“No miro; / no necesito mirar, / trazar mi geometría de noches desveladas sobre la luz del mundo, / porque siento sin ver: / cuerpos alegres, niños, viejos, hermosos en su tersura o su arruga de piel o de saltos; / feos, pero gozosos, / con la continua flacidez que impone el tránsito a la carne, aunque se hinche en gozo su premura de muerte”.

Javier del Prado Biezma (Toledo,1940) es Catedrático Emérito de la UCM y Doctor Honoris Causa por la Universidad Michel de Montaigne, Officier des Palmes Académiques, Premio Internacional Horace, de traducción. Profesor invitado en Nantes, Sorbonne IV, Bordeaux, Toulouse-le-Mirail, Turín. Premio Internacional de Poesía Barcarola.

Es traductor y analista de Nerval, Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud, La Tour-du Pin, L.S. Senghor, Yves Bonnefoy.

Como poeta y novelista ha publicado los siguientes títulos: Fragmentos de una autobiografía imposible (1983), El mirador del Berbés (1989), La palabra y su habitante (2002), El año de los tulipanes (2003), Poeta entre profesor y crítico (2010), Elegía por la muerte de Julienne Danielle(2020), y, en francés, la novela Le lavoir au lezard bleu (2020). Como crítico literario, Cómo se analiza una novela (1984), Para leer a Proust (1990), Teoría y práctica de la función poética (1993), Autobiografía y modernidad literaria (1994), Análisis e interpretación de la novela (1999), y ha dirigido Historia de la literatura francesa (1994).  En 2021, ha publicado el poemario Libro de las negaciones.

Cuando reflexionamos sobre el origen, sobre la materia y la trascendencia, entramos en un proceso de discernimiento sobre la vida y la muerte. La conciencia de lo que somos antes de ser nos condiciona y nos muestra la existencia como un sentir inagotable de naturaleza y desasosiego. De esta manera, el Libro de las negaciones (Chamán Ediciones) es un viaje donde la grandeza del universo enmudece al que observa y lo impulsa al borde del abismo.

“Es de noche. / El mar es la perfecta formulación de una ausencia presente. // Podría esperarlo aquí, sentado, rodeado de labios y laureles, / y pasarme la noche contemplando su gran boca de ballena dormida, su existir angustiado de vientre apaleado por la angustia, / intentando que su ola me lamiera con la luz de su espuma. / Y sé que no hay ni espuma, ni luz, ni boca”.

Los significados se pierden para convertir todo en incertidumbre, en temblor que no se puede expresar y que va más allá del lenguaje. La luz lo cubre todo y es impenetrable.

“La plenitud del ser es la presencia; / por eso Dios, de ser, es / El que es; / y la presencia es siempre un trueno de presentes / que te ofrecen sus bultos, / frente a los perfiles oblicuos de futuros inciertos / y de pasados muertos, / con el dolor que imponen los hiatos a los labios / y el líquido untuoso que resbala por la herida / entreabierta de todos los diptongos”.

La Historia aparece como una ilusión, como una estrella en la que se mira la humanidad para proyectarse en los mitos, en los héroes. Parece que la sociedad quiere escapar de lo real, del presente, y aferrarse a la imagen, a una posible nueva metafísica. A través de la reflexión sobre los espejismos es donde Javier del Prado enciende una llama, donde se acerca a la propia redención a través de la palabra: “No puedo naufragar en un materialismo (ciencia o comercio) que me niegue el derecho que, como ser racional, tengo a convertir mi sangre en verbo”.

Desprenderse de todo y descender a la esencia del ser, a lo no matérico, es encontrarse con el “no”, con la rotundidad que nos despoja de todas las creencias. La evidencia de lo sensible nos aleja de la subjetividad para llegar al vacío. Desde esta perspectiva, se evidencia la negación profunda y sabemos que no existen las certezas más allá de los ojos. Así, la grandeza nos vuelve a dejar mudos, a ensombrecer cada conclusión única y crear belleza.

La existencia, el sentido de la existencia, se refleja en el amor, en el sexo, en el poder de los cuerpos y la fuerza del mundo. El tiempo pasa y, desde la energía juvenil, se buscan conclusiones, celebraciones que nos empujan hacia la realidad y transforman la vida en un paisaje de metáforas.

 “Del mar no nació Venus. / Tal vez, sin embargo, se cayera del cielo / tras una de esas bacanales de los astros, embebida / de sol atardecido, / trayendo en su caída / la hermosura, en pureza de la forma, desposando / en la tierra la lujuria de plantas y de fieras / feroces, / hasta ser el tormento de todas las carencias // Algunos / dicen que nació del mar, apoyándose en obscenas conjeturas que de metáfora / en metonimia desembocan en mitos, / hermanando en el poder de la palabra la vida de los dioses y los hombres”.

Los signos, su engaño, contienen todo lo que nos arrastra hacia lo ficticio; están lejos del “temblor de la materia”, de la emoción y la pureza del sentir. Como en un triángulo, el poema-ensayo-suma, la sensualidad, el gemido y la tierra anulan lo absoluto. Los años, las sombras y la soledad nos acercan a la tierra para intensificar la búsqueda, la necesidad de sentir la presencia del otro y en el otro. El amor es la mayor posesión: se abandonan creencias y tomamos conciencia de que somos un cúmulo de experiencias, de sabiduría que nunca toca la cumbre. Es hora del canto, del presente y su explosión.

“Dijiste sí a la tierra. / La de los verdes prados. / La de los bosques hondos como pubis sin lindes. / La de las rocas altas como brazos que gritan alegrías, / dolores y esa desesperación de sentirse feliz en la tristeza. / La de los campos cultivados como cuadernos de niños ya perdidos. / La que ofrecen camino y cauce a las corrientes / y lecho a su cansancio. / La tierra de los hombres, / Aquí, / sin promesas mentidas”.

Llegamos así a la afirmación de la materia, a la aceptación de la muerte y a la vivencia del amor como máxima del motivo de vivir, sueños que nos hacen despertar y abrazar al mundo. Dice Javier del Prado Biezma: “La otra vida es, tan solo, una palabra escrita, / promesa mentirosa / -o engañada-, / acostumbrada al uso falsario de futuros inciertos y de pluscuamperfectos que nunca se han cumplido”. Sintamos el universo en la piel. Seamos duda y pregunta. Leamos.