El pasado sábado, 3 de marzo, en el Punt Jove de Monóvar,  y con motivo de un taller de danza árabe y flamenco impartido por Elisha Albert y el bailaor Francisco Amador, tuvo lugar un encuentro entre mujeres de Monóvar, Aspe, Monforte, Novelda y otras ciudades de la provincia. Entrevistamos a Elisha Albert y hablamos con ella sobre la danza árabe y la forma en la que el “Arabic Style” ha unido a estas mujeres.

Pregunta:¿Cómo empezó esta aventura Elisha?

Respuesta: Todo empezó en Monóvar, en 2006, cuando con tan solo dos personas, formamos el grupo de danza Alcalinas.  En un año, éramos casi cuarenta mujeres las que, en un primer festival, nos subimos al escenario. Después fuimos expandiéndonos por distintas poblaciones y en la actualidad, somos cuatro grupos los que seguimos bailando: Odalïshas en Novelda, Baladis en Monforte del Cid y Curvas Negras en Aspe. ¡Somos “Vinalopó Conexión”! (dice riendo).

Desde entonces, han sido muchas las actuaciones y actividades que hemos realizado en torno a la danza, siempre teniendo como eje central  la danza árabe, danza del vientre y su fusión con otros estilos mucho más actuales; en definitiva, “Arabic Style”.

P: ¿Qué edades tenéis las mujeres integrantes de estos grupos?

R: Siempre han empezado a bailar niñas desde los cinco años pero, este año, hay dos niñas con tan solo tres años.  Y en cuanto a mujeres adultas, ahora mismo la mayor tiene setenta. Sinceramente, no hay límite de edad.

P:  Háblanos un poco sobre la danza árabe y/o del vientre.

R: La primera aclaración que quiero hacer es que la danza está llena de movimientos sensuales y no sexuales. La danza oriental es muy femenina, el atuendo es muy llamativo para destacar las ondulaciones y los movimientos del vientre.

Bailar tiene muchos beneficios, pero entre los inmediatos, yo destacaría los emocionales: la desinhibición, la comodidad que se crea en el propio grupo hace que la timidez desaparezca; mejora la autoestima y la aceptación; la armonía con tu cuerpo y con el grupo con el que trabajas; la creatividad; la expresión.

Otro aspecto es el sentirse más segura y cómoda con nuestra propia identidad de mujer; esto hace que mejore la imagen que tenemos de nosotras mismas y perdamos el miedo a la no aceptación social.

Normalmente, la gente que prueba repite. Si además, das el paso de bailar en público, aporta mucho. Es una manera de ser tú misma y comunicarte a través de tu cuerpo, de despertar esa feminidad que a veces está un poco escondida.

P: ¿Cómo es la relación entre mujeres de diferentes edades?

R: A priori, en ocasiones vemos como inconveniente el pertenecer a grupos de edades tan diversas, pero en realidad es un valor añadido. La convivencia entre mujeres de diferentes generaciones aporta muchísimo y hace que nazca una complicidad entre nosotras muy agradable y divertida. A través de la danza se crea un vínculo muy especial.

P: ¿Y los hombres?

R: La verdad, es que en nuestros grupos no hay hombres. Solo tenemos en el grupo Odalïsas a Paco, que es muy disciplinado y lleva tiempo con nosotras. Pero no sé por qué, es un tipo de danza que demandan más las mujeres.

P: ¿Puedes hablarnos de los orígenes de la danza del vientre?

R: Los orígenes no están muy claros, hay varias teorías. Se sabe que es una de las danzas más antiguas del mundo. Una teoría dice que proviene de un baile típico religioso que practicaban antiguamente las sacerdotisas en los templos. Otra teoría dice que formaba parte de las prácticas de alumbramiento en algunas tribus. También se piensa que se extendió gracias a las migraciones de los pueblos gitanos y de otros similares de origen indio. Otra de las posibilidades es que era un baile nocturno que las mujeres dedicaban a la luna con el vientre descubierto para que les diera fecundidad, es decir, como un ritual de fertilidad.

Lo cierto es que pueden ser un poco todas, porque los movimientos se centran en la zona de la pelvis, las caderas, la cintura…, y es todo muy beneficioso para el momento del alumbramiento.

P: ¿En qué tipo de danza te centras tú?

R: Yo, en primer lugar, no hago danza del vientre. “Arabic Style” es una fusión de movimientos árabes con todo tipo de movimientos occidentales como pueden ser el hip hop, latino, jazz, flamenco…Así que, no soy purista.  Yo creo mi propio estilo, y con aroma árabe, monto coreografías con mucha fusión. Además, la propia música es muy variada y acoplo pasos orientales a cualquier canción que me guste. Para mí, el proceso es muy motivador, simplemente la música “me tiene que tocar la fibra”.

P:¿Cómo es la conexión entre los distintos grupos?

R: Pues, como mínimo, una vez al año hacemos una convivencia en la que participamos todas.  Además, dentro de nuestras actividades, colaboramos con actuaciones en galas benéficas, cabalgatas de reyes, boatos de fiestas de Moros y Cristianos , y todo esto nos da la posibilidad de bailar juntas al margen de las actividades propias de cada grupo.

P: Antes hemos hablado de los beneficios inmediatos, pero ¿cuáles son los beneficios físicos de la práctica continuada?

R: A nivel físico, entre muchos, tenemos una mejora  directa de la rigidez y vicios posturales. Cuando empezamos a bailar este tipo de danzas es necesario aprender a disociar la parte superior y la inferior del cuerpo, y esto hace que se desbloqueen cuello, torso, hombros, cintura. También mejora  la presión sanguínea y la circulación. Los dolores menstruales se suavizan porque todos los movimientos lunares, ondulación del vientre, actúan dando un masaje en los órganos internos que beneficia la desaparición de este tipo de dolencias. También previene la artrosis.

Son muchos los beneficios concretos para las distintas edades de la mujer. No me quiero olvidar del momento de preparación al parto, porque la danza del vientre ayuda a desbloquear las caderas y la pelvis y eso facilita el momento del alumbramiento; para el posparto, ayuda a reforzar el suelo pélvico, que también mejora las afecciones típicas de la menopausia.

Puedes contactar con estos grupos de mujeres a través de Elisha Albert en Facebook.