El Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert celebrará esta semana unas jornadas para conmemorar el 50 aniversario de la publicación de Fuentes de la constancia, obra clave del insigne autor alcoyano que da nombre al organismo.

La Casa Bardin acogerá esta nueva propuesta que conecta con otros encuentros promovidos por el IAC con el propósito de mantener viva la memoria del escritor y actualizar su bibliografía, para contribuir a su recuerdo, homenaje y difusión de su producción. Los días 2, 3 y 4 de marzo se celebrarán unas mesas redondas en las que intervendrán máximos expertos que, encabezados por el doctor en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca, Jaime Siles, disertarán sobre Fuentes de la constancia (1972).

Las jornadas contarán con investigadores y especialistas como Raúl Molina, doctor en Literatura Española por la Universidad de València; Manuel Valero, profesor, crítico literario y poeta; Miguel Ángel García, catedrático de Literatura en la Universidad de Granada; Félix Martín, doctor por la Universidad de Granada; María Teresa Navarrete, profesora de literatura española en la Universidad de Uppsala (Suecia); María Paz Moreno, doctora en Literatura Española por la Universidad de Ohio State (EEUU); David Ferrer, escritor y poeta graduado en Filología Hispánica por la Universidad de Granada;y José Carlos Rovira,  profesor emérito en la Universidad de Alicante.

Juan Gil–Albert (1904-1994) desarrolló su trayectoria literaria desde los años veinte hasta finales de siglo. Tras participar en la Guerra Civil española por el bando republicano, escapó a México donde vivió hasta 1947, fecha en la que regresó a España. En Valencia continuó su producción al margen de las corrientes dominantes, lo que ha generado controversia en torno a su encasillamiento generacional.

En los años setenta, autores de las generaciones jóvenes recuperaron su trabajo y vivió un boom editorial. Por ello, Fuentes de la constancia fue una inflexión definitiva a la hora del relanzamiento público y literario del escritor ya que, a partir de este momento, vivió una década dorada en la que se publicaron sucesivamente sus obras y fue reconocido como un autor fundamental para nuestra literatura.