“Bajo las aguas
¿los ojos de los peces
ven las estrellas?”.
Juan Miguel Asensi Torregrosa (Alicante, 1941). Formado en Filosofía y Ciencias de la Educación, licenciado en Pedagogía musical, fue alumno del Conservatorio Óscar Esplá de Alicante e hizo estudios de profundización musical en Barcelona, Granada, Madrid y Salzburgo. Profesor de guitarra, solfeo y teoría de la música; compositor e intérprete de varios instrumentos (piano, guitarra, bandurria, violonchelo…). Filósofo, orientalista, conferenciante, divulgador y poeta. Juan Miguel ha conjugado en su vivir diario una serie de actividades relacionadas con el arte y con el pensamiento. En el ámbito de la creación literaria destacan sus haikus, algunos de los cuales han sido traducidos al catalán, inglés y al ruso, y conservados en lugares tan relevantes como la Biblioteca japonesa de Ueno.
Entre otras experiencias próximas al campo musical, estudió taichi y yoga, además de budismo zen y taoísmo. Resultado de ello es su interés por la influencia de la música en los estados de conciencia.
Entre sus títulos publicados destacan los libros de haikus: Cantos de un vagabundo, El sendero sin huella, El silencio del viento (1995), La brevedad creciente (1998), que reúne haikus, tankas y otros poemas, y el esencial Veinticinco Haikus (2021).
Siempre me resulta complicado hablar de los libros de haikus. Su sencillez, su inocencia y su brevedad métrica nos acercan de tal manera a lo esencial que todo a su alrededor se hace innecesario. A pesar de eso, el amor incondicional que despierta en mí su filosofía y la belleza intrínseca del último libro de Juan Miguel Asensi, Veinticinco Haikus, me han arrastrado a un exceso de palabras, como reconocimiento a todos los silencios que el autor encierra.
El interés por las fuentes, por los orígenes de la cultura japonesa y todas aquellas filosofías de las que parte y participa el camino del haiku, hacen de Asensi un verdadero haijin que reproduce el mundo de lo imperceptible, de la belleza sutil que nos lleva a las profundidades del que mira con ojos de niño; de la sensibilidad del que ve aquello que es invisible para la mayoría.
“Pequeña hormiga
¿Olvidaste el camino
del hormiguero?”
Parece que toda la trascendencia sumergida en su poesía carezca de intención literaria, de interés personal. Por eso, al leer cualquiera de sus haikus entramos en un terreno de armonía donde el propio mundo es el que escribe su relación con la existencia y todo lo que nos sostiene.
“Aún sin lágrimas
cogidos al anzuelo
lloran los peces”
Su percepción y estudio del taoísmo, del budismo Zen y las tradiciones orientales, entre otras, acercan su poética a autores como Kobayashi Issa, con su ternura e implicación vital; Buson, con su visión del mundo natural y la humanidad, o la profundidad de espíritu de Basho. Desde esta perspectiva, se observa una unión amorosa entre el poeta y el todo que le rodea. Así, llega a la humildad, a la extinción del ego y a la serenidad de su propia emoción. Acontecer, presente, felicidad y asombro se unen en una estrofa de 5/7/5 sílabas. Sirva de ejemplo este haiku dedicado a Issa, incluido en su libro La brevedad creciente:
“Entre mimosas
veo la luna llena.
Zumba un mosquito”
Con apariencia intemporal, asistimos al despertar de los sentidos, a la Naturaleza, a la realidad que acontece de manera espontánea y deja su impronta en el alma de Asensi. El silencio se respira para crear un espacio sin barreras en el que no existen símbolos ni pretensiones, solo las cosas tal como son. En esta claridad, del aquí y ahora, participamos del espíritu que dio a luz el haiku.
“Las hierbecillas
nadie se fija en ellas
pequeños mundos”
Aves migratorias, hormigas, pavos, peces, gusanos, grillos, mariposas, golondrinas, pequeños insectos… habitan un entorno presidido por la luna llena, por la calma interior de un hombre místico y creador de mundos a través del pensamiento y el arte, de la curiosidad que le empuja hacia el conocimiento del individuo. De ahí que en muchas de sus composiciones aparezcan preguntas de difícil respuesta o imposibles de responder. Nace el misterio.
“Cuatro estaciones
¿La flor solo conoce
la primavera?”
Veinticinco Haikus es una edición numerada que recoge la esencia de la poesía de Juan Miguel Asensi Torregrosa. Un ejercicio de síntesis que, incluso por la estética y las dimensiones elegidas (apenas 12×8 cm.), deja ver la importancia que tienen las pequeñas cosas para el poeta. Una selección de haikus que resumiría su producción hasta la fecha y que dan fe de su mirada, de su manera de sentir el mundo. De esta manera, el libro abre con una oración budista que dice: “Que todos los seres sean felices, que todos los seres sean dichosos, que todos los seres alcancen el Nirvana”. Así sea. Escuchemos “el silencio del viento”. Leamos.
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