Seth Stephens Davidowitz es un experto en “big data” o macrodatos, que investiga a través de Google, lo que le permite conocer distintas facetas del comportamiento humano y de la sociedad actual. En Todo el mundo miente analiza la conducta que revelamos cuando tecleamos búsquedas en nuestros ordenadores y llega a conclusiones que abren la puerta a una nueva fuente de conocimiento de las ciencias sociales.
En estos días agitados en España, cuando se habla de “justicia social”, viene a cuento una de las revelaciones que arrojan estos datos. Tal como se viene publicando desde hace algún tiempo en artículos de prensa, las probabilidades de ascender en la escala social de un niño, en muchos países desarrollados, depende de la situación socioeconómica de las familias. Parece de Perogrullo, pero es así: si naces pobre continúas siéndolo.
RICOS Y POBRES
Raj Chetty, un profesor de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, estudió los datos fiscales de los americanos. Analizando los datos de cientos de millones de personas pudo detectar patrones en ciudades y pueblos, grandes o pequeños. Los científicos sociales hablan de “observaciones” al referirse a estos datos puntuales, en este caso los registros fiscales. Chetty tenía 1.20 millones de observaciones, que desmentían en gran parte aquello de que Estados Unidos es la tierra de las oportunidades. La pregunta del millón (“¿Tienes alguna oportunidad de ser rico si tus padres no lo son”) arrojó una respuesta relativa. La manera tradicional de responder a esa pregunta es mirar muestras representativas de estadounidenses y compararla con datos similares de otros países. Cuando la interrogante es ¿qué posibilidades hay de que una persona nacida de padres situados en el 20 inferior de la distribución de la renta alcance el 20% superior de esa distribución de la renta?”, la respuesta es que Estados Unidos no puntúa muy alto:
Estados Unidos 7,5
Reino Unido 9
Dinamarca 11,7
Canadá 13,5
No obstante, el cuadro varía cuando se enfocan zonas más pequeñas. Por ejemplo:
San José, California 12,9
Washington D.C . 10,5
Media estadounidense 7,5
Chicago, Illinois 6,5
Charlotte, N. Jersey 4,4
Es decir, en algunas zonas de Estados Unidos, la posibilidad de que un niño pobre alcance superar el listón y alcance el éxito, son mayores que en otras. Y son las más altas del mundo desarrollado, pero en otras son más bajas que en cualquier otro país del mundo desarrollado .
Los investigadores llegaron a la conclusión de que las bases de la movilidad social en aquellas zonas más favorecidas se debía a la mayor inversión en educación. Citamos a Davidowitz cuando afirma: “los lugares con más gente religiosa y menos delincuencia rinden mejor”. Lo mismo que, dice: “los lugares con gente negra rinden peor”. Ocurre también que los lugares con más madres solteras tienen el mismo problema.
Algunos datos señalan también la influencia de tener compañeros pobres: “Si se tienen amigos de una extracción social difícil y con pocas oportunidades, puede que cueste más escapar de la pobreza”.
Algo más difícil se nos antoja escapar a la muerte. Pero los investigadores del big data también han encontrado datos significativos. Aquí el lugar donde se resida en los Estados Unidos apenas tiene importancia. Con mucho dinero, la esperanza de vida alcanza a los 89 años en las mujeres y un par de años menos en el caso de los hombres. El autor apunta que “los ricos tienen una vida más saludable porque hacen ejercicio y se alimentan mejor, fuman menos y son menos propensos a la obesidad”.
¿Dinero es salud? Probablemente. ¿Vivir en un entorno con mejor educación y servicios favorece la movilidad social?. De esto parece que no hay duda. Algunas investigaciones apuntan que, en el caso de los Estados Unidos, los pobres de ciudades como Nueva York tienen mayor esperanza de vida y se debería a una especie de “contagio” social con los sectores más ricos: a imitación de éstos hacen más ejercicio, o fuman menos, por ejemplo.
Supongo que estas conclusiones no convencerán a quienes , como yo, pensamos que la justicia social no cae de arriba, ni del cielo ni de los políticos al estilo Thatcher, que niegan la justicia social y nos arengan para enriquecernos, como si eso fuera posible en este sistema.. Adam Smith , padre fundador de la economía clásica. afirmó que “ninguna sociedad puede prosperar y sr feliz si la mayoría de sus miembros son pobres o desdichados”. Cuanto mayor es la distancia entre la minoría acomodada y la masa empobrecida, más se agravan los problemas sociales, escribía Tony Judt en Algo va mal. La desigualdad, decía en ese ensayo todavía muy vigente, provoca patologías. Mortalidad infantil, esperanza de vida, criminalidad, población carcelaria, trastornos mentales, desempleo, obesidad, malnutrición, embarazo adolescente, drogadicciones, etc., están mucho más marcados en Estados Unidos y en el Reino Unido que en la Europa continental.
La adulación acrítica de la riqueza, señalaba también Judt, citando a Adam Smith, no solo es desagradable. Idolatrar y admirar a los ricos y poderosos es un síntoma de corrupción moral. Un insulto a esos pobres que padecen la desigualdad y la opresión.
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