Nos encontramos ante una interesante puesta en escena que nunca dejará de sorprender a hombres ni a mujeres. Un monólogo que profundiza sobre los por qué de la violencia hacia las mujeres; sus repuestas hacen pensar a los hombres acerca del machismo y sus consecuencias y a ellas pensarse a sí mismas con relación a sus derechos.
Rebota, rebota y en tu cara explota es una performance vibrante de Agnés Mateus (protagonista del monólogo, creadora y codirectora) y Quim Tarrida (creador y codirector) que trata sobre las contradicciones a las que se ven abocadas mujeres y hombres, pero ante los cuales muchas veces no nos planteamos hacer algo, incluso siendo victimas de maltrato o al reconocerse maltratadores, porque no hacer nada es también asumirse pasivo o indiferente.
Asesinatos machistas, patriarcado, violencia física y emocional contra las mujeres, manadas de hombres que luego de comportarse como depredadores sociales y sexuales terminan siendo presentados por los medios y sus abogados casi como víctimas de las mujeres y su deseo sexual… eso es la cotidianidad, y pareciera ser el deber ser de la relación entre hombres y mujeres.
Como bien dicen sus autores, “la vida nos debería explotar en la cara más a menudo”; por ello el texto se apropia del insulto, de las palabras tabúes, y mediante el humor lanza al espectador, cual espejo, todo el peso de la inacción.
La obra se apoya en la iluminación de Carles Borràs y el espacio sonoro y audiovisual de Quim Tarrida. hizo parte del festival teatral Tercera sematna que se realizó recientemente en Alicante. He dialogado con Agnes, que es la protagonista.
Velandia: Usted se mueve en diversos campos de la actuación, la obra es a la vez performance, teatro, testimonio, instalación e inclusive algo de improvisación.
Agnés Mateus: El público se encuentra ante todo eso. Se encuentra sobre todo frente a una experiencia… Por ejemplo, es como cuando te gusta la música, es posible que la tengas en casa, que veas el vídeo en la televisión o la escuches, pero cuando vas a un concierto la experiencia es mucho más intensa.
V.: ¿Cuál es la experiencia para el público?
A.M.: Puedes ir a mil conciertos, pero cada uno es diferente. Esa es la importancia del teatro, el haber vivido cada momento. Hoy han estado aquí y se encontraron con cosas que no van a volver a pasar nunca…
V.: A pesar de que se dañó el micrófono, por ejemplo… Queda la sensación de que hay bastante improvisación, pero parece que no es así…
A.M.: Sí siempre hay algo que ocurre, nos gusta dar la apariencia de improvisación y muchas cosas que parecen improvisadas realmente se han pensado así. El sentido es que el público entienda que estamos compartiendo por eso hay monólogo, risa, comedia, pensamiento, crítica, parte para la estética.
V.: Usted establece un diálogo con el público aun cuando esté no responda, pero puede suceder que si lo haga…
A.M.: El hecho de dirigirnos al público directamente, de mirarle y contarle a los ojos directamente es una vivencia del aquí y el ahora.
V.: el texto da la idea de que en algunos momentos pudiera doler ser mujer, en especial cuando hay tanta violencia…
A.M.: Yo no creo que duela ser mujer para nada, es muy bonito ser mujer… Estamos en una sociedad patriarcal en el que también el hombre es víctima de todo ese estereotipo, lo que pasa es que la mujer es mucho más víctima y en muchos más momentos de su vida. Me gusta muchísimo ser mujer, pero pienso que hay una contradicción curiosa y es que es muy emocionante sentir que estamos dentro de una revolución, trabajar sobre los derechos de la mujer no es una moda ni es un cambio pequeño en el tiempo, es una revolución, un posicionamiento.
Sin embargo, creo que es un posicionamiento continuo que se ha logrado ir transformando lentamente en la sociedad…
V.: Claro antes hubo unas mujeres lograron cambios significativos, por ejemplo, las sufragistas y esa es otra parte de esta misma revolución.
A.M.: Duele… Bueno, muchas veces sí, pero también lo disfrutamos.
V.: ¿Los hombres son conscientes del poder que tiene la falocracia como ejercicio del machismo?
A.M.: Algunos son conscientes de eso, pero no son tan conscientes de lo que eso abarca. No son conscientes que todas las mujeres han sufrido de esa falocracia, de ese machismo; de un abuso u otro. Todas hemos pasado por que nos toquen el culo en la calle, de ser violentas porque no le quieres seguir el rollo a un tipo que te está violentando, que nos paguen menos por el mismo trabajo que a un hombre. No son conscientes porque el alcance del machismo es muy grande…
V.: ¿Sirve de algo denunciar la violencia?
A.M.: Sí. claro. Sirve denunciar las injusticias, yo estoy convencida de que sí. Por ejemplo, desde hace un tiempo se ha incluido en el vocabulario de los políticos el concepto de ciudadanía. No sé utilizar raramente muchas veces, incluso como una etiqueta y así no sirve, pero eso es producto de la revolución. Es probable que no le veamos los resultados inmediatos a denunciar, pero estoy convencida de que es necesario y sirve.
V.: Dice Shakira en una de sus canciones que algunas mujeres están ciegas, sordas y mudas…
A.M.: Yo no estoy ni ciega, ni sorda, ni muda… Pero no siempre podemos incluso algunas veces sirve no se ha dado cuenta para seguir tranquilamente… Pues porque hay mujeres que sí y muchos hombres que también. Es parte de la vivencia en el entorno.
V.: No pudiera ser también que hay tanta violencia que a veces casi queramos cerrar los ojos para no ver lo difícil que es el cambio…
A.M.: Yo creo que el descanso hay que tomárselo en algunas ocasiones. Para hacer una revolución hay que estar fuertes, hay que estar bien y empoderados. Es importante vaciar… Dejar descansar el cerebro algunos días.
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