La sección «Mujeres que nos escriben» ya no se puede llamar «nueva», puesto que con esta colaboración de septiembre alcanza la cifra emblemática de nueve meses de publicación ininterumpida. Hasta la fecha, y tenemos intención de continuar, nueve mujeres nos han escrito sobre sus inquietudes literarias y sobre su última obra publicada.

En esta ocasión, es un honor presentar a LINES GONZÁLEZ, una escritora asturiana de origen, pero ciudadana del mundo, a la que conocí en Rabat durante mi destino en la Consejería de Educación de la Embajada de España. He tenido el privilegio de asistir al nacimiento de su libro, Guía sentimental de Rabat, y de verla crecer como autora de narrativa. Cada nueva publicación va consolidando, paso a paso, su exitosa carrera literaria. Este texto que nos envía da fe de su calidad literaria y humana. 

Me llamo Ángeles González Álvarez aunque me siento más identificada con el apelativo Lines con que mi madre me rebautizó.

Nací en Gijón en octubre de 1954.

Escribo desde que era muy, muy pequeña; de manera casi ininterrumpida. Escritos que guardaba celosamente en cuidados cuadernos lejos de la vista de todos. No fue hasta la edad de la jubilación que me planteé revisar, dar a leer y publicar algunos de esos escritos.

Escribir, en mi caso, es una necesidad íntima; en último término es una catarsis, un último repaso, doloroso y gozoso a la vez, de todo cuanto aconteció ante mis ojos demasiado pronto sin que pudiera enviarlo por completo al cajón del olvido ni darle una explicación racional. Aquello que no pudo ser contado, salvo ante la profesional terapeuta, conforma el núcleo más significativo de mi narrativa.

Quiso la suerte que en el año 2002 obtuviera el XXVII Premio Internacional de Narrativa Tomás F. de Arteta, con un relato de apenas seis folios al que me había presentado gracias a la insistencia machacona de Deissan, profesora tunecina que en aquellos años impartía clases de árabe clásico en las aulas de Extensión Universitaria con sede en Gijón. Mi olvido del certamen y del fallo del jurado fue tal que cuando me telefonearon para comunicarme que había resultado ganadora, no acerté a saber, hasta pasados largos minutos, cuál era el motivo de la llamada porque había olvidado por completo el certamen así como mi concurrencia al mismo.

Estudié Magisterio porque en los últimos años de Primaria conocí a una de esas docentes vocacionales capaces de orientar o de enderezar las vidas más carentes de objetivos y de metas. De su mano llegaron las primeras lecturas, las que me volcaron ya, definitivamente, hacia la caza de cuanto aparecía ante mis ojos en forma de libro. El acto de soledad que significa situarse frente a un libro abierto tras otro, no fue nunca para mí tal acto de soledad sino, más bien, una unidad jubilosa y callada que transcurría subsumida en la realidad ambiental, la realidad del vivir amenazador o incomprensible del día a día en una sucesión de años que siempre fueron duros de orfandad y de trabajo tempranos.

Y estudie Historia porque en las aulas del bachillerato nocturno del instituto Dª Jimena, el efecto Pigmalión volvió a repetirse en forma de otra buena docente que me volcó hacia la Historia tanto como la anterior me había volcado hacia la Literatura. Entre la Historia y la Literatura transcurren paseos de ida y vuelta que aderezo, siempre que puedo, con viajes y con buen cine.

No puedo separar la lectura de la escritura; una me devuelve a la otra, una alimenta a la otra, una vive de la otra y juntas caminan como hermanas gemelas.

Conocí a Consuelo Jiménez de Cisneros en Marruecos hace ya una década larga. Su generosa lectura de mi relato ganador y de los que fueron siguiendo así como las presentaciones que ha realizado sucesivamente en Gijón, en Madrid y en Luarca son un apoyo impagable.

Hasta este verano de 2022 he publicado:

De Finocchiaro Aprile a Vía Broggi. XXVII Premio Internacional de Narrativa Tomás F. de Arteta. En Antología Bilaketa de Narrativa 2001/05. Bilaketa, 2007.

Una peseta cascayoleta. Colección de relatos. Autoedición. Gijón, 2015.

Guía sentimental de Rabat. Ediciones Nobel. 2017.

Bajo las hojas del roble. Novela. Ed. Nobel, 2019.

Calle Santa Eladia. Colección de relatos. Ed. Nobel, 2020.

Tiempos de ex. Novela. Ed. Nobel, 2022.

He aquí un párrafo de esta última novela que actualmente estoy promocionando: «No había visto llover sobre Roma y agradecí al dios del trueno el amanecer de amianto con que me despidió del hotel Panamá, de la estación de Termini y del aeropuerto de Ciampino, donde un llanto apacible, contenido hasta el momento de facturar la maleta y tomar el último cappuccino, precedió a la idea repentina de que la lluvia decidida y copiosa estaría lavando en ese mismo momento las calles secundarias por las que ayer mismo fuimos a conocer Trevi y el Caffè Greco, pero que de todos modos siempre podría volver a ellas, siempre me quedaría su olor imaginario y sus ropas de lavanda tendidas al sol de las cinco de la tarde del veintiuno de marzo. Primavera.”

En la actualidad, de regreso de un extenso viaje a la Argentina, me encuentro embebida en la agitada historia y la floreciente literatura de ese país al que tal vez hemos hecho más heredero que otros de nuestros peores defectos y nuestras mejores virtudes.