Sentían profundo chica,
siempre se miraban,
¿Y sabes?
eran dos vagos del besito…
que no veas.
Siempre se liaban la manta a la cabeza,
cuelga tú,
cuelgo yo,
nos colgamos,
de tu cuello,
o del mío…
Suena Leiva tío,
calla un poco,
estoy sacando los acordes,
muere un poco anda,
muere un poquito…
sacamos ahora la basura…
Y luego estaba el sol,
tan latente dándole a los dos,
con su sabor…
qué rico y tan incondicional,
por si el sexto falla.
Aburridísimo,
tétrico el romanticismo,
hedonismo para creer en ti, pero al final marionetas…
J*der, espera un poquito que nos llama Hacienda…
hacienda llama,
sí hacienda si que es de llamar.
Me pillas haciendo,
¿Querías algo?…
No, aún no.
Si Hacienda llama cuidado con el eguito eh,
cuidadito ese ego.
¿Puedes pitar más flojo?,
de señora por favor,
trátame de señora…
¿Quién puso de moda el ego?
tiiiiiiira,
dale,
actúa,
hazlo,
qué bajón…
a este retiro tampoco me uno,
el rollo es que Marisa va mejor desde que va allí…
pues que le den a Marisa.
Con lo del ego que se descontractura ese,
o se reconstruye como la tortilla,
tengo un pedazo de lío abajo…
Con ell niño y la constitucionalista,
hay que llevar cuidado,
se van a pirar para siempre dicen,
se divorcian ya:
Chapan mañana,
diferentes puertas,
se separan tía,
sí, se van,
lo mismo me quedo la alfombra de su casa,
total…
Y Tía,
no pares,
avanza…
Y Tío,
no te abandones,
camina…
Y dos más,
con sus constituciones,
con demasiada poca jurisprudencia,
porque en el fondo,
solo creen en su ciencia,
que despelleja en la frase:
«Yo soy así»,
y deciden morir lo de ellos:
Lo han dejao’.
Y desde ese lugar cómodo,
¿Para qué se llaman?…
J*der Jose, no me dejes entrar más,
tía déjame en paz,
déjate tú,
j*der,
pírate ya…
Pírate ya,
sácame,
sácate,
¿Nos vuelvo?
¿Nos vuelco?
Nos fuimos.
Se piran,
parece que ahora sí,
que ahora se piran,
que ya se anidaron tanto,
que se anudaron.
Y en sus cascos suena Leiva reinando el cielo.
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