, sino en el recuerdo de los que envejecemos y en sus grabaciones, la bella Jane Birkin. Algunos la recuerdan como icono de la moda de su tiempo, los 70 del siglo pasado, otros como la ex actriz y modelo que cautivó al genio de la canción francesa Serge Gainsbourg, con quien grabó un temazo inolvidable y que ha sobrevivido a ambos. Un verdadero himno a la carnalidad, que la pareja ejecutó con una sensualidad y delicadeza singular. Lamentablemente, la música francesa popular contemporánea es bastante  desconocida o poco apreciada en España, como señalaba en un artículo anterior. Y la dupla Birkin-Gainsbourg produjo mucho más que ese “Je t´áime, moi non plus”, del que hablo.

La Birkin, inglesa de nacimiento, tenía una belleza especial, que se ajustaba a los cánones de la época en que llegó a París. Brigitte Bardot había inaugurado el tiempo de los cuerpos aniñados, más esbeltos que el de las divas de los 50. La mini falda lucíaN bien en sus delgadas piernas, las botas de caña alta también. No es casualidad que el golfo de Serge- que iba a convertirse en el segundo marido de Birkin- había estado con la B.B., y ésta lo había abandonado.

Confieso que siempre estuve enamorado de ambas. También de Gainsbourg, aunque no por una atracción erótica sino por su exuberante talento que abarcaba desde el jazz al reggae.

Ahora ambos están juntos pour toujours . La eternidad es para ellos, los símbolos de una cultura y de una estética inmortales.

BOLAÑO, EL SALVAJE
Algunas publicaciones se hacen eco del 25 aniversario de la muerte de Roberto Bolaño, el escritor chileno afincado en España y autor de unos novelones enormes no solo por su volumen físico sino por su peso específico literario.

Se suele entrar en disquisiciones sobre el carácter latinoamericano del autor, que según algunos trasciende el hecho de su nacimiento en Chile, en 1953. Allí vivió la primera parte de su vida, la adolescencia. Fue entonces cuando asombró a sus padres, modestos trabajadores, con la noticia de que abandonaba los estudios formales para dedicarse a la lectura y a la escritura. Eso es lo que se llama tener una vocación firme y temprana. Más tarde, como es sabido, continuó su peregrinaje y su carrera en el salvaje y caliente México, para culminarla en un pueblo costero de Cataluña.
¿Es Bolaño chileno, mexicano o español? Yo creo que el que nace y pasa la primera parte de su existencia en ese país andino -como es mi caso- no puede aunque quiera desprenderse de la impronta que marca en el carácter esa experiencia. Los chilenos, decía el sociólogo Abel Peralta en El mito de Chile, son seres que viven agazapados entre altas montañas (la  imponente cordillera de los Andes)  y mitos . La mole cordillerana es una realidad aplastante que nos hace vivir amurallados. Cada chileno es una isla entre esa orografía enloquecedora y el vasto litoral del Pacífico. Veo la chilenidad de Bolaño en cada página suya que he leído. Su agudo sentido crítico, su humor negro, oscurísimo y brillante a la vez, me resultan familiares. El chileno, según Peralta, es un “catastrofista alegre”, capaz de reírse de las mayores desgracias y relata como el naturalista Humboldt observó asombrado en su vista a Chile a las gentes que disfrutaban como niños   en medio de los estragos y las inundaciones provocadas por fenómenos telúricos devastadores. Recuerdo que en los primeros días del golpe militar corría un chiste. Los buses que transportaban a la hinchada futbolera siempre llevaban un ayudante que en el pescante vociferaba “¡Al Estadio, al Estadio!…”. Pues bien, el chiste consistía en contar que ahora los buses eran sustituidos por transportes militares que llevaban a los prisioneros al muere  en el tristemente célebre campo de concentración situado en el Estadio Nacional de Santiago,  donde fue acribillado el artista Víctor Jara junto a cientos de víctimas de la masacre fascista de 1973.

Volviendo a Bolaño, se me ocurre que siempre quiso ser poeta, de hecho la poesía fue su comienzo y publicó cinco libros de poemas. Su poesía podría ser calificada de narrativa o de la experiencia. En un prefacio a una edición antológica de poesía chilena, dice que ésta le recuerda a su primer perro, llamado Duque. Un quiltro,  vocablo indígena para decir un can mil leches en español castizo . El perro de ese  Bolaño adolescente en Chile fue “como mi padre, mi madre, mi profesor y mi hermano”. Para él , la poesía es “un aullido solitario escuchado entre dos sueños”. Su literatura , a veces, es  como una pesadilla bien narrada, protagonizada por detectives  literarios salvajes, tan intrépidos y arrojados como él mismo, que se creía un nuevo Rimbaud.

En su poema Los perros románticos, encuentro estos versos que ilustran quién era realmente Bolaño, sus raíces y su origen:

En aquel tiempo yo tenía veinte años

Y estaba loco.

Había perdido un país

Pero había ganado un sueño

Y si tenía ese sueño

Lo demás no importaba.

Ni trabajar ni rezar

Ni estudiar en la madrugada

Junto a los perros románticos .

LA DERECHA BICÉFALA
De uno de mis dietaristas preferidos, Salvador Pániker,  extraigo este párrafo, escrito en 1996.

“Amando de Miguel, sociólogo (y sin embargo amigo), en declaraciones hechas poco antes de las recientes elecciones generales, afirma que “el PP ganará como mínimo, por quince puntos de diferencia”..

Se pregunta Manuel Vicent: Hay alguien más desprestigiado, en estos momentos,  que los periodistas, sociólogos, analistas y encuestadores? Bien, a uno le parece que lo que lleva muchos años de desprestigio son las ciencias sociales en general, enzarzadas siempre en disputas ideológicas y de espaldas a las otras ciencias y al concepto de “naturaleza humana”.

Y añade:

“Qué más quisiera uno que  la derecha española fuera como la francesa, una derecha laica, escéptica, dialogante; pero aquí todo huele, todavía, a reacción, a caciquismo, a sacristía y a Opus Dei”. (Diario de Otoño, 11 de marzo).

La derecha no ha cambiado, ha mutado en ultraderecha bajo un mascarón de proa de dos caras. Una que miente y otra que enseña los dientes. Estas elecciones del domingo podrían ser la reedición de esas del 96, en que la derecha de Aznar ganó por 15 escaños aunque con el 1,6% de los votos.