Según las estadísticas sobre la tercera edad, que configuran el perfil de los ancianos en el momento actual, sabemos que el país continúa su proceso de envejecimiento y que existe una tendencia creciente en el aumento de personas mayores que viven solas. Por comunidades autónomas, Cataluña es la región con más mayores viviendo en soledad, seguida de Andalucía y Madrid. Las cifras ascienden a 2, 1 millones en el caso de los mayores de 65 años  y en un gran porcentaje se trata de viudos y viudas, con un claro predominio de éstas (1,5 millones) frente a 600.420 hombres en esta situación. La feminista Lidia Falcón , pintó el retrato de la mujer española mayor. Es de bajo nivel de instrucción, como la mayoría de los hombres mayores, vive sola y cobra una pensión de 600 euros. Las mujeres de esa generación, como la líder feminista nacida en 1935, vivieron la guerra y la posguerra y criaron a sus hijos con grandes dificultades en una época en que no había electrodomésticos que les hicieran más fáciles las tareas del hogar y a veces ni siquiera podían distraerse con la televisión. Muchas de ellas formaron parte de la masa trabajadora femenina que incluía oficios duros en la industria y, por los años 60, hasta en las canteras. Ellas han sido, sostiene la Falcón, las grandes excluidas de la sociedad y siguen siendo invisibles para los políticos actuales, que se dirigen preferentemente al electorado joven o de mediana edad con sus propuestas programáticas. No solo eso, sino que también son despreciadas por las nuevas generaciones, que ven en ellas una rémora para el progreso.
La tercera edad sufre una marginación social y una discriminación en todos los ámbitos de la vida. Para los ancianos no existe moda ni son considerados objeto de la publicidad, como hacía notar Vicente Verdú en un ensayo titulado Señoras y Señores, hace algunos años. Menos aún son considerados sujeto de seducción, lo cual es tajantemente cierto en el caso de las mujeres. Raro es que una mujer con prominencia social o económica consiga una pareja joven y atractiva. El sociólogo Gilles Lipovetsky, en La Tercera Mujer,  subraya esta diferencia fundamental entre los sexos. Mientras el hombre dispone de medios como la riqueza, estatus, prestigio, fuerza, etc., las armas de seducción femenina se han reducido tradicionalmente a su belleza física y juventud. El prestigio o la inteligencia de la mujer no la convierten en deseable.  El informe del CESIC lo confirma, ya que mientras más de la mitad de los hombres mayores vive en pareja, ellas viven solas.
La pandemia ha venido a agravar esta aflictiva situación, en muchos casos. En 2020. Nuevamente según las estadísticas oficiales, aumentaron en un 47% el número de hogares unipersonales de personas mayores en Ceuta, un 21% en Canarias, un 17% en Asturias y un 13% en Aragón.
Según pronostican los estudios demográficos, el proceso de envejecimiento español va a acelerarse en los próximos 30 años, lo cual alterará la distribución de edad en la población. La consecuencia es que se abre una preocupante brecha entre las necesidades de gasto y nuestras capacidades productivas como país. Actualmente existen en torno a 3,3 personas  de 15 a 64 años por cada persona de más de 65 y se espera que este número disminuya a 1,7 en 2050.
Todo este sombrío panorama implica un reto a esta economía envejecida, con más consumidores por trabajador, más pensionistas por contribuyente y más dependientes por persona joven.
La encrucijada del gasto en pensiones no la va a poder solucionar el actual gobierno ni el ministro de los globos sonda. Requerirá de un gran esfuerzo colectivo. Pensiones y servicios públicos, como salud y cuidados, han de financiarse necesariamente con más impuestos y cotizaciones. Se baraja una mayor extensión de la vida laboral, que en algunos casos resulta inviable por el tipo de actividad , pero el aumento de la participación en el mercado laboral en los colectivos de mayores, entre los que hay mayoría clara de mujeres (que de acuerdo a algunos estudios son más proclives a la inactividad y al desempleo) podría tener un efecto positivo.