En julio presentamos a una escritora y artista monovera cuyo tesón y modestia nos han cautivado. Se llama Juliana Pérez Lalana y acaba de publicar un libro muy personal, La túnica de Penélope. Historia de un desencuentro, compuesto por una serie de poemas en torno al mito clásico de Ulises y Penélope que se aborda desde el punto de vista femenino y feminista. El libro va ilustrado con deliciosas acuarelas de la autora, que combina así lo lírico y lo artístico. Este libro se ha publicado en su pueblo, Monóvar, uno de nuestras localidades más literarias por ser cuna de Azorín. Es grato romper esa maldición teresiana de que el lugar natal te sea hostil y conseguir que un pueblo apoye las iniciativas de los suyos, como ha sucedido en este caso, donde la prologuista es una profesora e historiadora monovera, Paqui Limorti Aracil, y la edición está patrocinada por la Asociación de Estudios Monoveros. El libro se presentó en la librería 80 Mundos de Alicante el 15 de junio. Deseamos a Juliana toda la suerte que merece.
Querida Consuelo:
Acaba de salir a la luz mi poemario La túnica de Penélope. Historia de un desencuentro, respaldadopor la Asociación de Estudios Monoveros que, como la Fundación el Cantarano que tú diriges, estimula y enriquece el ambiente cultural de la región de manera admirable.
Gracias a ti, por editar uno de los poemas de mi libro en El Cantarano, y a Francisco Mas-Magro por la reseña sobre el poemario aparecido en vuestra revista digital, así como por esta oportunidad de hablar de Penélope y su túnica en LOBLANC.
Escribo poesía y relato desde el año 1983 aproximadamente. Recuerdo que en aquella época me sentaba al atardecer en los ribazos que conforman el paisaje de este llano levantino del Manyar en el término municipal de Monóvar y deseaba con intensidad vivir mi madurez en aquel lugar, con aquella luz y escribiendo… Y así ha sido, por lo que doy gracias a la vida, como dice la gran cantante peruana Mercedes Sosa.
Lo primero que quiero transmitir en el poemario es que la figura de Penélope representa al ser humano, no solo a la mujer y menos a la mujer sumisa. Homero describe su espera: ella teje de día y desteje de noche. Su estrategia es activa, creativa: supone saber empezar, retroceder, recuperar, reparar, adaptar y mantener una flexibilidad ante la vida que ella sabe manejar a pesar de los condicionantes de la época y sociedad donde la sitúa.
La Odisea, la vuelta a Ítaca, es un viaje al hogar interior, un viaje que hacemos todos según nuestra naturaleza, valores y convicciones. Constantino Kavafis, poeta griego de principios del siglo XX, en su poema Ítaca describe el viaje de regreso de Ulises largo y dilatado en el tiempo voluntariamente, lleno de misterios y aventuras. Una visión del ser humano conquistando la realidad externa. Conquista que se convierte en una pasión vanidosa que mueve el mundo, pero que dificulta el viaje interior, del conocimiento propio y del próximo o prójimo.
Todos los temas vitales que interesan al corazón humano están en el poemario: la dificultad de la comunicación y del encuentro, la soledad, el paso del tiempo, el dolor, la muerte, el más allá, la pérdida de certezas, la renuncia a proyectos e ilusiones vitales nobles…etc
El desencuentro es el desconcierto doloroso del ser humano ante la necesidad de comunicación y unión que nunca se verá satisfecha ni siquiera en el plano material más sofisticado. La historia humana es una serie eterna de encuentros y desencuentros, de necesaria construcción de ilusiones y del igualmente necesario desprendimiento – ya con menos ilusión- de los proyectos vitales acariciados y perseguidos durante largos años. El más profundo: el anhelo de comunicación y de unión amorosa.
