“Como el águila volando / entre el cielo y la tierra / así se siente mi alma / en callados momentos”.
An Yi Campello (Elche, 1958). Maestra. Ha publicado el poemario Malasia en el corazón (Los Cuadernos Imposibles, 2010) y dirigió el audiovisual de su presentación. Ha participado en varios libros colectivos de poesía: Primer Paso (Col. Balbec, 2006), Silencio (Col. Lunara Poesía, 2017). Ha realizado lecturas poéticas en centros sociales y culturales en Elche, Alicante y Valencia: Malasia en el corazón, Versos al atardecer, Proporción en armonía y Lectura del silencio. Es miembro activo de la asociación cultural Frutos del Tiempo, colaborando en eventos y ciclos literarios. Su última colección de poemas es El vuelo de la grulla (Lunara Plaquette, 2017).
An Yi Campello es una poeta mística. Su vida y su escritura siempre van unidas a la energía cósmica que abre la conciencia y está presente en todo lo que nos rodea. Desde siempre ha sido una gran lectora y, a pesar de no plantearse el hecho de dedicarse de pleno a la poesía, la apertura espiritual ha dado vida a sus poemas. A través de la investigación de diversas espiritualidades su formación provoca que, lejos de quedarse en un credo, experimente la grandeza de estar vivo desde la globalidad. De esta contemplación nacen sus versos reflexivos.
“En el silencio abisal de la meditación / vuelvo al origen, / ese silencio atronador / revelador de tantas certezas / que es tacto de terciopelo / para la mente”.
Malasia en el corazón es consecuencia de un viaje iniciático que hizo la autora en 2005. Como alumna del Maestro Wong Kiew Kit, se desplazó a Malasia para realizar un curso especial de Chi Kung y fruto de la experiencia nació el poemario. La fuerza de este viaje provocó que abandonara su pudor poético y sintiera la necesidad de escribir para compartir sus pensamientos y sus emociones. De esta manera, surgió el impulso de la palabra, de la versificación.
“Más allá del tiempo / más allá del espacio / más allá, en la Montaña Azul, / el aliento de Dios / rozando mi piel, / un sonido envolvente, / y el abandono, / la entrega sin espera”.
El camino es el motor de toda su poética. Amor, belleza y sabiduría se unen para atraparnos en un paisaje de calma y presencia. Una senda atenta en la que disfrutar de las pequeñas cosas y dar fe de la grandeza del Universo. La autora se nutre del mundo y se reconforta para, de manera sintética y organizada, confluir en el poema como símbolo del milagro.
“Caminamos por una vereda / salpicada aquí y allá / por una floral paleta / de infinitos colores, / se escucha una algarabía / de trinos, cantos y gorjeos: / una gran variedad de / pájaros exóticos, / que aún no han / aprendido a temer / la presencia humana, / saltan confiados y atrevidos, / se posan cercanos / en un juego colorido y sonoro”.
Este viaje, interior y exterior, provoca una reflexión profunda donde mirar y mirarse. Un encuentro en el que An Yi Campello se descubre y se deja llevar por lo femenino, por la energía Yin como fuente de renovación, como perpetuidad, como umbral y eclosión.
“La niña apenas se atreve a asomarse, / escondida tras la muralla protectora / de la madre. / Agarrada a su mano, los pequeños pies / hacen equilibrios para alcanzar el mostrador. / El mozo lanza las piezas de tela / que voltean por el aire, / ¡Sus ojos no caben de asombro! / ¡Otra vez sucede la magia! / Madre e hija van dibujando / su mapa sensorial con tejidos y colores…”.
El asombro trasciende los sentidos y da pie al discernimiento, a la construcción de una filosofía personal que se aprecia en cada uno de los libros publicados por la poeta. Así, en El vuelo de la grulla, la armonía, la fraternidad, la libertad y la propia práctica espiritual se abren paso para dejar su impronta y abrir espacios creativos donde disfrutar del arte en todas sus dimensiones.
“En la madrugada el río de las palabras / fluye a borbotones, / caen en cascadas por las sábanas, / y bulliciosas nos desvelan. / Queremos recuperar el sueño / pero traviesas / nos pellizcan, / cedemos a su voluntad / y comenzamos a deslizar / el lápiz por la hoja”.
Según la autora “todos los caminos espirituales se tejen en la urdimbre del silencio”, y es por eso que su trayectoria como artista marcial y como escritora está repleta de vacíos conscientes en los que dar cabida a lo trascendente, a la verdad que acompaña a cada uno. El misterio de la existencia forja el lenguaje para encontrar lo eterno en el propio tránsito.
“Mas el tiempo corre abriendo infranqueables abismos de distancia… // Sé que eres apego / realidad aparente / experiencia transitoria / Contigo no puedo seguir / el camino de las enseñanzas, / contigo no hay cielo / solo tierra y carne y piel / como una serpiente / me enrosco por tu cuerpo / abro mi corazón hambriento / y te degluyo”.
An Yi Campello es la gratitud hecha vocablo, la perpetuidad de lo impalpable, el juego de la soledad que no existe y está en todos los rincones. La paz se vuelca sobre su morada para resarcirse de todo lo físico y navegar por esos mares donde dejar ir al ego. Dice el Maestro zen Taisen Deshimaru que “mushotoku significa no tener ningún objetivo, no esperar ningún beneficio” pero que, si recibimos alguno sin haberlo deseado, no hay que rechazarlo. De este modo, durante la lectura de los libros descritos, no debéis intentar obtener nada, ni la iluminación, ni la buena salud, ni la tranquilidad, ni el satori…Concentraos y seguid solamente “la magia de un amor sincronizado”. Quizá veáis un águila volar.
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