La editorial Hirukoa publica la primera novela gráfica del dibujante, ilustrador y autor de cómics Boris Ramírez Barba que se presentará el próximo. sábado 31 de agosto en Ateneo Cómics de Alicante.
Dientes de Leche es la primera novela gráfica del autor Boris Ramírez Barba, nacido en Alicante y licenciado en Bellas Artes, que ha sido publicada en diferentes formatos e idiomas por la Editorial Hirukoa (Álava, País Vasco). El próximo sábado día 31 de agosto, a las 18.30 horas, se realizará una firma y presentación del volumen en formato físico en la librería Ateneo Cómics (C/Serrano, 10, Alicante).
A través de las 96 páginas que componen este volumen, el autor explota la historia de Cara, una niña nerviosa y muy imaginativa que vive en un piso oscuro de largo pasillo con su padre y su madre. El argumento del cómic gira entorno a su relación con sus padres, que llevan ya varios días encerrados en su habitación. La escasa comunicación que a veces se produce a través de la puerta con su hija es cada vez menos frecuente. Cara, abandonada y teniendo que valerse por sí misma, pronto comenzará una abyecta inmersión en las perturbadoras pesadillas que se producen en los solitarios rincones de su hogar, resultado de lo que quizá sea una horrible verdad reprimida que intenta abrirse paso.
La combinación de la escala de grises y los detalles en un único tono amarillo, así cómo el característico dibujo de su autor, provocan en el lector esa sensación de claustrofobia e incertidumbre que conllevan los relatos ambientados en el género de terror psicólogico. Con ciertas reminiscencias a la estética de guro japonés, la trama evoluciona hacia el declive del personaje, todo ello enmarcado en un ambiente febril y grotesco. Dientes de Leche es una historia personal, “una reinterpretación de mis pesadillas infantiles, de mis miedos más profundos y aparentemente irracionales, revividos durante años una y otra vez desde niño, y representados ahora como adulto” – confiesa su autor-.
Utilizando recursos experimentales en la estética y en la trama, Dientes de Leche no dejará indiferente a ningún amante del terror.
Pregunta: Has trabajado para otros proyectos la ilustración y el cómic, pero esta es una de tus obras más personales, una novela gráfica en la que tú generas todo el contenido tanto gráfico como narrativo, ¿qué diferencias has notado con respecto a otros trabajos anteriores?
Respuesta: He trabajado bastante tiempo como ilustrador y diseñador de personajes para algunas campañas publicitarias, donde todo tenía que pasar varios filtros y muchas opiniones, y sigo realizando muchos encargos para portadas y cosas así. Trabajar solo, por mal que me haga quedar o por terrible que suene, es la forma más cómoda y agradable de trabajo para mí. No digo que salgan mejores productos, Dientes de Leche se habría beneficiado muchísimo (sin duda) de ayudas u opiniones externas, incluso de otros ilustradores, pero, de vez en cuando, lo mejor es trabajar simplemente para uno mismo. Más todavía en proyectos tan personales como este, a veces, demasiadas opiniones juntas se convierten en obstáculos no solo en contra del tiempo si no que también contra el confort de los propios autores. Personalmente adoro el cómic como disciplina en parte por esto mismo. Es uno de esos medios que posibilitan el trabajo de autor, de aquellos que, aunque requieran de un trabajo exagerado, permiten a una sola persona crear universos enteros. No se me ocurre nada que pueda llegar a ser más satisfactorio.
P: Un único escenario, un único personaje… ¿Qué recursos o referencias te ayudaron a afrontar el desarrollo de una historia así?
R: Ha sido bastante delicado. Por ello, era muy importante dotar casi de personalidad a elementos inanimados. No solo en casos evidentes como en los que el compañero de peluche de Cara mantiene conversaciones fluidas con su amiga, si no que también con muchos apartados que parecen carecer de importancia, como las tijeras amarillas perdidas, cuya misteriosa desaparición se convierte casi en una subtrama de la que nadie quiere hablar demasiado; de los recuerdos de los padres de Cara, totalmente tergiversados y versionados por una mala memoria; de los dibujos infantiles garabateados en hojas amarillas desperdigados por la habitación de Cara… Casi todo lo que dibujo tiene fines más allá de lo estético, algunos más determinantes que otros, por supuesto, pero en la casa vacía de Cara, en ese único escenario, siempre se están produciendo cambios o detalles de los que, muchas veces, ni siquiera se hace mención.
P: Quizá el dividir la trama en diferentes secciones, con sus respectivos cambios de máscaras, hace que el lector note más aún la evolución del personaje, ¿tienen alguna justificación más allá de la coherencia narrativa?
R: Al fin y al cabo, lo que vemos en Dientes de Leche es a Cara, una niña a solas que se hace mayor. Buena parte de esto queda representado con sus máscaras, así como sus estados o necesidades de cada momento. Los primeros cambios pueden llegar incluso a pasar desapercibidos, pero conforme vamos pasando páginas, las máscaras de Cara cambian radicalmente, así como su actitud y su entorno.
P: A lo largo de la historia se suceden una serie de espeluznantes momentos oníricos, auténticas pesadillas que nos llevan a rememorar recuerdos infantiles, ¿te has inspirado en algo personal?
R: Digamos que son oníricos, de acuerdo. Como decía antes, esta es una obra muy personal para mí. De niño solía tener pesadillas muy vívidas y terrores nocturnos que recuerdo perfectamente aún hoy, quizá a causa de unos gustos prematuros. Antes de tener el guion final, antes de haber terminado de definir la trama, ya tenía una lista muy bien preparada de aquellas pesadillas y momentos de terror que me habían marcado tanto. La realización de este cómic ha sido casi terapéutico para mí, una auténtica vomitona de ponzoña enquistada, y he acabado encontrando muchas similitudes y características comunes en pesadillas que me afectaron en diferentes momentos y de formas paralelas. He sido muy fidedigno con ellas, e incluso he llegado a representar casi con exactitud el pasillo y la distribución de la casa donde me crié, así como mi cuarto, que ahora es más de Cara que mio.
P: Al final del volumen, nos encontramos con un guiño, una breve historia extra sobre el “otro” personaje casi protagonista de la historia, ¿qué nos puedes contar sobre el peluche de Cara?
R: Quisimos introducir algo de material extra a la hora de publicar el volumen completo, así que, además de algunas ilustraciones y portadas alternativas, incluimos una pequeña historia de una sola página que cuenta cómo se conocieron Cara y Osi. Para mí, Osi es muy importante, ya que es un peluche que tuve de niño y aún conservo junto a mi cama. Es casi idéntico a cómo queda representado en la obra, pero ahora está un poco más machacado. Ha llevado también una vida dura. Como pasa con Cara, las relaciones con seres inanimados, que en la infancia pueden ser tan naturales, pueden llegar a complicarse con el tiempo. Ahora pienso en él y me doy cuenta de lo poco imaginativo que era de crío al bautizarlo de forma tan simple, pero es una pieza importante para mí tanto dentro como fuera de la obra.
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