En la Odisea Ulises y Penélope viven una etapa crucial de sus vidas aparentemente unidos en un destino común. Son dos naves surcando el mismo mar. Viajan juntos en paralelo sin llegar a encontrarse espiritualmente nunca. Ella en el hogar… y él intentando volver. Un encuentro que al mismo tiempo se anhela, se percibe en el horizonte como un espejismo al que no se llega. Un destino que Homero describe en clave mítica con unos personajes ricos en contradicciones humanas. Ni siquiera al final de la obra, cuando se lleve a cabo ese encuentro físico, sus personajes vivirán la experiencia que estaban esperando. Si la necesidad crea la función y la realidad misma, ¿cómo se vive esa grieta que no parece restañarse nunca? El varón asoma su espíritu curioso, arrogante y arriesgado en cada recodo de la geografía y de la historia intentando y necesitando conquistar una realidad, hacerse con ella a la fuerza si hace falta. Y la mujer espera a que ese ímpetu se resuelva, se serene y se vuelva hacia si mismo, en una conquista interior que llega a veces muy tarde y sin las fuerzas físicas para disfrutarla y compartirla. Una historia que parece mirar hacia objetivos vitales diferentes.
Ambas obras literarias de diferente extensión y género son el itinerario vital del hombre. Sin embargo la Odisea desarrolla poderosamente el personaje de Penélope, un contrapunto realista en esta historia. Homero consigue con las notas a contratiempo de su personaje femenino central, sus contradicciones y desvelos, aportar profundidad al relato y su emocionante universalidad. El poema de Kavafis es heroico, brillante, varonil. El paisaje de las costas que bordean nuestro mar Mediterráneo es un gran seductor. Pero, ¿qué pasa con el brillo de lo cotidiano, esa gran paradoja que parece que encarna la figura de Penélope?
Al mismo tiempo observamos en la historia la imperiosa necesidad del ser humano de comunicar y perdurar en el tiempo. Dejar su huella en la realidad, cantar y contar historias con cualquier medio a su alcance: aire, sonidos, piedra, pergamino, papiro… Pero la necesidad comunicativa íntima es más consciente y profunda en la mujer. Por ello las huellas de la mujer en el arte son inconfundibles, intensas y profundamente emotivas. Forman parte de su original necesidad de supervivencia.
El poemario intenta describir, con la sugerencia de la palabra y el poder evocador de su música e imagen visual, apoyada por las ilustraciones de ambiente levantino especialmente, ese paisaje interior de todo ser humano en su paso por esta realidad material tan compleja como apasionante.
Cuatro capítulos cronológicos retrospectivos parten del presente más cercano hasta el pasado lejano: Soledad buscada, Fuegos de artificio, Reconstrucción y Proyecto inacabado. De una expresividad más colorista y desbordante vamos pasando a expresiones y recursos poéticos más esenciales y conceptuales. Cada poema tiene la clave para entender su contenido, que puede y debe ser múltiple, rico en matices. La narrativa o poesía épica conlleva acción y verbo, reglas gramaticales y sintácticas, signos de puntuación, recursos que faciliten un mensaje que pretende ser dinámico y objetivo. La poesía lírica es descripción, sobre todo de emociones y sentimientos. Estéticas son las dos. La segunda es estática. El poema es como un lienzo, una pequeña escultura modelada con arcilla, donde pones y quitas buscando el alma, el volumen y las dimensiones de la realidad con sus luces y sus sombras, apelando con frecuencia a varios sentidos para que la expresión poética alcance la intensidad deseada. Las licencias poéticas dejan libre la expresión: uso y supresión de mayúsculas, minúsculas y signos de puntuación en versos en diferentes niveles, ayudan a conseguir, por ejemplo, derivar la atención a una palabra que puede ser clave para entender el mensaje.
Hay una forma de ser, de expresar y de estar en el mundo específicamente femenina. Existe una literatura femenina, como he dicho antes. Y es algo innegable que la poesía no esta pasada de moda. Es una expresión humana necesaria para asomarnos a la realidad externa e interna y entenderla como todas las materias de conocimiento llamadas Humanidades.
Como decía el filósofo inglés de principios del siglo XX Wittgenstein con palabras similares: el hombre siempre estudiará aquello que está más allá de lo físico visible. Hará siempre metafísica. Y mirará a las estrellas buscando una respuesta.
Juliana
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