Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman
Contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada
Ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero.
(Oda a Walt Whitman, Federico García Lorca).
A Walt Whitman (1819-1892) lo llamaron “el buen poeta gris”, un calificativo que no le cuadraba, excepto por el color de su cabello y su sobria vestimenta habitual. Había nacido en una familia de fuertes convicciones religiosas, también muy numerosa. Siendo el segundo de nueve hermanos, en casa lo llamaban Walt, para diferenciarlo de Walter, su padre. Comenzó a trabajar muy pronto, siendo casi un niño abandonó los estudios, para emplearse diversos oficios. Como aprendiz en un periódico de Samuel L. Clemens (más conocido por su seudónimo literario Mark Twain) se inició en las labores periodísticas y también en la tipografía. Algo que le serviría en adelante para ganarse la vida en imprentas y periódicos, aunque más tarde incursionó en la docencia. Como maestro, Whitman tuvo algunos problemas al ser acusado de sodomía con alguno de los estudiantes.
Fueron años difíciles y largos los que pasó dedicado a la escritura sin obtener reconocimientos , hasta que publicó de su propio peculio su famosa obra “Hojas de hierba”, una modesta edición casi anónima de casi 800 copias . El pensador, escritor y poeta estadounidense, Ralph Waldo Emerson dio el espaldarazo definitivo a Whitman, al que dirigió palabras de elogio y recomendó el volumen a su círculo de amistades literarias.
Este libro de poemas se convertiría con el tiempo en la piedra angular no solo de la lírica americana sino que tendría una profunda y duradera influencia en la poesía universal. Los españoles León Felipe, Lorca, el portugués Pessoa, el argentino Borges, el nicaragüense Ernesto Cardenal o el chileno Neruda han sido tributarios de la obra de Whitman. Sin embargo, en su tiempo, Hojas de Hierba fue acogida con recelo y crítica destructiva por su supuesto contenido erótico. También por el uso del verso libre, con resonancias bíblicas en un texto considerado profano.
BUEN SAMARITANO
La guerra civil americana convirtió a Whitman en enfermero voluntario , atendiendo a los numerosos soldados heridos entre 1862 y 1865. Les llevaba ropa, fruta, helados, cigarrillos y sellos postales. El vínculo que establecía con ellos no se limitaba a eso sino que les hacía compañía, los consolaba y creaba una relación afectiva que no era muy bien entendida por las enfermeras, que se quejaban de que un hombre de mediana edad, reputado pornógrafo, rondara los pabellones donde yacían soldados jóvenes y atractivos. “Ese odioso Walt Whitman viene a inculcarles el mal y la incredulidad a mis muchachos”, decía una, recordaba Whitman en sus diarios de aquella época.
De estas experiencias vividas en Washington en aquellos años tomó notas que convirtió en artículos para periódicos bajo el título de Memoranda during the War(1876), más tarde como parte de su Specimen Days de 1882. En aquellas páginas aparece Lincoln, de quien era acérrimo partidario. Whitman era un demócrata radical, aunque su concepción de la democracia era muy sui generis. Más que una convicción política era un concepto relacionado con la amistad y la camaradería entre hombres , muy similar a la que él había presenciado en esos jóvenes soldados que marchaban al frente de guerra. Y al amor, fraternal o paternal según él, que les demostró cuando los atendió heridos en su regreso. En el prefacio a la edición de Hojas de Hierba (1876) escribió: “ Es gracias a un ferviente y aceptado desarrollo de la camaradería, gracias a un afecto sano y bello del hombre por el hombre, latente en todos los jóvenes y gracias a lo que directa e indirectamente lo acompaña, por lo que los Estados Unidos del futuro estarán de la manera más eficaz posible, amalgamados, intercalados y forjados en una unión viviente”.
La sexualidad de Whitman hasta hoy sigue envuelta en un halo misterioso. De su supuesta homosexualidad hay abundantes indicios. Casi todas esas amistades particulares eran con hombres de baja extracción social, que en algunos casos despreciaban el arte del poeta. Walt Whitman se autocensuró en muchas ocasiones, revisando sus papeles y también sus versos (para la edición inglesa, por ejemplo) eliminando pasajes comprometedores. Por lo tanto, aunque fue señalado y presionado en ocasiones para confesar sus inclinaciones, jamás lo hizo. Aunque lo dejó entrever casi siempre en versos de los llamados “poemas de la encina” (1859), de los que luego se acobardó al momento de su publicación: “ Un atleta se ha enamorado de mí y o de él/pero frente a él, en algunos instantes, hay en mí algo feroz y terrible que es preferible se manifieste/ yo no me atrevo a decirlo con palabras, ni siquiera en estos cantos”.
A finales de los años 80 de ese siglo, Whitman ya era popular y admirado entre los intelectuales homosexuales de su tiempo, especialmente en Inglaterra, donde Oscar Wilde era uno de sus seguidores. Cuando el poeta irlandés visitó los Estados Unidos fue a ver a Whitman y mantuvieron una cálida conversación con un beso que nunca olvidarían.
Tal vez por intentar desviar la atención sobre esas sombras pecaminosas, el poeta americano dejaba entrever que había tenido relaciones con algunas mujeres e incluso de haber tenido descendencia con alguna de ellas. En Hojas de hierba hay pasajes que resultan explícitos en ese sentido y curiosamente despertaron más comentarios y críticas que los de ambigüedad sexual. Hasta llegaron a amenazarle con medidas legales por parte del fiscal de distrito de Boston, en 1881.Tras la versión de 1885 de la obra, un tal Comstock, adalid de una campaña contra la “indecencia literaria”, denunció el sexo heterosexual contenido en el libro sin fijarse en los más reveladores poemas de Cálamo. Algunos críticos actuales piensan que tal vez a mediados del siglo XIX el amor o la amistad profunda entre caballeros no era en realidad tan condenable.
DEMÓCRATA Y ANTIESCLAVISTA
El Whitman político es una faceta que los historiadores destacan. Su implicación como demócrata radical, su oposición a la esclavitud han hecho que se le considera también como “el poeta de la democracia”. Algo discutible, ya que si bien estuvo adelantado a la época en más de un sentido nunca fue verdaderamente abolicionista. Como la esclavitud era un modelo económico contrario a sus ideales de una sociedad americana formada por pequeños propietarios rurales independientes, Whitman apoyó la guerra contra los esclavistas del Sur. La situación posterior al conflicto civil, la Reconstrucción, le hizo deplorar “la dominación negra, apenas por encima de las bestias”. Y pronosticó que “las masas negras libres de negros durante el siglo subsiguiente” amenazaban con constituir un problema terrible”.
Su visión del mundo estaba anclada en un pasado idílico que había cambiado vertiginosamente. El mundo que le rodeaba había cambiado, pero él no. Sin embargo, mantenía un cierto optimismo en los ideales democráticos que defendía con una fe casi religiosa: “No puedo repetir demasiadas veces que la democracia es una palabra cuya verdadera esencia aún duerme. Es una gran palabra, cuya historia, supongo que todavía no se ha escrito, porque esa historia aún no ha tenido lugar”.
El gran poeta americano, como tantos genios, no era gris como dijo Henry Miller, sino un ser humano con claros y oscuros. Pero siempre será recordado como el autor de la nueva biblia poética universal.
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