“Y verás pasar las horas, / los trenes, las muchedumbres, / desafiando con su inercia / tu vocación de estatua, / agigantando distancias, / aniquilando caricias, / como fuego que se apaga / a falta de más madera”.
Fernando Alonso y Frías (Alicante, 1974). Licenciado en Sociología por la Universidad de Alicante. En 2005 edita su primer poemario Cenefas de incomprensión (Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert). En 2009 ve la luz Residuarte (Fórmula Idónea), una obra de poesía visual e intersensorial, editada en formato de libro-disco. En los últimos años, Alonso y Frías ha compaginado la escritura con el cine. Fruto de este maridaje artístico ha visto la luz su primer largometraje, Atrevimiento (Fórmula Idónea, 2019), editado en formato de libro y blu ray, y que ha llegado a ser candidato en la 34ª edición de los premios Goya. En 2020 publica los poemarios Injusticia poética(Fórmula Idónea) y el que nos ocupa, Noches a pie de lágrima (Fórmula Idónea).
Fernando Alonso y Frías es autor de una obra llena de aristas y múltiples caras. Cine, fotografía, poesía, narrativa, experimentación… se unen y se complementan para formar un todo con el que poder compartir su visión y llevarnos de la mano a la esencia de sus inquietudes artísticas. Esta mirada multidisciplinar se concreta en distintos proyectos que revelan el combate desigual que existe entre el mundo y el poeta; el profundo abismo entre su interior y todo lo que le rodea, entre las heridas que no cierran y la profunda incomprensión que le acompaña desde su primer libro de poemas.
Su trabajo nos hace reflexionar sobre esa belleza que nunca nos alcanza, nos deja desprotegidos ante la crudeza, la decadencia y el abandono para hacer que el expolio y la soledad se conviertan en espejo.
“Todos los malos recuerdos / adoptan forma de espejo, / y en las paredes en blanco / resuenan cuadros e imágenes / en un pandemonio insólito / de sinestesia agridulce. / Al margen del tiempo cero/ y a la derecha de ayer / se ubican los antigozos, / y las desdichas que un día / llegaran para quedarse / sin pretensión de partida. / Ahora duermen en mi casa / de muñecas sin cabeza, / junto al estanque de líquenes / y nenúfares mustios”.
Noches a pie de lágrima es un viaje emocional que se sustenta en tres pilares fundamentales: la nocturnidad, la liberación y la madurez. Cada uno de ellos ha dado como fruto un poemario distinto, tanto en el contenido como en la forma, bajo los siguientes títulos: Noches a pie de lágrima, El nuevo ser cotidiano y Luz en el sótano.
Noches a pie de lágrima define un escenario repleto de espacios en blanco que se llenan con palabras desgarradas. El dolor por el amor que desaparece, a sabiendas de que nunca fue de su propiedad, transita por sus vísceras. Se pasea por un ambiente cegado por la agonía que supone la pérdida, el desencanto y la aspereza.
“Y si una ninfa cual Venus / se pasea por la estancia / y no atrapa mi atención, / y condeno al ostracismo / un buen libro de Bukowski / que abandono a la mitad, / será porque pienso en ti y / todo lo demás ya sobra”.
En El nuevo ser cotidiano, Fernando Alonso nos ofrece un desnudo integral, se deshace de cualquier complejo poético y se resiste a esas normas impuestas (o autoimpuestas) para darnos su lado más salvaje. Así, desde el caos y el desorden, el fuego prende sus versos y abogan por todo lo incorrecto.
“No sé qué tecla pulsar, / no sé qué libro leer, / no sé qué tipo de beso es / el más adecuado a ti. / No sé qué hacer con mi vida y / con mi dinero tampoco. / Mi retentiva es escasa, / nada me sale a derechas / y solo abundo en fracasos / y frustraciones constantes. / Será que estoy deprimido, / será que soy gilipollas; / será que sufro un bloqueo”.
Descubrimos así a un personaje soez y violento que goza de la inmunidad que otorga el papel, del simbolismo del lenguaje frente a la pornografía del propio hecho, de esas cuerdas que atan al hombre y desatan al que escribe con el libertinaje de un mundo que flota entre la realidad y sus propias fantasías.
“Me acompañó a la toilette / y sumergió la caverna / de su garganta bien honda / por mi entrepierna confusa, / provocando en sucesivo / un estallido de riego / de esperma allá por su lengua, / al igual que se desatan / los aspersores indómitos / de una zona de jardín”.
Un infierno a medida en el que sobrevivir y crear con la liberación que supone la ausencia de límites y cortapisas. Así, Alonso y Frías nos regala un cóctel donde lo maldito y la realidad sucia se agitan para formar un filtro desde donde mirar y darnos su visión personal de la vida.
“Olvida esas tonterías / sobre realización personal / y otras muchas zarandajas: / el timón de tu destino / no obedece a tus dictados. / Y no se te ocurra tramar / ninguna absurda estrategia / de finalidad sediciosa; / ellos deciden por ti, / tú solo miras y acatas… / Es la ley del escaparate: / se ve pero no se toca. / No es mala vida, no obstante; / observa a los maniquíes”.
Tras una etapa de declive interior, el autor, atisba Luz en el sótano y convierte su desasosiego en una brecha de esperanza. De esta manera, cierra el círculo y asume su madurez con la mirada del que conoce bien la oscuridad.
“Me vi arrastrado a los fondos / de un pozo oscuro sin luz / como una sombra en la noche / toda impregnada de luto, / allí donde cada lágrima / vale su peso en agua / y cada sueño es un paso / de pesadilla en tropiezo”.
A pesar del blanco y negro de las secuencias que nos muestra en sus poemas, la naturaleza sale por las rendijas de hormigón para volver a sentir aquello que casi está olvidado en las propias entrañas. La memoria busca consuelo en el presente (quizás en el futuro), aunque el miedo y las dudas persisten.
“Tiemblan mis dudas en gélidas / noches de invierno sin fin, / al desabrigo imperial / de un alma al raso y desnuda. / Me debato entre el silencio / de una fría encrucijada, / donde el mapa de tu ausencia / me confunde los caminos / en los confines distantes / de nuestras vidas sin rumbo. / Rompo mis versos a impulsos / de errática incertidumbre y / la desazón se derrama / por el sendero que nace / del lacrimal de tus ojos”.
Fernando Alonso y Frías nos descubre en esta obra, un mundo repleto de sexo, prostitución, alcohol, deseos frustrados, niebla y alambradas emocionales que componen una cadena de secuencias en un retrato decadente y hostil para acabar con la luz de lo predecible, con la esperanza que salta “a pie de lágrima”. Un libro con planteamiento, nudo y desenlace que ejercita al lector en la incomodidad y el asombro para mostrar que es imposible saber dónde empieza y dónde acaba una circunferencia.
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