Fotografía de ANÍBAL_BC

“Destejemos el sombrero que nos cubre la cabeza / para prenderle fuego a lo olvidado / No nos queda tiempo de quemarnos / todas las abuelas ciegas / nos miran a través de los espejos / y sobre los espejos la luz de la mañana”.

Nuria Ruiz de Viñaspre. es poeta y editora. Directora de la Colección eme (Escritura de mujeres en español), de Ediciones La Palma hasta 2019 y del festival de poesía Torrepoético junto a la actriz Paula Soldevila. Ha participado en Encuentros Nacionales e Internacionales, como el «Coloquio Le créateur et sa critique de la Université Lumière Lyon 2» (Instituto Cervantes, Lyon, Francia) en la edición de 2013 y el Seminario Internacional «Espacios de infancia, espacios de exilio», en colaboración con la Universidad de Jaén y Sorbonne Nouvelle–Paris 3 (Jaén, 2013). También participa en numerosos festivales de poesía nacionales e internacionales y su obra está incluida en el Diccionario de Autores de la Cátedra de Miguel Delibes. En 2004 ganó el XX Premio de Poesía Ciudad de Tudela (Navarra) y en 2014 fue galardonada con el Premio Racimo 2014 de Literatura.

Sus títulos publicados son: El mar de los suicidas, Desvaríos subterráneos, Ahora que el amor se me instala, La geometría del vientre, El pez místico, Tablas de carnicero, Órbita cementerio ,Tabula Rasa (junto a Ana Martín Puigpelat), Pensatorium, La zanja (XII Premio de Poesía César Simón, Universidad de Valencia, 2015) , El temblor y la ráfaga, Células en tránsito, Todo se hará público, Capturaciones , Parte meteorológico. En 2022 gana el XXIV Premio de Poesía Nicolás del Hierro con el libro Las abuelas ciegas.

En Las abuelas ciegas, Nuria Ruiz de Viñaspre nos acerca a la enfermedad del Alzheimer. Sus poemas nos invitan a emprender un recorrido hacia el interior de la memoria para desembocar en una visión sobre la rotura del lenguaje, sobre el ritmo del olvido. Una marcha que nació de una experiencia personal en Lanzarote y dio lugar a este libro: “En aquellos días yo salía muy temprano a robarle poemas al paisaje y una mañana, sentada en una piedra y con un horizonte de lava ante mí, se acercó Miguel. Hablamos, me invitó a ver su huerto, me regaló el color de ese huerto en hortalizas, me mostró su casa, me mostró a su madre, sentada en una gran mesa del comedor, dibujando líneas con vistas a la nada. Me contó que tenía Alzheimer y en ese instante conecté con ella, con la imagen viva de aquella mujer dibujando como una niña que ha descubierto la magia del lápiz. Con ese “cuadro en movimiento” de su madre escribí una primera línea que mucho más tarde fue el primer verso de ‘Las abuelas ciegas’”.

La incomprensión de lo que ya no existe en la memoria, de los recuerdos en ruinas y de la vida que parece desmoronarse a través del lenguaje, desemboca en un acto de creación continua que edifica sobre un campo desolado de palabras. Las frases que desaparecen, el vocabulario que salta más allá de lo comprensible y el vacío que se expresa a través de los silencios nos conmueven y nos transportan a la metafísica de todo lo vivido.

“Una línea silba el jeroglífico / —la memoria está ligada al peso de los cuerpos / el peso de un pájaro salta / en la gravilla y levanta palabras como postes / En esta memoria no hay nadie / solo luz que desborda el mar / mis cabellos escapan por el grifo / de mi boca y un hilo alimenta mi otra lengua / Veo un gallo cacareando lenguajes calcinados / poniendo luz en el idioma / el resto vacío de forma y de silencio / un silencio que tiene sombra bajo / este sol que alcanza el lado inútil de las cosas”.

La poesía arranca desde lo desconocido y se hace práctica en los huecos de la mente, recoge la realidad en un nuevo concepto expresivo y sabe que todo se nombra para ser, para existir y para sobrepasar lo meramente objetivo. De esta manera, la memoria emocional perdura y llega donde no se alcanza con la praxis constructiva de lo lógico. El silencio transita cada instante para nombrar y renombrar frente al olvido, ante una ola que se lleva la palabra y la transforma en una manera de sobrevivir.

“Que nadie toque el olvido / que nadie pervierta su viento / es un trote de caballo que aprieta / la tierra y siempre está de viaje / Para ser viento contigo en traidora soledad / mis músculos querrían atardecer / en un jardín alucinado / Sobre un pañuelo escribo / somos gemelos del polvo y del liquen / sin relojes invasores ni cerradas calles / seres rodeados de una luz inútil / que alumbra un parpadeante algo / esa brizna que nos salva / llena de nadas que son todo”.

La amnesia provoca un vendaval en la mente. El poder de la palabra, que no atiende a normas ni a estructuras, está vivo y se reordena en el poema que no solo habita en el papel, sino que penetra en el lector y provoca un movimiento sísmico. Así, la fragilidad, el orden y el caos, reescribe el mundo ante la muerte neuronal.

“Todo empieza donde todo acaba / en la punta de la lengua / cementerio letológico donde van a morir palabras / En una fracción de bosque perdí cientos de sílabas / números y otros calcetines sueltos / todos bloqueaban el idioma / El bosque no es marginal / el cerebro aletargado convierte la idea / abstracta de calcetín en un sonido suelto / un recuento de pérdidas”.

Los poemas visuales, cercanos al caligrama, nos aproximan a la abstracción del lenguaje, a una especie de metáfora silenciosa que convierte la manera de percibir y nos despierta la intuición. Un juego que aviva el mensaje global de Las abuelas ciegas y nos acerca con sutileza al sentido creacionista que invade todo el poemario:

Co

mo

un

pén

dulo

que

bus

ca

la

quie

tud

en el

fulgor

de su centro

así tu memoria

se

mue

ve

Dice Nuria Ruiz de Viñaspre: “A pesar de que la palabra utilidad no es un concepto que se asocie a la poesía, sí es útil para la vida. Si hay algo que ha de ser la poesía, a mis ojos, es útil. Supongo que aviva la conciencia de quien la lee. Y cuando digo útil no hablo de lo que entendemos por utilidad sino de esa maravillosa utilidad que hay en lo inútil. El poeta solo es un portavoz”. Así lo demuestra en Las abuelas ciegas, un libro que, sin lugar a dudas, abre el camino a la reflexión sobre el Alzheimer y sobre el sustento de la memoria.

El próximo día 24 de febrero, a las 19.30 h., en la librería 80 Mundos de Alicante, la autora charlará con la poeta Pilar Blanco.

https://www.80mundos.com/noticias/forum-las-abuelas-ciegas-nuria-ruiz-de-vinaspre_281