El escritor y periodista Máximo Huerta, que acaba de recuperar la “o” de su nombre desaparecida durante su paso por Canal 9, acaba de publicar un nuevo libro, ‘Intimidad improvisada’ (Espasa, 2019). Por sus páginas desfilan reflexiones, relatos breves e ilustraciones realizadas por el propio autor, tras una época de turbulencias, que hablan de la vida cotidiana, de los pequeños detalles que dan valor a la existencia y que todos compartimos en mayor o menor medida.

Máximo Huerta participó el pasado 17 de abril en el ciclo ‘Escritores y el Mediterráneo’que organiza Casa Mediterráneo, en un encuentro moderado por la editora Marina Vicente, ante un auditorio repleto pese a la difícil fecha, en plenas procesiones de Semana Santa.

El autor cultiva diversos géneros: novela (‘Que sea la última vez’, ‘El susurro de la caracola’, ‘Una tienda en París’, ‘La noche soñada’ -ganadora del Premio Primavera de Novela 2014-, ‘No me dejes/Ne me quite pas’, ‘La parte escondida del iceberg’ y ‘Firmamento’); relato ilustrado ‘El escritor’, ‘Elsa y el mar’, ‘Partir de cero’ y junto a María Herreros ‘Paris será toujours Paris’); y libro de viajes (‘Mi lugar en el mundo eres tú’). Además ha co-escrito la obra de teatro ‘Más sofocos’ e íntegramente el texto ‘Me quedo muerta’. Huerta concedió una entrevista telefónica a la Revista Casa Mediterráneo en la que hizo gala de sencillez y de la sensibilidad que caracteriza sus escritos.

Pregunta: ¿Cual ha sido el propósito de su último libro, ‘Intimidad improvisada’?

Respuesta: Es un libro que ha surgido como suceden las cosas buenas de la vida: por sorpresa. No tenía intención de emprender esta selección de textos, pero me lo propuso la editorial y me pareció que era un buen momento de hacer resumen, un parón y dirigir una mirada sosegada a tu trabajo, un impasse hacia otra novela. Era una manera de parar y arrancar otro tiempo. Me parecía necesario hacer inventario, mirar qué tengo y hacia donde voy.

P: En el libro de viajes ‘Mi lugar en el mundo eres tú’ sostiene que huir de los problemas viajando no sirve de nada porque al final uno siempre acaba encontrándose a sí mismo.

R: Cuando haces mudanza te llevas también los problemas encima y cuando haces viajes en la maleta no sólo echas ropa, sino también tus zozobras o tus deseos, que viajan contigo. Eso no desaparece. Es bueno afrontar los problemas y saber que vendrán otros. No obstante, el dolor no tiene memoria, pero la alegría sí.

P: ‘Intimidad improvisada’ se detiene mucho en los detalles de la vida cotidiana. ¿El libro es un canto a la importancia de las pequeñas cosas?

R: Es eso. Cuando empecé a escribir textos breves me propuse no hablar de temas de actualidad, sino de las pequeñas cosas, que son las que te pertenecen. El recuerdo del collar de tu abuela, el olor de un campo de lavanda, un fin de semana en la playa, el café en compañía o solo, el sonido de tu sobrina aprendiendo a tocar el piano… Esas pequeñas cosas que son las que hacen la vida. Ésa era la premisa a la hora de escribir todos estos textos. Por eso se titula así, ‘Intimidad improvisada’.

P: Los lectores se pueden sentir identificados en muchos pasajes del libro.

R: Sí, yo creo que a todos nos pasan las mismas cosas, con un volumen diferente y con unos matices distintos. Todo lo que pasa desapercibido es lo que debemos mirar más y lo que luego echaremos verdaderamente de menos.

P: Hay personas que pueden sentir lo mismo que usted escribe, aunque quizás carezcan de la capacidad para expresarlo con esa precisión.

R: Sí, me gusta mucho cuando un lector que dice: Has expresado con palabras lo que yo siempre pensaba, acabo de verme en ese paseo o a mí también cuando rompo una galleta me viene la imagen de mi abuela. Esos pequeños detalles en los que a veces un escritor se fija, porque tienes la mirada más entrenada. Por eso me gusta cuando el lector se ve en el texto. Es como cuando escuchas una canción y piensas: Esa canción es mía. Del mismo modo, cuando un lector, de pronto, en un libro se ve reconocido es la comunión perfecta.

P: En sus obras ocupan un lugar destacado las ilustraciones. De hecho tiene un Master en Diseño Gráfico e Ilustración Editorial y en este último libro ha incluido creaciones propias. ¿Qué aporta un dibujo a la hora de expresar aquello que no se puede plasmar con palabras?

R: Para mí dibujar en este libro ha supuesto incluir emociones. Los pequeños dibujos que he hecho, que son de trazo ligero y sutil, reflejan las emociones que he sentido en este último tiempo, en el que estaba más callado y me apetecía permanecer en silencio. Dibujar es otra forma de expresarse. Cada uno representa una emoción, un impulso… A veces además no encuentras las palabras o no te hacen falta, entonces dibujar ha sido el relax del silencio. Quería incluirlos para insertar las emociones de este último tiempo.

