Este mes de julio se ha publicado en Plant Biosystems (revista internacional de reconocido prestigio en el ámbito de la Botánica), una nueva especie de planta, que aumenta la biodiversidad mundial conocida hasta el momento. Este es un nuevo caso de ciencia ciudadana, donde el descubridor de la especie, José Carlos Hernández –un miembro de la asociación Salvatierra, cuyo objetivo es la conservación del patrimonio natural de Villena–, la encontró en las prospecciones de los terrenos en los que se tiene prevista la instalación de una planta fotovoltaica.
Hernández contactó con científicos de la Universidad de Alicante: Lluís Serra, agente medioambiental de la Generalitat Valencina y miembro de la estación Biológica de la Font Roja, y los profesores Manuel B. Crespo y María Ángeles Alonso, del Grupo de Investigación de Botánica y Conservación Vegetal. El hecho de haberse descubierto en Villena, y que sólo se conozca en esa localidad, fue determinante para que los autores eligieran el nombre de dicha localidad alicantina –en su forma árabe, Bilyana–, para denominar a la nueva especie, quedando así para los anales de la historia natural como Helianthemum bilyanense Serra, J.C.Hern., M.Á.Alonso & M.B.Crespo, la “jarilla de Villena”.
Solo se conocen 432 individuos de Helianthemum bilyanense, localizados en una única población con un área de ocupación 1.037 m2. Este hecho, según señala María Angeles Alonso, “la categoriza según los criterios de la UICN (Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza) en Peligro Crítico (CR), el mayor grado de amenaza que puede tener un organismo; más allá de esto sólo queda la extinción”.
La bióloga explica que “en este caso, y teniendo en cuenta la fragilidad del ecosistema propio y la amenaza que supone la instalación de una planta fotovoltaica que sigue adelante (pese a las denuncias que se han realizado ante las administraciones valencianas para suspender este proyecto y que conllevaría movimientos de tierra, compactación del suelo y antropización del ecosistema), las perspectivas de supervivencia de la especie disminuyen y el riesgo de extinción aumenta”.
Por todo ello, los expertos de la Universidad de Alicante consideran que “para una buena gestión de esta especie y que sea susceptible de conservación por parte de las administraciones, es necesario categorizarla para que se incluya en las listas rojas de los catálogos de plantas amenazadas a escala regional y nacional, y posteriormente sea incluida en las órdenes que recogen los listados de especies protegidas de la Comunidad Valencina y que pueda ser una de las especies sobre las que se decrete un plan de recuperación”.
Pero mientras esto ocurre, y por la urgencia de preservar la viabilidad de la población, se propone establecer una microreserva de flora y emprender tareas activas de conservación ex situ, que incluyan la recogida de semillas para depositarlas en el Banco de Germoplasma de Flora Amenazada de la Comunidad Valenciana, del CIEF (Generalitat Valenciana). “Así nos aseguramos la supervivencia de esta llamativa especie y una posible reintroducción de dicho material en su hábitat principal o en zonas cercanas con un hábitat similar”, asegura Alonso.
En la actualidad, y en este sentido, en la Comunidad Valenciana hay tres plantas sobre las que se trabaja en un plan de recuperación: en Alicante, Silene hifacensis; en Valencia, Cistus heterophyllus; y en Castellón, Limonium perplexum.
La nueva especie, Helianthemum bilyanense
Helianthemum bilyananse es una planta pequeña y leñosa, postrada en el suelo, con unas vistosas flores amarillas que en su morfología son similares a las de otras jarillas –pertenecientes a mismo género y la misma familia, las Cistáceas–; pero sus demás caracteres (hábito, hojas, frutos, semillas…) son muy diferentes y permiten reconocerla fácilmente. Existe una especie con morfología similar a la villenera, y que también se desarrolla en una ecología similar, suelos salinos y con yesos. Esta otra especie, denominada Helianthemum polygonoides Peinado, Mart. Parras, Alcaraz & Espuelas, crece exclusivamente en los saladares de Tobarra, en la vecina provincia de Albacete, y como la planta de Villena también está sometida a impactos que la pueden hacer desaparecer. Pero, aunque compartan similitudes, en el artículo publicado por los investigadores alicantinos se ponen de manifiesto las diferencias morfológicas y genéticas que las separan.
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