“Quiero que llegue el frío / y cobijarme. / sentir que tiemblo, / que me caliento al amor de algo, / que me protege el mundo / con su paisaje adusto de / flores y melancolía, / que me sacudo la nieve / y que me abrigo al dolor”.
Milagros Román (Elche, 1948) es escritora, poeta y pintora artística. Titulada en Danza por el Conservatorio Superior de Alicante, tiene estudios de piano, violín y canto en el Conservatorio Superior de Murcia y Elche. Como articulista ha colaborado en el diario Información y periódicos como Elche, Hoy, Revista Perfil de la Dama, entre otros; también en las revistas digitales Ariadna y El fantasma de la glorieta. Cofundadora de la Asociación Hermandad de Poetas de Elche en las décadas 80-90. Entre 1990 y 2004 fue coeditora en la editorial ilicitana Frutos del Tiempo. Ha ilustrado numerosos libros de poemas y revistas extraordinarias del Misteri d’Elx. En 2011, Información realiza una Edición Especial de sus dibujos sobre el Misteri d’Elx. En narrativa ha publicado el libro de relatos Para poner los pelos de punta (Frutos del Tiempo, 2000) y la novela El collar de perlas (Frutos del Tiempo, 2019). Ha colaborado en numerosas antologías y sus poemarios publicados en solitario son: La piel de Afrodita (Lunara Poesía, 1994), Como un suave murmullo. Fantasía poética para la contemplación del Misteri d’Elx (Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert, 1998) y Poemas del Asfalto (Frutos del Tiempo. Colección Balbec, 2014).
Milagros Román es una artista multidisciplinar que desde su infancia ha sentido el arte en su interior. La música, la pintura, la literatura y el baile han formado parte de su vida desde siempre. Cuando escribe, igual que cuando baila, busca la estética, la armonía y el movimiento. Su vitalidad y su entusiasmo por la vida hacen que su poesía esté llena de preguntas, de incertidumbres que quieren respuesta y de indagaciones sobre el misterio del ser.
“¿Quién soy? / Me pregunté el día de los Vientos, el día que me prolongué en la NOCHE, el día que quise permanecer… // Soy simplemente yo; mujer de brazos abiertos como alas acaparadoras y sutiles para el abrazo eterno… // MUJER hermosa por la herencia del AMOR, / simplemente por eso. / ESTATUA perfecta para la contemplación y solo para la contemplación”.
El caudal de energía y la fuerza que le fluye desde dentro traspasa todas las barreras para acercarse a la reflexión filosófica. Así, el deseo y el misterio son pilares donde apoyar sus versos, para construir un mundo trascendental en el que la sensualidad se entremezcla con la espiritualidad y el amor. Su voz de mujer se alimenta del deseo, de la necesidad de comprender el mundo que la rodea.
“A veces me pregunto / si el poema trae consuelo. / En la piel no se implanta la alegría / como el grano de maíz, / al que un sol / obligará a germinar… / El cuerpo no se sabe sin dolor / y se te vende el alma a la melancolía. / Siente la pasión hasta en las horas ´desapasionadas´ y litúrgicas, / cuando la mística del genio / alimenta la savia de locuras”.
El concepto de viaje, la conciencia del tiempo y la pasión crean un estado de euforia en el alma. La poeta necesita sentirse viva y alejarse de la rutina, de esa costumbre que se hace insoportable y destruye los afectos cotidianos. Cada día es distinto en su interior y el pensamiento anhela la libertad, la belleza que perdura, lo eterno.
“Ha cambiado el tendero de la esquina. / Ha cambiado su hijo, que parecía tímido. / Ha cambiado su hija, que incluso se metió monja. / He visto desfilar a toda la familia que eran nueve. // Y yo soñaba siempre con que llegase el gran día / en el que no tendría que hacer la compra. // Pero nada se ha movido para mí. / Soy como una trompa que resbala, / y que vuelve al mismo punto de partida. / Girando, dando vueltas y más vueltas. / Solo el sueño me aleja de la gran rutina. / Solo el sueño. / Es mi vida”.
La luz, el origen y la mística forman parte de su voz, de esa emoción que evoluciona para reencontrarse con las preguntas fundamentales. La muerte como paso a una vida distinta, como renovación espiritual, como concepto que da sentido a la existencia, cimenta su obra poética. Desde esta perspectiva, la inspiración, en la que tanto cree Milagros Román, toma distintas formas artísticas que siempre desembocan en la aspiración de transformarse.
“¿Quién eres sombra dura y silenciosa? // …Bebes lentamente mi ternura / exprimiendo de mí hasta la vida, / derramando elixires misteriosos / como un secreto a voces / perdido entre mi jungla”.
El cine, otras de sus pasiones, aparece como herramienta metafórica que nos retrotrae a esa cotidianidad llena de soledad y melancolía, a esa mujer que no encaja en la tradición social y se siente atrapada por un universo ajeno a sus inquietudes.
“Por la pequeña pantalla del televisor / discurría una fantasía / que acertó de pleno en nuestras vidas. / ´Horizontes de grandeza´ demostraba que la vida y las palabras / estaban ya inventadas. / Que no hacemos sino asumir la representación / de nuestros propios personajes, / casi sin elegirlos”.
Milagros Román es una artista que siente y sueña a través del arte, que se descubre a si misma a cada instante y se sorprende con todo aquello que está a su alrededor. Una mujer que siente el espíritu ancestral de la naturaleza y lo refleja a través de múltiples estéticas. Sus letras tienen voluntad de camino, de exaltación, de construir realidades nuevas y salir hacia delante. Dice la autora que “el suelo no es la máxima expresión de la existencia; no. / No es el suelo, / no es el suelo; / es la nube. /Son los sueños. / ¡Pruébalo!”. Busquemos motivos para soñar. Leamos.
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