P: París tiene un especial protagonismo en sus novelas. ¿Cuál es la razón de este interés? ¿Qué le une a esta ciudad y a la cultura francesa?

R: Algo tan simple como unas tías de pueblo que eran emigrantes y cuando volvían de Francia siempre me traían bombones en septiembre tras la vendimia. Entonces, lo que para un niño es una sorpresa, con el tiempo se convierte en una Arcadia, en un viaje a donde crees que suceden cosas maravillosas. Se convirtió en un lugar mitificado, lo mitifiqué buscando canciones, literatura.. y algo inspiracional que quería conocer.

Empecé acercándome a la cultura, tanto a la música, como a la pintura y la literatura, y luego me enamoraron todos sus movimientos culturales, desde la nouvelle vague hasta la ruptura de los años 20. Siempre he sentido fascinación hacia la cultura francesa, así como al amor y el respeto que se tiene en Francia hacia los escritores, los pintores y los actores. La cultura es su seña de identidad, se le quiere, se le mima y siempre me ha parecido un ejemplo a seguir. Me ha generado muchas satisfacciones, muchos buenos ratos y mucha inspiración.

P: ¿Qué acogida han tenido sus libros en Francia?

R: Pues yo firmé muy a gusto ‘Una tienda en París’, siendo un libro muy difícil para un francés, porque no le vas a decir cómo eran los años 20, es algo que ya conoce. Pero fue maravilloso estar en el Salón del Libro de París, firmando, explicando de qué iba el libro, atendiendo a los lectores que se acercaban, quienes lo compraban con mucho interés. Lo disfruté mucho. Creo que también traducen ‘La parte escondida del iceberg’ y estoy muy contento. El público francés es muy exigente.

P: Una pregunta que no le resultará muy original últimamente es ¿por qué ha vuelto a sus orígenes, recuperando el nombre en castellano que figura en su DNI, Máximo?

R: En su momento lo tradujeron al valenciano porque iba a presentar en Canal 9, donde entré llamándome Máximo y salí llamándome Màxim, luego se mantuvo. Pero en este tiempo de turbulencias, imposible de aterrizar, la familia, los amigos y mi casa han sido la mejor pista de aterrizaje, y aunque puede sonar raro ha sido una decisión emocional volver a poner la “o” que me quitaron. No obstante, eso no significa que quiera que ahora me llamen Máximo todos, quien lo prefiera, que me siga llamando Màxim, no hay ningún problema. Es como volver a casa. Por eso te decía que ‘Intimidad improvisada’ es un punto y aparte, un volver a las cosas que te gustan y al nombre que figura en el DNI, el mail, los recibos, las cartas, los billetes de avión… No supone ningún cambio para mí.

P: Tiene una carrera muy polifacética, como periodista, escritor de novelas, relatos y libros de viajes, ilustrador y autor teatral. En este ámbito ha co-escrito ‘Más sofocos’ y es autor de la obra ‘Me quedo muerta’…

R: De la que luego hicieron más versiones, sí.

P: ¿Cómo ha sido su experiencia teatral?

R: Me han propuesto varias veces escribir obras de teatro y pasar algunos libros a texto teatral, pero me da mucho vértigo, porque lo que he hecho fue más por el impulso, las ganas y la ilusión, que es lo que me mueve muchas veces. Para hacer textos teatrales o convertir libros en obras necesitas otras armas, que yo no manejo, pero bueno nunca se sabe, a lo mejor me apetece y digo que sí a alguna propuesta. Para mí, hacer varias cosas, cine, teatro, periodismo, relatos breves, columnas o novelas, me parece fantástico. Creo que todos tenemos que tener un poquito de Colette y ser novelista, periodista, guionista, libretista, artista de cabaré… Hay que saber tener la mirada amplia y disfrutar.

P: Por último, ¿qué supuso para usted recibir el Premio Primavera de Novela 2014 con ‘La noche soñada’?

R: ‘La noche soñada’ es para mí una novela muy importante y que me entregara el premio quien yo más admiraba y admiro, Ana María Matute, fue un espaldarazo y como decirme: Vas bien, no te has equivocado de camino, por muchos prejuicios y miradas de perfil que haya. Que Ana María Matute me entregara el premio, las confidencias que tuve con ella… supusieron un acicate maravilloso.

Recuerdo que fue un día especialmente lleno de emoción, una entrega del premio que casi se me ha borrado de tantas cosas que pasaron. Al final sé que me lo pasé muy bien, pero desconozco exactamente el orden del día. Haber recibido el Premio Primavera es uno de los mejores recuerdos de mi vida. Ése y haber conocido este verano, en medio de las turbulencias, que Gabriel García Marquez había leído ‘El susurro de la caracola’. Su mujer me envió una carta este extraño verano y saber que me había leído y todo lo que opinaba García Márquez fue el segundo regalo de la vida.

Más información sobre Máximo Huerta, en su web maximhuerta.com

Fuente: Revista Casa Mediterráneo